Dra. Zaida Alicia Lladó Castillo
Dedicado a las mujeres mexicanas,
en especial a las mujeres descendientes de libaneses radicados en el país.
En la fecha del 8 de Marzo, DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER, no hablaré de la mujer Mexicana como le he hecho en muchas ocasiones y en diferentes etapas del año, sino de las mujeres que viven en países que comúnmente se identifican por sus culturas radicales o donde predominan fuerzas conservadoras que remiten a la mujer aparentemente a un segundo plano.
Hablaré entonces hoy de la Mujer Libanesa, pero no de aquella que han dibujado en las naciones de occidente (a conveniencia) como mujeres opacadas, mancilladas o invisibilizadas por su cultura, sino de las que han sabido enfrentar la opresión social, económica y política luchando por su libertad, igualdad en sus territorios y por la paz en sus regiones y nación, en diferentes momentos de la historia.
Y tomo como base, dos documentos muy interesantes. El ensayo de Kamal Cumsille[1] investigadora de la Universidad de Chile, en el que hace un llamado de atención hacia la forma en que dibujan desde la perspectiva occidental, a la mujer libanesa y ante ello hace la siguiente pregunta dirigida a los países que pretenden dominar el lejano Oriente: ¿Por qué una retórica de defensa de la democracia y al mismo tiempo un silencio político y un irrestricto respaldo económico y militar a dictaduras sangrientas?
Cumsille, en ello quiere referir la doble moral que exhiben países como los EEUU y las potencias Europeas cuando, por una parte utilizan la victimización de las mujeres libanesas como escudo y por la otra emprenden invasiones sangrientas apoyando a otros países en su afán de dominio. Razonamiento que precisa en otra pregunta: “¿Por qué una retórica de emancipación anti-velo y al mismo tiempo velar a mujeres no veladas? … se trata pues de que, sea por la llamada “amenaza islamista” (en el caso del respaldo a las dictaduras árabes por parte de las potencias) o por el velo del orientalismo y la pretensión de universalidad de los discursos occidentales sobre libertad y liberación (entran aquí hombres y mujeres), la mujer árabe se ha visto invisibilizada tanto por el sistema patriarcal del que es víctima (al igual que todas las mujeres del planeta), por las fuerzas conservadoras de sus sociedades y también, por el mismo orientalismo que coloniza las mentes de las feministas occidentales. De manera que, Edward Said tenía absolutamente la razón cuando en su célebre Orientalismo, decía que Occidente ha “orientalizado” a Oriente porque le convenía que así sea” (Cumsille, 2011).
El segundo documento que retomo, es el libro reciente de la poeta y periodista libanesa Joumana Haddad[2]: “Yo mate a Sherezade. Confesiones de una Mujer Árabe furiosa”, en el que describe la entrevista que le hiciera una periodista, al ubicarla como una mujer “excepcional”, por el hecho de escribir poesía erótica y editar una revista sobre el cuerpo, comparándola con la imagen de una mujer Árabe “emancipada”.
Y ante ello, respondía:”no me considero una mujer tan “excepcional”. Hay muchas mujeres árabes liberadas, como yo. Y si usted así lo dice, no sabe de nuestra existencia y entonces ese es su problema, no el nuestro”.
Y defiende razones muy interesantes, tales como: “el lugar en que este prejuicio pone a la mujer árabe que lucha por la emancipación es el de eterna seguidora de la feminista occidental, ya emancipada y que lleva ya avanzada la lucha por los derechos de su género, pues se trata de un problema del léxico universal sobre el que occidente reclama toda propiedad y esto también corre para hombres y mujeres. Ahora, tampoco se trata de tergiversar la realidad ni de ser tan condescendientes con el mundo árabe, (por supuesto que no): la situación de la mujer en la mayoría de estos países es desastrosa tanto en aspectos legales como familiares, sin embargo, la historia de sus luchas nos muestra que hace ya bastante tiempo la mujer árabe dejó de ser esa víctima “velada” que nos exhibe el orientalismo con tanta insistencia, y del que también se hacen eco las feministas occidentales, sea por mero desconocimiento, o bien por la convicción de que el sujeto femenino es obra de su “civilización”.(Haddad, 2011)
Y en ello entiendo el porqué del enojo de Haddad. La aparición pública de la mujer árabe no comenzó el año 2012 y tampoco son un conjunto de anónimas veladas y no debemos devaluarlas. La mujer árabe ha jugado un rol importante,- no menor que el de los hombres, y tampoco menor que el de sus congéneres de otras culturas- en todos los procesos políticos y culturales de la historia de su región, y si ese rol se ha visto invisibilizado, es porque como se dijo antes, no lo han provocado solamente las fuerzas conservadoras de sus países, sino también el “orientalismo”, que impregna el discurso del occidente que dice defender sus libertades, que en el fondo se interpreta que las exhibe como minimizadas.
