El presidente ruso, Vladímir Putin, ha ordenado este domingo activar “en modo especial de combate” su arsenal nuclear. “Los altos funcionarios de los principales países de la OTAN hacen declaraciones agresivas contra nuestro país. Por lo tanto, ordeno al ministro de Defensa [Serguéi Shoigú] y al jefe del Estado Mayor [Valeri Guerásimov] que dispongan las fuerzas de contención del Ejército ruso en un modo especial de servicio de combate”, ha dicho Putin durante un encuentro este sábado con los dos máximos responsables de sus fuerzas armadas. El mandatario y comandante en jefe supremo de las fuerzas armadas rusas recibió un “sí” y una inclinación de cabeza como respuesta de ambos militares.
Después, Putin acusó a Occidente de adoptar “medidas ilegítimas” contra su país en forma de sanciones. Las últimas incluyen la desconexión de varios de sus principales bancos de la plataforma de intercambios Swift y la congelación del fondo de unos 570.000 millones de euros en reservas extranjeras que ha guardado el banco central ruso estos años para hacer frente a contingencias. Putin, durante su comparecencia televisada, ha justificado su medida señalando directamente a las sanciones aprobadas por Occidente y las declaraciones “agresivas” hechas por países miembros de la OTAN.
Durante las negociaciones mantenidas estos meses con Estados Unidos y la OTAN, Putin ha advertido en varias ocasiones de que adoptaría “medidas técnico-militares” si fracasaban las conversaciones y no se cumplían sus principales exigencias, como expulsar de la Alianza Atlántica a todos los países miembros incorporados tras 1997, entre ellos los bálticos, Polonia y Rumanía, o se trasladaban al este los misiles ubicados en Alemania.
Una de sus respuestas ya es conocida: la invasión total emprendida contra Ucrania. Otro paso que preocupaba a Occidente es el posible despliegue de armas nucleares en Bielorrusia, cuyo régimen ha convocado este domingo un referéndum constitucional que, entre otras iniciativas, permitirá legalmente desplegar misiles rusos en su territorio.
El presidente bielorruso, Aleksandr Lukashenko, ha planteado esta medida en alguna ocasión, aunque ha sido rechazada hasta ahora por el Kremlin.
El mandatario ruso exhibió su arsenal nuclear hace apenas una semana, el pasado 19 de febrero, cuando sus fuerzas armadas probaron todos los misiles de nueva generación rusos al mismo tiempo que se celebraban las maniobras militares conjuntas en Bielorrusia, que a la postre serían uno de los cuerpos que asaltarían Ucrania en la invasión ordenada por Putin. En aquellos ejercicios puso a punto sus nuevos cohetes hipersónicos, presentados por el mandatario ante la Asamblea Nacional en marzo de 2018 como unas armas “invulnerables” frente al escudo antimisiles de la OTAN.
Las fuerzas de contención estratégica rusas incluyen todos sus misiles nucleares, entre ellos los de alcance intercontinental, así como sus sistemas de defensa antimisiles y sus fuerzas estratégicas no nucleares. Estas últimas abarcan también bombarderos de largo alcance y submarinos, navíos de superficie y aviones capaces de portar armas largas convencionales, según describe este cuerpo militar el Ministerio de Defensa.Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Al tiempo que Putin hacía este anuncio, ha trascendido que autoridades rusas y ucranias han acordado sentarse a negociar una salida a la guerra ordenada por Vladímir Putin. El portavoz del presidente ruso, Dmitri Peskov, ha anunciado este domingo que una delegación del Gobierno de Volodímir Zelenski está camino de la región bielorrusa de Gómel, cerca de la frontera con Ucrania, donde ya la esperan los representantes del Kremlin. La iniciativa ha salido adelante tras varios tira y afloja sobre el lugar de la reunión. Las negociaciones comenzaron el pasado viernes con la mediación del régimen de Lukashenko. Kiev quería celebrarlas en la capital polaca, Varsovia, y Moscú pretendía reunirse en Minsk, Bielorrusia, donde se firmaron los acuerdos de paz de 2014 y 2015 para poner freno a la guerra en el este de Ucrania con los separatistas prorrusos, apoyados financiera y militarmente por Moscú.