Sale a la luz una larga entrevista a la exprimera dama de EE.UU. a sus 34 años, pocos días después del magnicidio, en la que revela detalles desconocidos de John Kennedy
«Prefiero morir contigo a vivir sin ti», le dijo Jacqueline Kennedy a su esposo cuando estalló la crisis de los misiles de Cuba en 1962, pidiéndole poder dejar su retiro de vacaciones y volver con él a la Casa Blanca: «Si algo pasa, vamos a estar todos aquí contigo». Su marido moriría un año después y Jacqueline estaría a su lado, pero a la joven primera dama le tocó sobrevivir al mito. A sus 34 años, pocos días después del magnicidio, todavía inmersa en un «extremo dolor», Jacqueline grabó sus impresiones en ocho horas y media de entrevista. Ahora salen a la luz, casi medio siglo después.
Jacqueline revela que el presidente estadounidense lloró en su presencia el día que fracasó la invasión de la Bahía de Cochinos, el fallido golpe contra Fidel de 1961. Se pasó un rato en el dormitorio con la cabeza en las manos. Pero las confidencias, que se publican este miércoles en forma de libro y material de audio y de las que «The New York Times» ofrece ya un avance, no aportan grandes revelaciones ni sobre aspectos públicos ni privados. Son sobre todo una ventana al interior de la propia Jacqueline.
Jacqueline aporta detalles de la vida familiar en la Casa Blanca
«La gente no la conoce. No siempre aprecia su curiosidad intelectual, su sentido del ridículo, su sentido de aventura o su sentido de lo justo», ha dicho su hija Caroline al decidir la publicación del material. Se trata de entrevistas mantenidas en su día con Arthur Schlesiner Jr, historiador muy próximo a Kennedy, en las que Jacqueline es consciente, a pesar de su aparente candor, de que está hablando para la posteridad.
En tono íntimo e impecable dicción propia de su alta clase social, Jacqueline aporta detalles de la vida familiar en la Casa Blanca, como el hecho de que el presidente se ponía el pijama para dormir su siesta diaria. No hay referencias a la secreta lucha de Kennedy con la enfermedad de Addison, aunque sí hay alguna referencia al dolor de espalda que le provocaba. Tampoco se mencionan las relaciones extramaritales del mayor de los Kennedy.
Fidelidad
Jacqueline pasa por alto las infidelidades de su marido y le describe como alguien leal, sensible y amable, al que adora en extremo. Describe su matrimonio como tradicional -«terriblemente victoriano o asiático»- en el que ella entiende su misión como la de procurar «un clima de afecto, confort y distensión». Sugiere que ambos nunca pelearon. También que había plena sumisión política a su esposo: «Todas mis opiniones vienen de mi marido, ¿cómo podría yo tener ideas políticas?». Los tres años en la Casa Blanca «fueron nuestros años más felices».
Sexo
Sus declaraciones no entran en el particular de las relaciones sexuales, pero algunos pasajes tocan de refilón el tema. Así, sugiere que las «mujeres liberales violentas en políticas» lo son porque «tienen miedo del sexo». Y bromea sobre las relaciones personales entre la mujer del presidente de Vietnam del Sur y una excongresista: «No me extrañaría que fueran lesbianas».
Cotilleo
Al general De Gaulle le califica de «egomaníaco»; a Martin Luther King, de «farsante», por sus relaciones extramatrimoniales; a Indira Gandhi, de «ciruela pasa, una mujer horrible y amarga». También despelleja a la esposa del vicepresidente Lyndon Johnson, por tomar continuamente notas de todo. Asegura que Kennedy hablaba mal de su «número dos», diciendo «Dios mío, ¿te imaginas qué le ocurriría al país si Johnson es presidente?».
Religión
Recuerda que Kennedy se ponía cada noche de rodillas para rezar unos segundos y al final se santiguaba. «Eran maneras de niño, pero era algo tan dulce. Me divertía, estando yo allí de pie». «Nunca dejó de ir a la iglesia cada domingo, aunque he pensado con frecuencia si había algo de superstición».
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