Y para muestra, menciona Haddad, de que existen mujeres árabes extraordinarias, menciona las siguientes:
May Ziadeh (1886-1941) nacida en Nazaret Palestina. Filósofa, historiadora y poeta. Que escribió más de 15 libros de crítica literaria y diversos escritos políticos, etc., Lamentablemente, más que por su trabajo, es conocida por su amor epistolar con el poeta Gibran Khalil Gibran (a quien nunca conoció personalmente ya que éste vivía en Nueva York), y al que ella hizo famoso en los países árabes a través de artículos sobre la obra del poeta en los principales periódicos de Egipto y Líbano.
Igualmente, Hoda Shaarawi y Safia Zaghloul. Dos mujeres egipcias que en 1919, participaron de la revolución nacional en contra de la ocupación británica jugando un papel protagónico. Sin embargo, es Hoda Shaarawi en 1923, junto con Saiza Nabarawi que fundaron la Federación de Mujeres, asociación que además de estar inscrita activamente en el movimiento anticolonial, luchó por la educación y de los derechos para las mismas. Uno de sus logros fue el que en 1924, elevaran la edad mínima para contraer matrimonio en el caso de las niñas siendo a los 16 años. En 1921, otras dos mujeres valiosas, Amelia Sakakini y Zalikha Al-Sharabi habían fundado una federación similar en Palestina.
Leyla Khaled (1944) Nació en Haifa, cuando Palestina aún estaba bajo mandato británico. En 1948 su familia se ve forzada a salir al Líbano, como parte de los más de 800 mil refugiados palestinos. A los 15 años se unió al Movimiento Nacionalista Árabe, que posteriormente se denominaría el Frente popular para la liberación de Palestina. Tuvo por ello que participar en comandos y operaciones en la resistencia Palestina.
O las mujeres que participaron en la guerra civil Francesa (1982) y la invasión Israelí que sometió a la capital Beirut, en este movimiento de resistencia patriótico palestino, participaron cientos de mujeres Entre ellas destaca Sana’ Mihaidli, proveniente de las filas del Partido Nacionalista Sirio, que en 1985 participó en una operación suicida en contra de un convoy militar israelí. Y por ese hecho, su imagen se muestra en un poster del frente aludido en conmemoración de la “Semana de la mujer de la resistencia”, que homenajea a mujeres mártires anualmente. Así mismo, Gigi Ibrahim, de 24 años, egresada de la carrera de ciencias políticas en la Universidad Americana de El Cairo, mujer protagonista de la revuelta egipcia que terminó recientemente con el régimen de Hosni Mubarak. Participó en los grupos laborales, contribuyendo en la articulación de diversos grupos que posteriormente participarían en el movimiento de régimen dimitido.
O el más reciente acontecimiento en los Premios Nobel de 2011, donde se galardona a la activista defensora de los derechos humanos yemení Tawakul Karman, a la que el titular del Comité Noruego del Nobel Thorbjorn Jaglan, le dijo emocionado que: el premio a Karman debería considerarse una señal de que tanto las mujeres como el islam tienen papeles importantes que desempeñar en el levantamiento conocido como la Primavera Árabe, la ola de rebeliones antiautoritarias que han desafiado a regímenes en el mundo árabe. La Primavera Árabe no puede tener éxito sin incluir en ella a las mujeres».
Por esas y muchas razones más, las mujeres Árabes reclaman que las vean no como sometidas (porque eso las ofende), sino como mujeres que les toco vivir en territorios en conflicto históricamente, que han sufrido es cierto, pero que ello les ha permitido tener una identidad nacionalista desde niñas, en el que basan su fuerza para seguir luchando todos los días, no para verse bonitas frente al espejo, sino para ver que algún día sus países amanezcan en paz y en armonía. Y eso no las hace menos inteligentes ni avanzadas, que las de otros países.
Por eso es importante aclarar frente al mundo. “las mujeres árabes han jugado un importante rol en lo que fue la Nahda (renacimiento cultural árabe de entre la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX), en la lucha anticolonial, en los movimientos revolucionarios de resistencia contra Israel, así como en las revueltas actuales de las cuales participan, no como mujeres, sino como parte de un pueblo entero que reclama libertades políticas de las que no gozan ni hombres ni mujeres” (Haddad, 2011).
Y esas palabras me cimbran, porque encierran mucha razón y entonces también me pregunto: ¿son las fuerzas del consumismo las que nos enajenan a los ciudadanos y nos hacen dependientes de esos países que lo controlan todo y nos obligan a orientar nuestra selectividad material y emocional, como ellos lo indican?, pues por desgracia así es y ello ha permitido que sutilmente nos hayan orientado a las mujeres, hacia la llamada “perfección económica y física” para parecernos a los modelos que surgen del capitalismo. Y no deja de ser una forma de manipulación.
Por eso las mujeres liberadas de occidente, por desgracia han copiado en mucho las formas europeas y norteamericanizadas (y México es de los pocos países que se salvan) de lo que para la mujer debiera ser su avance. Nos han dibujado los países capitalistas, a la mujer triunfadora sustentada en las cosas materiales: éxito empresarial, profesional, económico, etc., en base a la mística del consumismo y la utilidad y en función de una conducta avasalladora de otros. Entonces muchas mujeres confunden a la mujer exitosa, con el reconocimiento de sus “habilidades” pero para satisfacer egos propios, para confrontarse con el varón o para justificar sus estilos golpeadores para ser oídas, entendidas y atendidas, distorsionando así el verdadero sentido de lo que es la brillantez de la inteligencia y la capacidad, cuando se utiliza no en beneficio propio sino en el crecimiento y riqueza de los valores humanos.
