Los Porkys y la denuncia: un relato brutal

* Cuatro horas antes comenzó el asedio  * De la agresión a la violación  * Y de la disculpa a los alardes de inocencia  * Felpa de Yunes azul al OPLE  * Bonilla y Roa, bajo el efecto corruptor de Duarte.


Por Mussio Cárdenas Arellano


Pasen por la ley o no, nada salva a Los Porkys. Condenados por todos, por los que razonan con mesura y por la jauría humana, de poco les vale retrasar la justicia, ocultarse en las faldas del fiscal, dilatar un juicio inminente. Los condena la sociedad.

Libres aún, Los Porkys lidian con una denuncia por privación de la libertad, agresión, ataque sexual y violación tumultuaria, que enfrentan con las armas de la impunidad y la influencia política, con la perversa relación dinero-poder y la burla a la ley.

Dícense ahora inocentes. Dícense difamados. Dícense linchados por una multitud que los agravia y los juzga sin saber que a su dolor y pena, al escarnio social, se agrega la extorsión del padre de la víctima. Lo que es pretender causar lástima.

Sería creíble su versión si no se conociera quiénes son Jorge Cotaita Cabrales, Enrique Capitaine Marín, Diego Cruz Alonso y Gerardo Rodríguez Acosta, mejor conocidos como Los Porkys de Costa de Oro, cuyo andar en Veracruz-Boca del Río ni es secreto ni su historial de nota roja es ajeno a los veracruzanos. Sería creíble si no se supiera que la Fiscalía del duartismo los encubre.

Enfrentan una denuncia penal por ataque sexual a una joven, el 2 de enero de 2015, entonces ella de 17 años, lo que vuelve explosivo su caso, por haberla sustraído contra su voluntad, subida a un auto, despojada de sus ropas, tocada en sus partes, violada con saña.

Refiere la denuncia los hechos a detalle. Se omiten los nombres de testigos para efectos legales. Con sus amigas y el novio de una de ellas salió la joven Daphne, pasó dos horas y media en el antro denominado PH, ubicado en la calle Ernesto Domínguez casi esquina Martí, en Veracruz, y minutos después comenzó el infierno.

A eso de las 10 de la noche, Diego Cruz, uno de Los Porkys, llamaba insistentemente a una de las amigas de la víctima. Sugería un “pre” (un pre copeo) en el fraccionamiento Costa de Oro. La amiga le respondió que no, que irían al PH. Diego Cruz insistió en verse en otro sitio llamado “La Barra”.

Dice la denuncia, interpuesta el 16 de mayo de 2015 por el padre de la víctima, y que diera motivo a la investigación ministerial 592/15/1ESP/VER/05, que Diego Cruz insistió en saber donde se hallaban Daphne y sus amigos. La amiga le respondió que habían decidido cenar en otro lugar, sin precisar ubicación.

Cuatro horas los asediaron Los Porkys. A las 10 de la noche comenzaron a llamar. A las 2 de la madrugada del 3 de enero los vieron salir del PH, donde los esperaban.

“Saliendo del lugar notó que estaba estacionado en la puerta de la entrada de la discoteca, un automóvil marca Mercedes Benz negro sin placas, el cual era conducido por Enrique Capitaine, el cual venía acompañado por Jorge Cotaita Cabrales, Gerardo Rodríguez Acosta y Diego Cruz Alonso”, refiere el padre de la joven en la denuncia.

Esperaban que el novio de una de las amigas de Daphne se acercara con su auto para irse. Abordaron el vehículo. Sin embargo, antes de arrancar, los Porkys irrumpieron y se mostraron violentos, “sobre todo Diego Cruz”. Se metió en el asiento trasero de la camioneta y besó por la fuerza a una de las amigas de Daphne. Les gritaban que descendieran del auto.

