Dra. Zaida Alicia Lladó Castillo
Un dicho que muchas veces me repetía mi padre era aquel que, a su vez, le había enseñado en la niñez un maestro español que tuvo en su pueblo: “desconfía del indio con barbas, del español lampiño, de la mujer que luzca como hombre y del hombre que hable como niño”.
En un estilo particular de parábola, pretendía explicar para que entendiéramos (sus hijos), el ser cuidadosos de relacionarnos con personas (fueran hombres o mujeres) que no fueran congruentes en su actuar. Porque difícilmente veras un español puro que sea lampiño, un indio que porte barbas abultadas, una mujer (que se precie de tener una identidad bien definida) que se convierta en la enemiga de las mujeres y de los hombres; y del caballero (en toda la extensión de la palabra) que sea irrespetuoso y juegue con su honorabilidad, manipulando y engañando a los demás, tal y como lo hacen los bebes o algunos niños. Es decir, me dibujaba en ese “dicho” lo vital que era en la vida, la generación de la confianza, no sólo reflejado en la congruencia en el actuar, sino en el valor del ser humano cuando demuestra en sus actos madurez, honestidad, respeto así mismo, a los demás y a lo que representa para la sociedad, en todo espacio y circunstancia que se ubique.
Y ese era el asunto y sigue siendo en la actualidad, por eso lo retomo para revisar la actuación que ahora nos pretenden vender algunos personajes de la política, cuyas historias han sido publicitadas y han dejado mucho qué desear en cuanto a madurez, honestidad, respeto a la nación o a su Estado y sobre todo en congruencia en el decir y el hacer, que es donde muchos políticos no salen reprobados.
Ayer veía en la TV un Andrés Manuel López Obrador, ahora el aspirante legítimo de la izquierda para contender a la Presidencia de la República en el 2012, mesurado , respetuoso, tratando de verse congruente, pidiendo perdón a los empresarios, etc., ya no el contestatario, el que ofende a cuanto se le pone en contra en sus esquizofrénicas ideas, el incendiario que se atrevió a retar a las instituciones nacionales paralizándolas no importándole las pérdidas, el que transgrede la ley desacatando las órdenes judiciales cuando le han probado sus abusos en el poder o el que las acomoda a su conveniencia, el que se rodeó de camarillas de ladrones que han saqueado en dos sexenios el DF, el que encabezó marchas e invasiones que se volvieron costumbre desquiciando las ciudades y los ejidos, el que se burló hasta el cansancio de los empresarios, de los principales medios de comunicación nacionales y locales, el irreverente con la figura presidencial, el ignorante que no puede sostener una conversación sobre un tema de la agenda nacional que no sea para golpear a sus adversarios, el que para sacar una licenciatura tuvo que pasarse 8 años de su vida, el que ha ofendido a los presidentes de otras naciones con sus comentarios mordaces de los que ahora se arrepiente. De verdad, ¿ustedes creen que sea confiable una persona que de la noche a la mañana cambia radicalmente? Ahí, es cuando viene a mi mente la particular parábola nombrada.
Sí, porque un individuo que ha adquirido como hábito la mentira, la respuesta obstinada, la intolerancia cuando le dicen sus errores, la intransigencia y el actuar obstinado para querer voltear el mundo hacia una solo forma de ver las cosas: la propia, etc., no puede cambiar así porque sí. Y eso lo hemos probado con los resultados de algunos funcionarios y gobernantes en nuestro país y en otras partes del mundo.
Pero, cada quien es libre de optar por quién quiera, en eso de decidir su voto.
Con esta nueva actuación van los de la izquierda radical, con la que no comulga Marcelo Ebrad, y especialmente los que se identifican con obtener las cosas a base de la presión y la coerción, o aquellos que por su condición de pobreza y marginación lo ven como el Mecías que vendrá de tajo a salvarnos de la pobreza y la ignorancia, o aquellos que ya están cansados de ver a los y las políticas llegar a los cargos públicos con una mano adelante y otra atrás y salir de los mismos con boyantes fortunas ilícitas–por supuesto , viendo sólo a los de enfrente y no los casos de políticos de la llamada “izquierda” que están multimillonarios y siguen saltando de un cargo a otro–, y que no tienen como saciar sus ambiciones.
Y ahora con esa imagen de político suplicante, nos las quiere vender con gran histrionismo.
Que importante será entonces que a cada uno de los aspirantes a la Presidencia y los demás cargos de representación, se les publicite su historia de vida para ver cuáles son sus raíces familiares y nacionalistas y si vale la pena pensar en ellos. Porque muy pronto se llegará el momento de evaluar y analizar qué nos proponen los candidatos de los principales partidos políticos, que en alianza con los minoritarios, van de la mano a convencer a la ciudadanía. Y en ese contexto será necesario ubicar muy bien las variables a evaluar, entre otras menciono:
1.-Capacidad profesional y en la administración pública, basada en resultados de eficiencia en su gestión.
2.-Profesionalismo en la actuación como servidor público y/o como legislador, con la generación de iniciativas y aplicación de las mismas a favor de la nación o en el desarrollo de su entidad o área en que haya incursionado.
3.-Calidad moral y ética en sus actos, no solo personales sino de los equipos con los que ha compartido experiencias legislativas o de gobierno.
4.-Calidad moral en sus actos profesionales y familiares.
5.-Congruencia en su actuación, es decir, no dobles mensajes o dobles posiciones que generan dudas, inseguridad e incertidumbre en la actuación.
6.-Honestidad a toda prueba, es decir que en su historia de vida personal y pública no haya sido cuestionado por asuntos donde está en duda su probidad en el manejo de recursos económicos, personales y de sus equipos de trabajo.
7.-Capacidad y sensibilidad para llegar acuerdos con los diferentes grupos sociales y políticos, nacionales e internacionales, para que esto no sea un impedimento en el desarrollo y vinculación social, política y económica, dentro y fuera del país.
8-Que tenga como virtud el respeto irrestricto a las instituciones y un profundo amor a México, a su historia y su compromiso con el futuro de todos los mexicanos, entre otras.
Me parece que nuestro país tiene individuos que pueden generar confianza y respeto para favorecer a la VERDAD Y CERTIDUMBRE, de ahí que esperaremos que los partidos lo entiendan y, al nombrar a sus candidatos a la Presidencia , al Senado y a las Diputaciones , realmente lo hagan pensando en sus entidades y la Nación; porque el próximo 1º de julio de 2012 se juega el futuro, cercano y lejano de nuestra patria y del resultado de nuestra decisión, dependerá nuestra forma y estilo de vida propio y la de las siguientes generaciones. Por eso insisto, son tiempo de abrir los ojos, definitivamente.
Concluyo entonces con otro refrán muy popular, que igual me heredó Lladó Peña mi padre, que cae como anillo al dedo en la actualidad y que puede servir como referencia para evaluar muchos políticos incongruentes que vemos comúnmente:
“Debajo del agua mansa, está la peor corriente”.