El documental dirigido por Claudio Poli es una pieza necesaria para conocer la cruzada de Hitler contra el arte
Por: Astrid Meseguer/La Vanguardia
“Los alemanes se han esforzado mucho para enmendar los errores del pasado, pero el ámbito artístico es su telón de Aquiles”. Esta frase pronunciada por Anne Webber, cofundadora de la Comisión de Arte Expoliado en Europa, resume perfectamente el demoledor legado de destrucción que el régimen nazi dejó en el continente mientras estuvo en el poder. No solo arrebataron vidas humanas, también hicieron añicos la expresión artística de una cultura.
El excelente documental Hitler vs. Picasso y otros artistas modernos, que se podrá ver en un centenar de cines españoles solo el 19 y el 20 de noviembre, trata precisamente de reconstruir el saqueo de obras de arte llevado a cabo por los nazis, tanto en museos, iglesias, fundaciones y colecciones particulares como especialmente en los hogares de los judíos. Críticos de arte e historiadores pusieron su talento al servicio del régimen y participaron en las redadas. Se apropiaron de 600.000 obras; 100.000 están en paradero desconocido y su búsqueda, más de setenta años después, no ha terminado.
Los máximos dirigentes nazis desarrollaron una auténtica obsesión por el arte, que explotaban por cuestiones de propaganda. En muchos casos se apoderaban de colecciones privadas con la excusa de que los dueños estaban fuera de sus casas o habían huido, cuando en realidad se encontraban a la espera de una muerte cruel en campos de exterminio. “Los nazis ansiaban tener estatus social y el arte era un medio tradicional para ascender socialmente”, comenta a cámara Deaf Ledeboer, de la fundación Deventer.
Hitler fue un pintor mediocre que fue rechazado dos veces por la Academia de las Bellas Artes de Viena y deseaba crear su propio museo del Louvre en su ciudad natal, Linz, un proyecto que no prosperó. Se apoderó de 40 obras maestras -entre ellas piezas de Rubbens y de la familia Rotschild-, mientras que Hermann Goering, que le ayudó a hacerse con el liderazgo en 1933 y se convirtió en el segundo hombre más poderoso de Alemania, acumuló un tesoro de más de 700 bienes, además de construir su particular galería de las maravillas en su residencia de Carinhall, no lejos de Berlín. “Goering ambicionaba sin límites la riqueza. Fue uno de los mayores expoliadores de la historia, incluso más que el propio Hitler”, menciona el historiador Jean-Marc Dreyfus.
Dirigido por Claudio Poli, el documental cuenta con un guión extraordinario elaborado por Sabina Fedeli y Arianna Marelli, que realizaron un arduo trabajo de documentación para sacar a la luz unos hechos que aún reclaman justicia. A través de hora y media de metraje, desfilan ante nuestros ojos imágenes de archivo inéditas, intervenciones de periodistas, biógrafos, historiadores, coleccionistas, abogados y los testimonios de familias que han visto su patrimonio expoliado. “El guión lo hemos escrito basado sobre todo en los documentos que teníamos y pensando en los personajes que reflejaban historias humanas”, explica Fedeli a La Vanguardia.
La cinta contiene imágenes de archivo inéditas, intervenciones de periodistas, biógrafos, historiadores, coleccionistas, abogados y testimonios de familias que han visto su patrimonio expoliado
Uno de esos protagonistas es Simon Goodman, cuya familia de origen alemán vio cómo su colección de oro y plata del Renacimiento de valor incalculable acabó en manos ajenas. “Para muchas personas es difícil comprender la conexión entre cámara de gas y un robo de cuadros”, sostiene.
El caso de Goodman (quien, en una pila de cajas llenas de documentos antiguos, descubrió la historia de su familia y su magnífica colección de arte, con obras de Degas, Renoir, Botticelli y el ‘Reloj Orpheus’ que data del siglo XVI) se suma al de Edgar Feuchtwanger (vecino de Hitler en Múnich, cuyo padre fue deportado al tiempo que sus valiosos muebles y libros eran confiscados), Tom Selldorff (quien logró recuperar catorce obras de arte de su familia, confiscadas en 1930) o Marei Von Saher (heredera de la colección Goudstikker, objeto de un largo proceso legal).
“El documental explica una historia que no se ha acabado todavía; es muy actual y la hemos querido dotar de un sentimiento muy poético y humano”, sostiene la guionista y periodista italiana, que confiesa que se sintió involucrada personalmente en este relato histórico ya que su padre era marchante de arte y los padres de su esposo, de origen judío, estuvieron presos en campos de concentración.