Agrega la denuncia: “Ella (Daphne) fue jalada por la fuerza por el joven Jorge Cotaita y subida a la parte trasera del automóvil Mercedes Benz negro conducido por Enrique Capitaine, el cual estaba estacionado en la entrada de PH”. La chica insistía en que la dejaran ir mientras el vehículo aceleraba el paso.

Fue despojada de su teléfono celular. Iba sentada en la parte media del asiento trasero, “custodiada por Jorge Cotaita por un lado (atrás del conductor) y Diego Cruz por el otro (atrás del copiloto), que estos dos sujetos le jalaban la ropa y la manoseaban por debajo de la falda, tocándole sus pechos y partes íntimas, que ella les insistió que no lo hicieran, que no quería eso, pero que ellos entre burlas y agresiones seguían haciéndolo mientras Enrique Capitaine manejaba a toda velocidad y Gerardo Rodríguez era copiloto, que todo ese tiempo ella trataba de calmarlos y hacerlos entrar en razón pero que no lo logró”.

Daphne, agrega la denuncia, comenzó a sentir miedo “a pesar de que les rogaba les suplicó que no lo hicieran, que Jorge Cotaita y Diego Cruz en la parte de atrás del auto le desabotonaron la blusa y le bajaron el brasiere, que ella les insistía en qué no lo hicieran y que se cubría los pechos, pero que ellos no se detuvieron, que continuaron a pesar de sus ruegos de que se detuvieran”.

Pese a que en el otro vehículo los seguían, hubo un punto en que Los Porkys se perdieron. Sus amigas le llamaban a su teléfono. En un momento, Jorge Cotaita les respondió. Dijo que los verían en Industrial, antro ubicado en el bulevar Ávila Camacho. Se dirigieron hacia allá para recoger a Daphne pero nunca se vieron. Era un despiste.

En el punto 7 de la denuncia, se describe la violación. Llegaron a una casa ubicada en Bulevar del Mar esquina Cazón, fraccionamiento Costa de Oro. Luego sabrían que era el domicilio de Enrique Capitaine. Metió el auto en la cochera. Bajaron a Daphne. Capitaine la jalaba de la muñeca. Daphne estaba aterrorizada.

Ahí se hallaba el hermano gemelo de Enrique Capitaine, de nombre Felipe. Con violencia la introdujeron al baño de una de las habitaciones.

“A pesar de sus súplicas e insistirle que no lo hiciera porque era virgen, este individuo abusó sexualmente de mi menor hija—agrega el padre—, que la aventó al suelo y la penetró horriblemente en múltiples ocasiones, que ella le decía que le dolía mucho, que vio que la violó sin preservativo, que tenía terror y mucho dolor, que estaba llorando y  solo podía ver la taza del baño, que no sabe si eyaculó dentro o fuera”.

Cita en el punto 8: “Me dice mi hija que alrededor de las 3:00 am Diego Cruz le mandó a su amiga Marisol la ubicación del sitio en donde estaba, que era la casa de Enrique Capitaine, que a ella la subieron aún llorando de nueva cuenta al auto Mercedes Benz negro que estaba en la cochera y sacaron el auto, cuando llegaron sus amigas Diego Cruz no tenía la camisa puesta y tenía el cierre del pantalón abajo, que sus amigas vieron cuando se lo subió”.

La víctima calló por unas semanas hasta que le contó lo sucedido a su hermana mayor, pidiéndole que no dijera nada. Luego lo supo el padre. Daphne le rogó que “no fuese a lastimar a estos sujetos que la habían violado a la fuerza y sin su consentimiento siendo ella menor de edad, me hizo jurarle que no les haría nada, le dije que esto no podría quedarse sin hacer nada, que eran unos criminales, que al menos tenía que hablar con sus padres”.

Daphne acudía al Colegio Rougier, donde también estudiaron Los Porkys. Comenzó a faltar a clases. En la denuncia se mencionan por lo menos cinco nombres relacionados con los agresores: la hermana de Jorge Cotaita y una prima; su ex novia, quien era compañera de banca de la víctima; la novia de Enrique Capitaine, y la novia de Gerardo Rodríguez Acosta.

