La Liga se rebela contra la decisión de la anterior Administración de ceder todas las obras del artista florentino para la gran exposición que prepara el Louvre y cuestiona su entrega
Por Anna Buj/La Vanguardia
El 2 de mayo de 1519, a los 67 años, Leonardo da Vinci moría en la mansión de Clos Lucé en el valle del Loira, donde había pasado sus últimos años después de sentirse poco valorado en su país natal. A su lado estaban su gran discípulo, Francesco Melzi, y seguramente también el rey francés Francisco I, su último mecenas. Hoy se cumplen 500 años de esta fecha y, como entonces, Italia y Francia se disputan el legado de una figura universal.
El V centenario llega cuando las relaciones entre estas dos naciones europeas y vecinas no viven sus mejores momentos. Hace solo dos meses, sufrían una crisis sin precedentes después de que el embajador francés tuviese que abandonar a toda prisa el Palazzo Farnese como modo de protesta del Gobierno galo al apoyo del Movimiento 5 Estrellas a los chalecos amarillos. Desde que los grillini y la Liga se encuentran en el Ejecutivo italiano, ha habido un cruce de reproches y subidas de tono entre ambas administraciones que han cruzado una línea peligrosa. Se han criticado por todo, desde por trifulcas en la frontera por el cruce de inmigrantes, a por reclamaciones históricas como la quincena de terroristas de izquierda italianos que siguen cobijados en Francia.
Las relaciones diplomáticas entre Francia e Italia no pasan por su mejor momento desde que el M5E apoyó a los ‘chalecos amarillos’
Las celebraciones de Leonardo no han sido una excepción. Italia ha decidido enzarzarse en una cruzada contra el Louvre por los ambiciosos planes del museo parisino para las conmemoraciones, una gran exposición con la mayor parte de la obra pictórica del genio florentino que tendrá lugar en otoño. La subsecretaria del Ministerio de Bienes Culturales y Turismo italiano, Lucia Borgonzoni, de la Liga, decidió que el acuerdo que había estipulado la anterior administración para ceder todos los cuadros de Leonardo que se exponen en los museos del país era una vergüenza, así que optó por tirarse para atrás y a día de hoy no está claro que vayan a viajar. “Aunque muriera en Francia, Leonardo es un genio italiano, y no vamos a regalarles todo a cambio de nada. Por algo se llamaba Leonardo, no Leonardò como le llaman ellos”, dijo entonces Borgonzoni pronunciando en francés.
Harto de la competencia de artistas mucho más jóvenes como Miguel Ángel y Rafael, estrellas en alza en Italia, Leonardo decidió aceptar con la edad de 64 años la invitación del joven Francisco I, que le puso un sueldo muy generoso a cambio de convertirlo en “el primer pintor, ingeniero y arquitecto del rey”. Da Vinci llegó a Francia en 1516 y se instaló en la mansión de Clos Lucé, que hoy es un museo dedicado al genio, muy cerca del castillo de Amboise en que Francisco había pasado parte de su infancia. En esa época, el rey tenía sólo 23 años, pero su madre, Luisa de Saboya, ya sabía que Leonardo permitiría florecer a su hijo, que terminó fascinado por todos sus conocimientos científicos. Como él mismo pidió al rey, la tumba de Leonardo se encuentra en la capilla del castillo, un centro de peregrinación de los devotos del artista.
«Aunque muriera en Francia, Leonardo es un genio italiano, y no vamos a regalarles todo a cambio de nada. Por algo se llamaba Leonardo, no Leonardò como le llaman ellos”
Leonardo se llevó a Francia tres de sus obras maestras: La Gioconda, La Virgen, el niño y Santa Ana y San Juan Bautista. Hoy todas se encuentran expuestas permanentemente en el museo del Louvre, que cuenta con cinco de sus obras. Con menos de 20 cuadros y 22 dibujos que han llegado hasta nuestros días, los italianos sienten que Francia tiene demasiado. No es banal que el ministro del Interior, Matteo Salvini, haya bromeado con retornar a “La Gioconda a su país”. Los recelos son tantos que incluso ya en agosto de 1911, el carpintero italiano Vincezo Peruggia decidió llevarse la Mona Lisa del Louvre para devolverla a Italia. El robo fue tan descabellado –durante más de dos años, la pintura descansó envuelta en una tela roja junto al canal Sant Martin- que creó un mito y convirtió a la pintura renacentista en el cuadro más famoso del mundo. Peruggia, un inmigrante italiano, se pensaba que Napoleón lo había robado y tenía un deber con su país.
Las tensiones recientes no han impedido que Italia se haya volcado completamente con las celebraciones. Muchos de sus museos, desde la Galería De los Uffizi de Florencia, la Pinacoteca Ambrosiana de Milán o las Galerías de la Academia de Venecia dedican muestras especiales a Da Vinci. Este mismo jueves, su pueblo natal, Vinci, reabre el Museo Ideal de Leonardo con una presentación muy singular: dos historiadores del arte mostrarán por primera vez ante la prensa y los expertos un mechón de pelo que supuestamente pertenecía al mismo Leonardo con el que esperan rastrear sus herederos a través del ADN.
Para tratar de limar asperezas, el presidente de la República italiana, Sergio Mattarella, viaja hoy hasta Amboise para conmemorar a esta figura de la mano del mandatario galo, Emmanuel Macron. Ambos visitarán la tumba de Leonardo y aprovecharán el encuentro para profundizar en los vínculos históricos y culturales que unen Italia y Francia.