Se espera que la confrontación entre el Vaticano y el grupo estadounidense más grande de monjas católicas se efectúe esta semana, cuando líderes grupales se reúnan para establecer una respuesta a la llamada de atención hecha por la Santa Sede al grupo por “temas radicales feministas”.
La Iglesia también exige al grupo de monjas hacer reformas importantes.
La Conferencia de Liderazgo de Mujeres Religiosas (LCWR, por sus siglas en inglés), en un principio sorprendida por el informe de abril del Vaticano, “planea actuar despacio, sin apresurarse a emitir un juicio”, cuando el grupo de 21 miembros del consejo se reúna durante tres días en Washington, D.C., a partir del martes.
“El consejo llevará a cabo su reunión en un ambiente de oración, contemplación y diálogo y desarrollará un plan para involucrar a los miembros del LCWR en procesos similares”, informó el grupo en un comunicado. “Entablaremos el diálogo siempre que sea posible y estaremos abiertos a la acción del Espíritu Santo. Les pedimos que oren por nosotros y por la Iglesia en este momento crítico”.
En abril, la Congregación para la Doctrina de la Fe, guardián doctrinal de la Iglesia Católica, presentó una “evaluación doctrinal” de investigación del grupo –el cual representa al 80% de las monjas católicas en Estados Unidos– y halló “graves problemas doctrinales”.
El Vaticano acusó a la LCWR de respaldar “ciertos temas radicales feministas incompatibles con la fe católica en algunos de los programas y ponencias”.
El informe del Vaticano, dado a conocer por la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, señaló que la evaluación doctrinal inició en parte debido a la disidencia del grupo respecto de las enseñanzas de la Santa Sede sobre la ordenación de mujeres y la sexualidad humana. La Iglesia Católica ordena que solo los hombres puedan ser sacerdotes, y dice que el sexo debe ser entre un hombre y una mujer casados ante la iglesia.
Aunque la evaluación elogió el trabajo de justicia social emprendido por el grupo y otras organizaciones como la Red y el Centro de Recursos para la Vida Religiosa, añadió que los grupos “se mostraron silenciosos en materia del derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural, asunto que forma parte del animado debate público en EU sobre el aborto y la eutanasia”.
Simone Campbell, monja y directora ejecutiva de la Red, un grupo nacional católico de cabildeo en Washington sobre justicia social, dijo que su “corazonada” es que la LCWR armará esta semana un bosquejo de respuesta para ser presentada ante el pleno de la asamblea grupal durante su reunión de agosto.
“Creo que los resultados serán muy decepcionantes para los medios de comunicación, ya que nosotras, como hermanas católicas, hacemos las cosas en un ambiente de mucha oración y de manera muy lenta”, dijo Campbell en entrevista con CNN sobre la reunión de esta semana.
La Congregación para la Doctrina de la Fe designó al arzobispo Peter Sartain de Seattle para iniciar las reformas. La Conferencia de Obispos Católicos de EU brinda su apoyo a Sartain, y no se espera que la LCWR aborde públicamente el informe del Vaticano hasta después de la reunión de esta semana, afirmó Mary Ann Walsh, vocera de la Conferencia Episcopal.
Las monjas de diversas órdenes a lo largo y ancho de Estados Unidos han debatido sobre el informe del Vaticano, y sus reacciones han sido de sorpresa, asombro e impacto, dijo Campbell. Comentó que el informe las dejó con una sensación “de ser sospechosas”.
“Para mí, la noticia al principio me dejó paralizada, y luego me entristecí profundamente porque mi vida como mujer religiosa y mi compromiso de servir a los pobres serían denigrados de esa manera por los líderes de nuestra Iglesia”, dijo Campbell. “Que el informe diga que no hacemos todo es ridículo”, añadió.
“Dicen que guardamos silencio sobre algunos temas. No es nuestro problema. Otras personas hacen esos trabajos”, dijo Campbell.
El informe tomó nota de declaraciones públicas hechas por monjas que se opusieron a los obispos católicos. La Conferencia de Liderazgo de Mujeres Religiosas y la Red dieron a conocer que no estaban de acuerdo con la posición de la Conferencia Episcopal en torno a la Ley de Cuidado de Salud Asequible, la cual apoyaron, a diferencia de los obispos.
La Congregación para la Doctrina de la Fe calificó las actuales posturas doctrinales y pastorales de los grupos como “graves y motivo de verdadera preocupación”, debido a la influencia que tienen los grupos de manera global.
Algunos observadores de la iglesia dicen que la Conferencia de Liderazgo podría tomar una postura de bajo perfil en su respuesta y así tratar de calmar una confrontación.
Otros como John Allen, principal analista del Vaticano de CNN, dijeron que el informe del Vaticano ha decretado que, básicamente, la LCWR “necesita una revisión en la cual tendrá una relación más estrecha con los obispos”.
“Fundamentalmente, tienen que ser más obedientes”, dijo Allen, quien también es corresponsal para el National Catholic Reporter, con sede en Kansas City, Missouri.
El grupo de monjas estadounidenses podría elegir esta semana una de tres opciones: podría estar de acuerdo con todo lo que el Vaticano dice, podría ofrecer trabajar y negociar con el Vaticano o podría decir “no vamos a tratar de resolverlo y vamos a alejarnos”, dijo Allen.
La última opción en esencia significaría “vamos a disolver la LCWR y dejarla morir porque no la ayudan y salir y hacer lo nuestro”, dijo Allen.
“Eso es lo que aquí está en juego: El cómo quieren las monjas responder al regaño que han recibido desde el Vaticano”, añadió Allen.
También detalló cuántos de los líderes del grupo tienen entre 60 y 80 años.
“Algunos de ellos no quieren pasar los últimos 10 años de sus vidas enfrascados en negociaciones con el Vaticano”, dijo Allen. “Algunos de ellos simplemente no quieren lidiar con esto. Ésta será la primera oportunidad en que podremos medir la temperatura del grupo acerca de cuál es la postura de las monjas».
“De una u otra forma, es un momento histórico importante”, agregó.
Para Campbell, el informe del Vaticano no representa una crisis de conciencia.
“No afecta a mi conciencia. Afecta mi tristeza y mi corazón. Esta vida es honda y profunda”, dijo Campbell. «Cuando la política interfiere, no cambia la profundidad de lo espiritual. No es un asunto de conciencia. Somos fieles. (CNN)