Llegó el caso a su maestra, Gloria Luz Castañeda San Román, y a la directora de Bachillerato, Adriana Rodal, quien es psicóloga. Ellas comunicaron el caso a la madre Gloria Sida Vargas, directora del Colegio Rougier. Ellas hablaron con el padre de la joven agredida y violada. El 4 de febrero comenzó su proceso terapéutico con la psicóloga Graciela Santillán Vidal.

Todo Veracruz conoció el caso en 2015. Fluía en Facebook, relatándose las andanzas de Los Porkys del Colegio Rougier, el ataque a una de sus compañeras, las fotografías de los mozalbetes, recogido los pormenores por la periodista Sandra Segura, en el diario Notiver. Ese fue el antecedente del torbellino que hoy sacude al jet-set de Veracruz, que cimbra la estructura judicial por el encubrimiento de “Culín”, alias el fiscal Luis Ángel Bravo.

Atrapados en su fechorías —sumadas a la muerte del ciclista Jonathan Peña Yáñez, el 24 de abril de 2013, arrollado por Jorge Cotaita, y a la sospecha en el levantón y muerte de otra joven, Columba Campillo, en 2015— hoy Los Porkys dicen ser inocentes.

Hablan al portal periodístico Al Calor Político y tiran rollo. Los representa un abogado, Edgar Cinta Pagola, que según la columna Pa’l Café, en Notiver, es coordinador de Alianza Generacional, la plataforma política de Héctor Yunes, candidato del PRI al microgobierno de Veracruz. Cinta Pagola es además consuegro de uno de los hermanos del Yunes rojo.

Quien representa oficialmente a Los Porkys, según la columna de Notiver, es el abogado Arturo Herrera Cantillo, ex subprocurador de Justicia del gobierno de Veracruz en el puerto. Dejó ese cargo en el duartismo cuando confirmó la existencia de fosas clandestinas con más de 30 cuerpos, en Tres Valles, en 2014, lo que reventó el encubrimiento de “Fisculín” a ese hallazgo.

Si algo evidencia a Los Porkys fueron los videos captados por el padre de víctima, autorizados por sus padres, en que los cuatro jóvenes ofrecían una disculpa por la fechoría. Fingían arrepentimiento los cuatro malandros. Uno de ellos precisó que no sabían lo que hacían. ¿Pues qué se metieron?

Autoincriminados, su voz los delata, su rostro los acusa. Dice su abogado en la entrevista con Al Calor Político que ellos, en realidad, son ajenos a lo que se les imputa. Ella, la chica, se fue con ellos por voluntad propia y quería seguir la fiesta.

Refuta Notiver. Categóricas, las periciales hablan de violación, desgarre vaginal. Certifican con videos que fue llevada por la fuerza. Hay trauma. Hay daño psicológico. No hubo aclaración a lo declarado inicialmente, dice el rotativo, como afirma el abogado Cinta. Imputa violación. Se acreditó modo, tiempo y lugar en que ocurrió el ataque.

Exhibe el último affaire de Los Porkys la podredumbre que es la justicia duartista, hecho bolas el fiscal Luis Ángel Bravo, sentenciado por una opinión pública que de antemano lo concibe culpable de encubrimiento a cuatro juniors con patente de impunidad, con fama de malvivientes, las ovejas negras del Colegio Rougier, por el agravio a Daphne, por el agravio a Columba, por el agravio a Jonathan.

Hoy son acusados de privación ilegal de la libertad, ataque sexual y violación. Si esa es su conducta en la adolescencia, lo que se incuba es un engendro social de proporciones impensables, con crímenes mayores cuando sean dueños de su destino. Encubrimiento conduce a complicidad, y complicidad a impunidad.

Pueden burlar la ley. Lo que no podrán ya es librar el juicio moral de la sociedad.

Ahí, Los Porkys están condenados.

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