Por Andrés Timoteo/Texto Irreverente
Hay que detectar lo positivo en medio de lo pernicioso. No todo ha sido malo en las últimas horas. Por ejemplo, aunque el todavía gobernante en turno, Javier Duarte de Ochoa haya presidido el Grito de Independencia frente a cientos de acarreados, no frente al pueblo genuino, y que ahogaron con porras los intentos de abuchearlo –aunque en realidad el interés de los colonos fue el dinero que recibieron y el concierto del cantante Espinosa Paz-, lo bueno es que fue la última ceremonia patria que encabezará ese innoble personaje.
¡Albricias!. Ya nunca más se oirá ese “Viva México” con la voz chillona e irritante de Duarte de Ochoa, y eso ya es ganancia. Que haya habido pocos invitados en palacio de gobierno, las expresiones de nostalgia o preocupación en los mismos, lo fugaz de la ceremonia nocturna o del desfile alegórico de ayer viernes, ya ni siquiera causa asombro. Ya a nadie le importa, y quizás lo intrigante es que los detractores de Duarte –que son todos-no se volcaron a los eventos para chiflarle ni lo corretearon del palco principal como ha ocurrido en otros desfiles.
Solo hubo un abucheo cuando Duarte apareció en el balcón principal de palacio de gobierno pues esta vez ya no hubo templete a ras de suelo para evitar agresiones directas o que le volara un zapato o un tomate por la cara. Fuera de eso, el día fue salvado por el cordobés, quien, por cierto, continúa con sus ocurrencias. Ayer simuló una “revisión” al vehículo en el que viajaba por parte de la policía estatal, un teatro para justificar el acoso policiaco ordenado contra su sucesor, Miguel Ángel Yunes Linares.
El efecto fue contrario porque a la vista de todos, esa simulación es una especie de confesión de parte, pues al tratar de minimizar el hostigamiento contra Yunes y sus colaboradores –en algunos casos a punta de pistola- se confirma que los retenes fueron ordenados por él. Fue una falsa versión policiaca, la real vendrá en el mes de diciembre, cuando Yunes Linares se instale en palacio de gobierno, ahí si le rebuscarán hasta en las muelas o incluso la inspección se la harán en la celda de bienvenida en Pacho Viejo, según ha prometido el gobernante electo.
Para eso ya solo faltan dos meses y medio. En tanto, lo siguiente para el morbo colectivo será esperar al 15 de noviembre cuando deba ´presentar ante el congreso local su último informe de gobierno. Muchos anticipan que lo hará por Twitter y con esa plataforma sustituirá la encerrona que cada año realizaba con invitados a modo. Ya no tiene a quien invitar pues está confrontado con todos los que le aplaudían: los empresarios, los clérigos, la prensa asalariada y hasta los mismos priistas.
Otros siguen con la expectativa de que Duarte no llegue a noviembre sino que antes sea removido del cargo y sometido a proceso judicial. Aun con las especulaciones sobre ese tema y las tropelías que todos los días se exhiben en la prensa, no hay certeza de una actuación judicial pronta. Entonces, lo importante es que el tiempo corre y esa es la buena noticia, ya falta menos para que los veracruzanos se libre de tan dañino individuo.
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