Por fortuna en nuestro país, quizás por conservar y respetar aun su arraigo nacionalista y por su valiosa cultura, (que jamás debemos permitir que cambie en lo esencial); quizás porque existen posiciones tradicionalistas que continúan dando a la mujer un lugar de vital importancia no solo en la familia sino en el trabajo y el desarrollo de sus regiones; quizás porque la lucha de muchas, ha sido lograr junto con el varón una mejor sociedad (visión que choca con las feministas radicales), haya permitido que las mexicanas veamos la realidad con objetividad, colocando muy bien los pies sobre la tierra. Porque son más las que nos sentimos orgullosas que aun no nos hayan copado los avances del materialismo, que vivamos las tradiciones y que luchemos por las causas de género nacionales y por ningún motivo ello nos hace sentirnos menos que otras mujeres de otros países, por muy desarrollados que sean.
En la medida que las mexicanas, impidamos que el consumismo nos enajene y desvirtúe nuestra visión de lo que es el reconocimiento de capacidades entre hombres y mujeres, seguiremos conservando nuestra apreciación hacia aquellos valores que dan consistencia al ser humano y que son mucho mejores que el tener el poder de “Hillary Clinton”, el físico de la mujer “tipo barbie” o el dinero de Paris Hilton. Porque si nos dejamos llevar por esos parámetros de aparente superación, estamos cayendo en el culto al ego o a una dimensión contraria a lo que nos da seguridad y valor como personas.
No es el hecho de carecer de expectativas, pero tampoco de caer en ambiciones enfermizas y obsesivas centrando la atención hacia la banalidad y lo superfluo. Como tampoco es el hecho de lograr el avance en confrontación con el varón, porque si de algo se debe sentir orgullosa la mujer mexicana, es que su lucha a fraguado en el tiempo y se observan ya en el presente esos cambios culturales, sociales y políticos necesarios para vernos en igualdad, hombres y mujeres en muchos aspectos; y ello lleva implícito también, el que las mexicanas aun liberadas, continúan conservando lo que ha dado valor y consistencia a la familia, por lo que implica para la sociedad y por lo que de ella emana en principios éticos, indispensables en la formación y desarrollo de las mexicanas y mexicanos.
Por eso , pensando en muchas mujeres del mundo, de mi país y de mi estado, que viven en zozobra e incertidumbre, por las guerras, la inseguridad, el hambre o la pobreza, pero que pese a ello sacan la casta todos los días, dedico este artículo, pero en especial a las mujeres mexicanas descendientes de libaneses radicados en México y en Veracruz, porque si en su momento sus bisabuelos y abuelos llegaron a esta nación buscando nuevos horizontes y se quedaron porque en el mismo encontraron la tranquilidad y las oportunidades laborales y económicas para sacar adelante a su descendencia y en gratitud les inculcaron tenerle amor y respeto infinitos, habrán de sentirse orgullosas siempre de ese arraigo y como un acto de justicia , nunca olvidando ni como descendientes ni como mexicanas a la mujer libanesa que vive en su territorio y que pese a la adversidad saca valor todos los días para lograr su superación, construyendo el nuevo mundo que desean para su descendencia.
En el día Internacional de la Mujer, muchas felicidades a las mujeres del mundo, todas valiosas desde la más modesta trinchera.
Bibliografía
Al-Saadawi, Nawal. La cara desnuda de la mujer árabe. Madrid: Editorial Horas y Horas, 1991.
Cumsille, K., (2011) Las mujeres y las luchas Árabes por la liberación, Revista Nomadías, No. 13: 147-151, Universidad de Chile; kcumsille@gmail.com
Haddad, Joumana. Yo maté a Sherezade. Confesiones de una mujer árabe furiosa. Buenos Aires: Debate, 2011.
Khrais, Bilal. “Lebanon’s women warriors”, En: Al Jazeera English, 24 de abril de 2010. http://english.aljazeera.net
Naib, Fatma. “Women of the revolution”, En: Al Jazeera English, 19 de febrero de 2011. http://english.aljazeera.net
Wolf, Naomi. “The Middle East feminist revolution”, En: Al Jazeera English, 04 de marzo de 2011. http://english.aljazeera.net
Centro de Documentación Digital, Universidad Americana de Beirut.
http://ddc.aub.edu.lb/
[1] Cumsille, K., (2011) Las mujeres y las luchas Árabes por la liberación, Revista Nomadías, No. 13: 147-151, Universidad de Chile; kcumsille@gmail.com
[2] Haddad J. (2011), “Yo mate a Sherezade. Confesiones de una Mujer Árabe furiosa”, Debate, Buenos aires, pág. 13.
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