Algunos creían que había huido a Sudamérica y Stalin difundió el rumor de que se escondía en EE.UU ¿Cuál es la verdad?
Por Carolina Mejia/De 10
El abril de 1945, las fuerzas de los Aliados habían llegado a Alemania y Adolf Hitler se encontraba entre la espada y la pared. El dictador era consiente de que se acercaban sus últimos días y el día 29 de abril, tomó la decisión de casarse con Eva Braun dentro del Führerbunker, su búnker privado.
También recurrió a su médico personal, Werner Haase, para preguntarle acerca de los métodos más efectivos para suicidarse. El médico recomendó el cianuro o un disparo.
Se cree que Eva Braun tomó una pastilla de cianuro para acabar con su vida. (Foto: AP)
El 30 de abril, un día después de su boda, Hitler se suicidó en su estudio privado al interior del búnker, acompañado por Eva Braun, quien también se quitó la vida. El dictador temía que su cuerpo fuera mutilado o exhibido como sucedió con Benito Mussolini, así que dejó órdenes para que su cuerpo y el de su esposa fueran incinerados.
El 5 de mayo de 1945, los soldados soviéticos descubrieron dos cadáveres incinerados en una fosa cerca del búnker. Yuri Andropov, líder de la KGB, ordenó que los cuerpos se tiraran al río Biederitz para evitar que el sitio se convirtiera en una atracción para los facistas.
Los cuerpos fueron encontrados cerca de la torre del búnker. (Foto: Bundesarchiv/Wikicommons)
Sin embargo, el ejército soviético conservó una parte de la quijada y la sección del cráneo de Hitler que tenía la herida de bala. Desde entonces, su cadáver ha sido resguardado por Rusia, sin dar acceso al público.
Este nivel de secreto desató una ola de teorías de conspiración. La más popular era que Hitler no había muerto aquél día y que al igual que otros Nazis de alto nivel, como Adolf Eichmann y Josef Mengele, había logrado escapar a Sudamérica.
Así anunció la revista oficial del Ejército Estadounidense la muerte del dictador. (Foto: US Army)
Incluso Stalin decidió aprovechar esta tendencia de rumores y comenzó un plan secreto llamado “Operación Mito”. Su meta era hacer creer que los estadounidenses o británicos estaban escondiendo a Hitler, para vincularlos con los Nazis y hacer crecer la enemistad de la opinión pública hacia ellos.
Las sospechas se reforzaron en 2009, cuando el arqueólogo Nick Bellantoni examino restos de un cráneo, supuestamente el del dictador. De acuerdo con el experto, los restos en realidad pertenecían a una mujer joven. Sin embargo, el gobierno ruso desmintió esta versión y dijo que Bellantoni no había tenido acceso al cráneo que ellos resguardaban.
En 2017, finalmente se le puso fin a los rumores. Un equipo de investigadores franceses obtuvo acceso al cadáver de Hitler y comprobó con un examen de su dentadura que se trata del dictador. Además, los expertos confirmaron que Hitler también tomó una pastilla de cianuro antes de dispararse.
El testamento de Hitler. (Foto: Wikicommons)
El líder Nazi tenía mala salud dental y una enfermedad en las encías. Para el final de su vida, le quedaban pocos dientes, lo que creó un patrón único en su dentadura. Los expertos franceses también contrastaron los restos de la quijada con rayos X tomados a Hitler en 1944 y descripciones de su dentista personal.
Al analizar sus dientes, el equipo francés no descubrió rastros de carne, lo que concuerda con el vegetarianismo de Hitler. Tampoco había rastros de pólvora, por lo que el disparo fatal se hizo a través de la frente o el cuello.
Esto es aprte de lo que se conoce sobre la muerte de Adolf Hitler.