Persigue sus sueños; es el primer paciente de a quien injertan extremidades
A partir de ahora, Gabriel tendrá que acostumbrarse a sus nuevos brazos, que son una oportunidad para su desarrollo motriz, luego del accidente donde perdió los suyos
Tanya Guerrero-No son sus manos, tampoco sus brazos, menos aun sus huellas digitales, pero Gabriel quiere volver a sentir como lo hacía antes de su accidente, y para ello ya cuenta con dos nuevas extremidades superiores que le fueron donadas por un hombre que falleció a los 34 años de edad.
Gabriel tuvo que esperar casi dos años sin brazos y manos para recibir un trasplante que además ha marcado una nueva era y un parteaguas en la medicina en México y en América Latina.
Para ello fueron necesarias 18 horas de cirugía para recibir los trasplantes de brazos, pero la historia comenzó hace siete años al formarse el Tlalpan Team (Grupo Tlalpan) en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición «Salvador Zubirán».
Quizás el donador jamás imaginó que contribuiría al primer trasplante de extremidades superiores en América Latina para el que se requirió de un equipo multidisciplinario de 33 médicos mexicanos, que ya venían haciendo protocolos de investigación desde el año 2005 para el trasplante de extremidades. Ellos son el Tlalpan Team, reconocidos en congresos internacionales por sus investigaciones médicas e intervenciones quirúrgicas de mano.
Era el cuarto día del año 2011. Gabriel, padre de dos hijos de 18 y 22 años, esposo de Celina, y perito en contabilidad, subió a la azotea de su casa para darle instrucciones a los albañiles respecto a una barda. Tomó una varilla entre sus manos y en ese momento sufrió una descarga eléctrica que le calcinó los brazos. Uno fue amputado el 17 de enero y el otro tres días después.
Previo a su accidente tenía proyectos de iniciar estudios de Derecho en la UNAM; en principio estos se truncaron debido a su accidente, hasta que su hijo Gabriel de 18 años le ofreció acompañarlo a tomar clases y apuntes no sólo por escrito sino con una grabadora. Después ya en casa, se los trascribía para que su padre pudiera estudiar.
Gabriel sólo contaba con los muñones de sus brazos, una decidida actitud, pero dependía totalmente del apoyo de su familia. Celina comenta que siempre fue un hombre autosuficiente y arrojado.
Según refiere en entrevista con EL UNIVERSAL su esposo es un hombre creyente que acostumbraba bendecir a sus hijos antes de que salieran de casa. «Eso, esa simple costumbre, ya no era posible efectuarla, y lo resintió».
Los exámenes de Gabriel en la universidad comenzaron a ser orales y a fuerza de asistir a clases con su padre, su hijo también comenzó a interesarse en la carrera de Derecho, aunque sus proyectos se orientan más hacia la ingeniería petrolera, carrera que próximamente cursará.
Selene, de 22 años y química farmacobióloga suele acompañar a su padre a la universidad cada sábado, de modo que con el apoyo de su familia este hombre ya ha avanzado hasta el tercer semestre de la licenciatura, primero sin brazos ni manos, y ahora ya trasplantado.
Los médicos auguran que probablemente logre hacer su examen profesional con la totalidad de las funciones de sus extremidades y por escrito, cuando Gabriel sea un hombre totalmente autónomo.
Ahora, y a cuatro semanas de su intervención comienza a elevar su brazos y trata de peinarse un poco mientras hablamos, lo hace con los dedos de su mano, esa que no contiene precisamente las líneas de su vida, pero que igual tiene un destino: el que Gabriel y un donador han querido forjar.
«Los brazos de mi donador tenían vida cuando los dió, por lo tanto sé que llevo la vida de ese hombre conmigo», dice quien a partir de esta experiencia quiere comenzar a difundir y promover el tema de la donación en México.
