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Tras casi siete horas de ceremonias y procesiones, concluyó el funeral de Estado de Isabel II.
En el servicio religioso, el joyero real entregó al Decano de Windsor la Corona Imperial británica y el cetro, que habían sido depositados sobre el ataúd de la reina desde que comenzó el periodo de duelo.
La era de Isabel II llegó simbólicamente a su fin cuando el más alto funcionario de la casa real rompió la vara de mando de la soberana.
Posteriormente, el ataúd con los restos de la monarca bajó a la bóveda real mientras los asistentes entonaron Dios Salve el Rey.
Minutos después el rey Carlos III abandonó la capilla de San Jorge y se dio por culminado el servicio.