Opinión/Reforma
Cuando llegaron los jóvenes españoles aristócratas y solteros a América en el siglo XVI, acompañados del ejército y de los misioneros, venían atraídos por la ambición del oro y la plata y justificados por un impulso de cristianización. Traducido a unos términos más concretos, era una ideología excluyente de explotación y dominación. Cuando llegaron las parejas inglesas con sus hijos pequeños a los Estados Unidos en el siglo XVII no iban acompañados de ejército ni de misioneros, sino atraídos por la idea de conseguir un pedazo de tierra para trabajarla con sus propias manos y proveerse el sustento familiar. Traducido a unos términos más concretos, era una ideología incluyente de trabajo y frugalidad.
Sustentando esas ideologías -las ideas aceptables expresadas en reuniones públicas y en conversaciones privadas- había un sustrato axiológico -el conjunto de valores y principios conformados a través de las generaciones y absorbidos de manera imperceptible- totalmente contrastante entre los colonizadores de la Nueva España y de EEUU: el catolicismo y el protestantismo, respectivamente.
En el caso de la Nueva España las doctrinas económicas de la época hacían aceptable explotar las riquezas de las colonias. La cristianización de la población indígena justificaba la dominación. Esta ideología y axiología imperó por tres siglos hasta la independencia.
En el caso de las colonias de EEUU la ética protestante de trabajo y frugalidad estaban reforzadas por las persecuciones religiosas europeas. Al llegar a un territorio extenso, sin leyes ni autoridades pre-establecidas, pusieron en práctica su experimento social: vivir conforme a sus ideas, sin dominadores ni explotadores. Esta ideología y axiología perduró más de dos siglos y se empezó a debilitar en la 2a mitad del siglo XIX.
La lucha de independencia en México introdujo un nuevo elemento en la ideología: la idea de nación. Pero el sustento axiológico permaneció intacto. Los beneficios de la explotación y dominación ya no serían para España, sino para sus hijos nacidos en México, los criollos. La siguiente adición -la secularidad- la aportaría Juárez y la Guerra de Reforma de 1858-61, pero sin modificar la base axiológica. La independencia había excluido a uno de los agentes de explotación y dominación -la Corona Española- y la reforma excluía a otro: la Iglesia.
Otra adición a la ideología mexicana -la democratización de la propiedad de la tierra y la movilidad social ascendente- aportada por la revolución de 1910, tampoco modificó la base axiológica de dominación y explotación. Logró excluir a otro de los agentes -los terratenientes- pero los mecanismos axiológicos de la lógica social siguieron intactos. La última adición -la aspiración democrática- sería generalizada por el movimiento estudiantil de 1968, sin tampoco modificar la base axiológica.
EEUU en los últimos cien años giraron 180 grados al sustituir las ideas incluyentes de trabajo y frugalidad que habían animado su fundación como país, por una ideología y axiología excluyentes y totalmente opuestas a las originales: la gratificación instantánea y el consumo material. Daniel Bell capturó brillantemente ese proceso en su libro Contradicciones Culturales del Capitalismo (1976). La reciente elección de Trump marca la culminación de ese proceso expresado en las nociones imperantes hoy de supremacía blanca y xenofobia.
En el caso de México la axiología excluyente es la misma que en su fundación -dominación y explotación- aunque la ideología se ha enriquecido con valiosas ideas incluyentes -nación, secularidad, tierra, movilidad, democracia- sin que hayan aún logrado enraizarse en la axiología. Por eso a pesar de los 17 años de alternancia democrática, México solo ha logrado que en lugar de un solo agente de dominación y explotación -el PRI- haya varios, la partidocracia actual. El cambio que falta no es menor. Esta es la misión de hoy.
El autor es ex embajador de México ante EU y profesor en The Fletcher School de Tufts University.