Para él tener nuevos brazos ha significado multiplicar su vida y oportunidades por dos, aunque también reconoce que ha implicado grandes esfuerzos de rehabilitación, así como atender una a una y con férrea disciplina todas las especificaciones médicas.
Él sabe, porque firmó un compromiso con la institución, que deberá asistir a terapias a lo largo de dos años diariamente y por ocho horas al Instituto Nacional de Nutrición, además de tomar por el resto de su vida fármacos inmunosupresores para así evitar y controlar el rechazo del trasplante. Asiste al hospital de ocho de la mañana al mediodía, y regresa por la tarde durante tres horas más.
Celina lo apoya en todo momento, es quien lo acompaña al hospital, es quien lo asea, quien le ofrece comida en la boca, y es también quien lo describe como un hombre que no ha hecho otra cosa que pensar en su familia, y que quizás por ello tuvo la suerte de seguir vivo.
«Fue él quien me impulsó para que comenzara a estudiar la carrera de Derecho en la UNAM. Ya estoy en octavo semestre. Primero me recibiré yo gracias al apoyo de mi esposo, y cuidarlo es lo mínimo que puedo hacer por él. Mañana ambos seremos abogados y tendremos una carrera profesional al igual que nuestros hijos», dice.
Su esposa Celina quería estudiar una licenciatura después de haber sido madre. Lo está logrando. Al dejar el hospital, le pregunto cómo hago para despedirme de él.
Y su respuesta es: «Sólo deme su mano señora», expresa mientras logra extender su brazo derecho.
«Ya puedo saludar de nuevo a todas y a todos, con estas que ya son mis manos», concluye mientras eleva sus brazos en señal de victoria.
Mexicanos de relevancia mundial
Hace apenas unas semanas un grupo de investigadores mexicanos hizo historia al lograr con éxito el primer trasplante de extremidades en México y América Latina.
Ellos son el «Tlalpan Team por una mano», integrado por 33 médicos con reconocimiento internacional, así como por 13 estudiantes de la Facultad de Medicina de la UNAM, de la Universidad Panamericana y de la Universidad Autónoma Metropolitana campus Xochimilco, todos ellos alumnos de alto rendimiento.
Forman parte de un proyecto en el que el Instituto Nacional de Nutrición es clave para la articulación de esfuerzo de este equipo de profesinales, en el que ninguno quiere asumirse como líder, pues saben que cada uno es valioso, en el grupo donde lo mismo participa el jefe de cirugía plástica del Instituto Nacional de Nutrición y Ciencias Médicas Salvador Zubirán, INCMNSZ, que médicos intrgrantes del Subcomité de Trasplante de Tejidos Compuestos, (Scottco).
Creado en el año 2006 con la inquietud de valorar la posibilidad de realizar trasplantes y nuevos procedimientos que en otros países han mejorado la calidad de vida de los pacientes con amputaciones de mano o brazo y deformidades faciales, fue a través del Instituto Nacional de Nutrición que surgió el «Tlalpan Team», reconocido por sus investigaciones en el programa de Alotrasplante de Extremidad Superior, y el programa de Alotrasplante compuesto vascularizado.
Para este fin se creó un protocolo obteniendo las autorizaciones pertinentes del comité de ética del Instituto y del Centro Nacional de Trasplantes (Cenatra) y la Comisión Federal Para el Riesgo Sanitario (Cofepris).
Uno de sus integrantes detalló que «la donación de extremidades superiores ha marcado un hito en la historia de los trasplantes de mano y brazo en México y en el mundo».
Destacó que en México se encuentra el único equipo de trasplantes en el mundo que cuenta entre sus filas a gente joven con una promedio de 23 años, además de las eminencias médicas antes mencionadas.
Para el «Tlalpan Team» sus protocolos y líneas de investigación se orientan ahora hacia el trasplante de rostro, y se encuentran evaluando a otros 63 pacientes que requieren un trasplante de brazos, como ocurrió con Gabriel Granados de 52 años que va en camino de recuperar su integridad corporal.
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