Fedeli sostiene que los herederos de ese patrimonio robado tienen además la dificultad de demostrar que son los auténticos propietarios porque carecen de recibos o certificados que avalen sus pretensiones, ya que fueron quemados en la guerra. “Y no solo el deseo de recuperar esas obras responde a un criterio económico, sino que hay una fuerte carga sentimental en la que los recuerdos familiares tienen mucho que decir”. Y es que en una Europa expoliada por el totalitarismo de los nazis, muchas familias judías se salvaron vendiendo sus colecciones a cambio de un visado que implicaba seguir con vida. Otros millones fueron simplemente exterminados.
El documental explica una historia que no se ha acabado todavía; es muy actual y la hemos querido dotar de un sentimiento muy poético y humano
La película hace un recorrido por las cuatro exposiciones que exhiben parte de las obras recuperadas tras la II Guerra Mundial. Situadas en París, Berna, Bonn y Deventer, revelan la oscura obsesión de Hitler por el arte y su robo sistemático de los tesoros más grandes de la cultura europea. Con la voz del actor Toni Servillo (La gran belleza) como hilo narrativo, el espectador regresa a 1937, el año en que los nazis empezaron su ataque contra el arte con dos exposiciones: una de ellas era de arte ario puro -comparado a lo bello y sublime- y la otra era sobre “artistas degenerados”, entre ellos Picasso, Matisse, Botticelli, Chagall o Monet. Esta última fue llevada de gira por 12 ciudades en Austria y Alemania, con una asistencia de alrededor de 2 millones de personas.
La libertad de expresión y la estética moderna de esos artistas se presentaban al público de forma distorsionada, resaltando el hecho de que eran una amenaza a la ideología de Hitler, que clamaba contra los marchantes judíos y el bolchevismo cultural. Un arte prohibido que era tildado de ‘cosmopolita y comunista’ y que se vendería en subasta, cuyas ganancias terminarían en las arcas del Estado.
Las obras maestras del arte degenerado se venderían en una subasta, y las ganancias terminarían en las arcas del Estado
También se menciona el insólito caso de Cornelius Gurlitt, hijo de uno de los marchantes de arte más importantes del Tercer Reich, que acumulaba en su apartamento de Múnich más de 1.500 obras de arte de los siglos XIX y XX que habían desaparecido sin dejar rastro. El hallazgo en 2012, repleto de misterio, se conoció después de que este hombre fuera investigado por posible fraude fiscal cuando viajaba con más de 10.000 euros en metálico en el bolsillo en un control aduanero llevado a cabo en un tren que realizaba el trayecto Zurich – Munich. El gobierno bávaro prefirió mantener en silencio el descubrimiento para beneficio propio, un escándalo que acabó desvelando el diario Focus.
Como dice Servillo, “el arte a menudo es una llave, un caballo de Troya. Su poder es inmenso y contradictorio a la vez. El arte puede ser un medio y un fin. Puede redimir y condenar (…) puede ser una expresión de libertad y la cara visible del totalitarismo”.
Por otra parte, Sabina hace hincapié en la necesidad de que los jóvenes descubran el importante mensaje de atención detrás de Hitler vs. Picasso: “Me preocupan los nuevos fascismos que surgen otra vez, por eso abogo por la necesidad de explicar este tema a los jóvenes, así como dialogar con ellos sobre lo que ocurre en la actualidad. Yo misma voy a las escuelas a hacer charlas y los alumnos se muestran muy interesados, incluso me cuentan sus propias historias familiares. La cuestión de la memoria es fundamental y tiene que ser despertada siempre. Los hombres siempre han querido tener un enemigo. Hace años fueron los judíos; ahora son los migrantes”.
Los hombres siempre han querido tener un enemigo. Hace años fueron los judíos; ahora son los migrantes
Colocar el nombre de Picasso junto al de Hitler en el título no es una cuestión baladí. “Picasso es todo un símbolo en esta historia; es un nombre muy conocido y creíamos que ponerlo en el título sería como aunar todos los relatos que transitan por ella”.
De hecho, el documental cierra con una reflexiva anécdota que tiene al pintor malagueño como protagonista. Cuando un oficial de la Gestapo se acercó al estudio del pintor en París, en la mesa había una reproducción de su famoso cuadro Guernica. El oficial le preguntó: “¿Usted ha hecho esto, maestro?”, a lo que Picasso respondió: “No, esto lo han hecho ustedes”. Esta extraña conversación la reveló el genio español a una periodista el 24 de marzo 1945. En esa entrevista dejó constancia que un artista es un ser político. “La pintura no tiene la función de decorar casas. Es un instrumento de guerra ofensiva y defensiva contra el enemigo”.
No dejen pasar la oportunidad de ir a ver esta ambiciosa y necesaria producción. Toda una auténtica lección de historia que no puede ni debe caer en el olvido.
La pintura no tiene la función de decorar casas. Es un instrumento de guerra ofensiva y defensiva contra el enemigo