Radio Bemba

 Heterodoxia/Por Baltazar López Martínez 

 


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Con respecto a los tuiteros terroristas, el gobierno del estado exagera el alcance de las llamadas “redes sociales” al imputarles un poder que no poseen todavía: el de mover multitudes. Que dos personas puedan provocar un caos de tal magnitud es desproporcionado y ajeno a la realidad. El número de personas que utiliza Twitter es muy reducido y faltan años para que llegue a su plenitud, sobre todo por la lenta expansión del mercado de los dispositivos móviles.

 

En cambio, los veracruzanos utilizamos medios antiquísimos pero de probada efectividad para difundir las noticias, como el chisme y el rumor, exagerados muchas veces por la tendencia que tenemos a añadirles un poco de nuestra propia cosecha. En pocas palabras: no necesitamos elTwitter, ni el Facebook, ni el correo electrónico. A lo nuestro se le llamaRadio Bemba.

 

 

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El 9 de agosto de 2011, poco antes de las nueve de la mañana, estalló un artefacto explosivo en la plaza cívica de Tuxpan. Este acontecimiento desencadenó una serie de chismes y rumores que circularon con celeridad por toda la ciudad. Que habían detonado otros artefactos en un centro comercial que variaba según la fuente: Plaza Cristal, Gran Patio, Soriana. Los movimientos militares y de fuerzas federales no hacían sino corroborar en el imaginario colectivo las amenazas de explosiones y enfrentamientos armados. Para el mediodía de ese martes, según los diversos chismes y rumores, la ciudad estaba sitiada. Había balaceras, explosiones, operativos de toda clase. Una psicosis tremenda se difundió de persona a persona, por llamadas telefónicas y mensajes de celular.

 

No es la primera vez que nos ocurre. Hace poco más de un año circuló un rumor de que habría enfrentamientos armados en la ciudad. Fue un viernes de abril, en quincena. Quizá ustedes lo recuerden, unos pocos días después del llamado Martes Negro de Tampico. Se dijo que habría balaceras entre sicarios y las fuerzas armadas. El punto del enfrentamiento y la fuente de la información variaban según quién contara el chisme. El resultado fue desastroso para el comercio esa noche. La ciudad estaba vacía. No hubo clientes en bares y restaurante. Incluso el bulevar estaba desierto. Pero no hubo un solo tiro, a pesar de que por mensajes y llamadas telefónicas hubo quienes aseguraban haber escuchado las ráfagas de metralleta.

 

De esa fecha hasta el día de hoy los chismes abundan. Lo malo es que muchas veces la realidad parece confirmarlos, de modo que encontramos un justificante para difundir, de manera irresponsable, los rumores más descabellados. “La falsedad”, escribió Cervantes, “tiene alas y vuela, y la verdad la sigue arrastrándose, de modo que cuando las gentes se dan cuenta del engaño ya es demasiado tarde”.

 

 

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Este fenómeno se relaciona con el de la falta de confianza que le tenemos al gobierno. Los años de desinformación, de verdades a medias cuando no de mentiras evidentes, terminaron por minar la credibilidad de las fuentes oficiales. En la percepción de la gente, el gobierno oculta, suprime, distorsiona, manipula y tergiversa la información para ajustarla a sus muy particulares intereses, los cuales casi nunca coinciden con los intereses de los ciudadanos.

 

El martes 9 de agosto de 2011 por la tarde, en medio de una crisis de rumores e inquietud social, sesionó en Tuxpan el Consejo Estatal de Seguridad Pública. Había expectación por escuchar las declaraciones del gobernador respecto a la escalada de violencia, puesto que unos pocos días antes, el 30 de julio, la explosión de “un transformador” en la calle Genaro Rodríguez sirvió de fundamento para el clima de miedo que imperaba a esas horas.

 

El discurso fue decepcionante. El gobernador Duarte se limitó a decir que Tuxpan estaba en calma, que se garantizaba la seguridad de los ciudadanos y que no había ningún problema. Para demostrarlo, se fue al Parque Reforma, entonces en remodelación, a tomarse un timbakey en compañía de las fuerzas vivas de Tuxpan. No pasaba nada, a pesar de que la SEDENA confirmó ese mismo día un enfrentamiento armado en la colonia Infonavit Tulipanes.

 

 

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Mientras la política de relaciones públicas del gobierno continúe en este sentido, el chisme seguirá marcando el rumbo de la opinión pública, puesto que satisface la carencia de información veraz respecto a los problemas sociales. No es que la gente sea tonta y esté dispuesta a creer lo primero que se le presenta, sino que la realidad de todos los días confirma de cierto modo las leyendas urbanas que circulan de boca en boca, más de lo que puede hacerlo la información oficial.

 

Hay un umbral apenas perceptible entre la mesura y el ocultamiento, entre dosificar la información para mantener la calma o mentir deliberadamente. Es en esa encrucijada donde se muestra el poder de las redes sociales. Es ahí donde el gobierno debe tomar una decisión: o informa con veracidad y mesura o los cibernautas seguirán desenmascarando su proceder fraudulento.

 

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