La tradición de reírse con bromas cada 28 de diciembre se practica en muchos países católicos desde tiempos inmemoriales.
Los Santos Inocentes fueron aquellos niños menores de dos años a los que, según la tradición católica y el Evangelio de San Mateo (2, 16), mandó asesinar el rey Herodes en Judea (la actual Palestina). El mandatario tenía la confianza de que entre ellos estaría el Mesías, quien por entonces ya estaba en Egipto después de que sus padres recibieran un mensaje divino que les avisaba de la amenaza que les acechaba.
Ningún documento histórico certifica este luctuoso hecho bíblico, que tiene hasta tres días diferentes de celebración en la actualidad: la Iglesia Católica lo recuerda el 28 de diciembre, pero en Siria, los cristianos conmemoran la matanza el 27 de diciembre, mientras que la Iglesia Ortodoxa Oriental lo festeja el 29 de diciembre.
La vertiente pagana de la fiesta se popularizó entre los pueblos europeos durante la Edad Media, época en la que la conmemoración religiosa derivó en una celebración llamada «La fiesta de los locos», que algunos autores conectan con la Saturnalia romana y que en España tiene su representación más cercana en Ibi (Alicante), con la Fiesta «dels enfarinats» (los enharinados), en la que dos bandos intentan hacerse hoy con el poder de la ciudad en una batalla con harina, verduras y petardos.
Durante la Edad Media era costumbre durante los días posteriores a la Navidad que las clases populares se disfrazaran y celebraran bailes, incluso en los templos (en ocasiones junto a los propios religiosos) y que se vistiera a grandes y niños de obispos y de otros mandatarios de la Iglesia. Esta tradición incluso ha llegado a nuestros días en fiestas como la del Obispillo, en Burgos, y otras similares en Murcia, en Hereford (Gran Bretaña), o en Albany (Estados Unidos).
De la fiesta a las bromas
Aunque se desconoce cómo y cuándo comenzaron estos festejos paganos medievales, ya en el siglo XII las autoridades eclesiásticas francesas protestaban en los sínodos e intentan impedir su celebración. Tampoco se tiene constancia de cuándo el principal objetivo de la fiesta mutó en la celebración de bromas de todo tipo.
Sólo se conoce que en España y otros países de Latinoamérica existe desde hace siglos la costumbre de colgar un monigote de la espalda, y las noticias inventadas en prensa tienen ya más de cien años de edad: ABC fue uno de los primeros diarios en publicar inocentadas, con su fotomontaje de la rotura del Viaducto de Madrid en 1905. Además, los comercios venden numerosos artículos de broma para un día en el que nadie está a salvo de sufrir una inocentada.
En Latinoamérica, además de las bromas existe la «costumbre» de no devolver los préstamos efectuados en 28 de diciembre. Al que lo reclama se le espeta con sorna: «Inocente palomita que te dejaste engañar».
La afición a las chanzas también tiene reflejo en el mundo anglosajón, donde tiene lugar el 1 de abril bajo la denominación de «El día de los locos», en reminiscencia a aquella fiesta medieval antes mencionada. Allí la prensa «seria» sigue publicando inocentadas: aún se sigue recordando cuando la BBC, en una emisión histórica de 1957, hizo creer a sus televidentes que los italianos recogían los espagettis de los árboles.