La indignación por el fallecimiento del doctor Li Wenliang, reprendido por la Policía, llevó al hospital a decir que seguía vivo
Por Pablo M. Díez/Abc
«No tuvo libertad para hablar en vida y no tiene libertad para morirse». Con millones de comentarios indignados, las redes sociales de China estallaron anoche por la muerte, primero anunciada y luego negada, del doctor Li Wenliang, el médico que alertó sobre el coronavirus y fue silenciado por la Policía. En medio de la epidemia de neumonía que se ha cobrado ya 636 vidas y 31.000 contagiados, la rabia acumulada en el país tras dos semanas de parálisis explotó como no se había visto jamás en internet.
Anunciado por la Prensa oficial, el fallecimiento del doctor Li desató en la red social Weibo tantos millones de críticas contra el autoritario régimen del Partido Comunista que la censura no pudo pararlas. La indignación fue tan fuerte que, de forma sorprendente, el hospital donde estaba ingresado anunció que estaba intentando reanimarlo y que seguía vivo. Luego confirmó su defunción, convirtiéndolo en un mártir de la represión del régimen y en el rostro de esta epidemia que ha sumido a China en su peor crisis en décadas, no solo sanitaria sino también política.
Avanzada en Weibo por un médico de Wuhan, donde se originó el coronavirus y trabajaba el doctor Li, su muerte fue confirmada después por el periódico «Global Times», altavoz del Partido Comunista. Con una fuente oficial como esa, la noticia corrió enseguida como la pólvora por las redes sociales, haciendo estallar una oleada de críticas como jamás había observado este corresponsal en sus 15 años en este país.
A sus 34 años, y con su esposa embarazada de su segundo hijo, el doctor Li Wenliang fue víctima primero de la represión del régimen chino y luego del coronavirus. Como oculista en Wuhan, el 30 de diciembre alertó de la aparición de una extraña enfermedad respiratoria a otros siete compañeros en un foro de WeChat, copia del censurado WhatsApp. Cuatro días después, la Policía iba a verle. Pero no para pedirle más información sobre el mal parecido al SARS que había detectado, que ni siquiera él sabía que era un nuevo coronavirus, sino para reprenderle por difundir «falsos comentarios» que habían «dañado seriamente el orden social».
«Te lo advertimos seriamente: si sigues siendo obstinado, con tal impertinencia, y continúas con esta actividad ilegal, serás llevado a la justicia. ¿Entendido?», escribió la Policía en una carta de arrepentimiento que el doctor se vio obligado a firmar y a rubricar con sus huellas dactilares. Así lo reveló en Weibo a finales de enero, cuando las autoridades ya habían reconocido la epidemia y decretado la cuarentena en Wuhan y el resto de la provincia de Hubei. Y también cuando él se hallaba ya ingresado en el hospital por el coronavirus.
Poco después de la visita policial, el doctor Li estaba operando a una mujer de un glaucoma cuando se contagió de una enfermedad que, según los autoridades, no existía. Empezó a toser el 10 de enero, luego tuvo fiebre y, dos días después, fue hospitalizado. Junto a él, sus padres cayeron enfermos. Después de varias pruebas que salieron negativas, el 1 de febrero escribió su último mensaje: «Hoy, las pruebas con ácido nucleico han vuelto con resultados positivos. La suerte está echada. Finalmente diagnosticado». Acompañado del emoticono de un perro con los ojos vueltos y la lengua fuera, su mensaje había recibido anoche casi dos millones de «Me gusta» y cientos de miles de comentarios. El más repetido es que el doctor Li Wenliang es el nuevo héroe de China, el primero que se atrevió a alertar de la enfermedad y fue silenciado por la Policía.
«Recuerden su cara. Es un médico caído, un paciente atado a un ventilador, un ciudadano mostrando su carné y diciendo no a las mentiras. Si su muerte no despierta a la nación, no merecemos vivir en este planeta», rezaba un comentario en Weibo junto a muchos otros reclamando libertad de expresión y democracia. Airados, los internautas han convocado para hoy viernes vigilias, lo que supone todo un desafío para las autoridades, y más en estos momentos de crisis. La muerte del doctor Li Wenliang, anunciada, luego negada y finalmente confirmada, ha desatado una indignación contra el autoritario régimen del Partido Comunista mucho más peligrosa que la epidemia de neumonía que asuela China.