Las traiciones sobrevuelan, las venganzas se renuevan y la ambición de poder sigue intacta. (Ojo, spoilers)
Por Elsa Fernández-Santos/El País
Aunque el desenlace de Juego de tronos está a la vuelta de la esquina, después del último capítulo emitido todo parece otra vez de vuelta a la casilla de salida. Las traiciones sobrevuelan, las venganzas se renuevan y la ambición de poder sigue intacta. Un capítulo denso, de combates verbales y en muchos sentidos a ras de suelo. Después de la épica batalla contra los muertos en Invernalia y de quemar en enormes piras de fuego a sus héroes caídos, cada personaje volvió al lugar que le corresponde, sin tiempo para curar las heridas ni resolver los asuntos pendientes. Solo Sansa y su sentido común intentaron poner algo de calma. Imposible. La ambición de poder es el motor de Daenerys Targeryen, su obsesión por el trono siempre ha sido el factor más inquietante de un personaje que está demasiado solo y que después de hoy lo está aún más si cabe.
La captura y ejecución de su amiga y cortesana Missandei, y la muerte de otro de sus dragones, Rhaegal, en una fatal emboscada, son la primera consecuencia de su decisión precipitada de volver al Sur. La cólera en el rostro de la Khaleesi reflejaba la caída libre de un personaje que parece condenado a pagar la ceguera de su ambición y que a veces se merece conquistar su maldito trono de hierro para darse entonces cuenta del enorme precio que ha pagado por él. Como el coro de las tragedias griegas, Tyrion y Varys comentan los hechos e intercambian secretos mientras los personajes llamados a reinar se precipitan en sus errores. Y Jon, el bueno de Jon, es un experto metepatas que, frito de ver cómo se tiran de los pelos sus mujeres favoritas, acaba de abrir la espita que puede acabar con todo. Su secreto (ya no tan secreto) sobre su verdadera identidad no solo lo aleja de su tía y amante sino que abre un nuevo frente de conspiraciones de las que ambos pueden ser víctimas. Como dice el sabio Varys, que Jon no quiera gobernar lo convierte en el más adecuado para hacerlo.
Su amor (si es que eso importó alguna vez en esta serie) no es el único en juego. La amarga despedida entre Jaime Lannister y Brienne de Tarth bien podría resumir las últimas horas en los Siete Reinos. No hay principios que valgan, la llamada de la sangre siempre gana y como en la fábula del escorpión y la rana, no hay elección. Y Jaime, en una nueva vuelta de tuerca de uno de los personajes que mejor ha encarnado la lucha entre el bien y el mal, eligió su propia naturaleza. Luciendo su aguijón envenenado decidió volver al infierno al que pertenece. «¿Crees que soy un buen hombre?», le preguntó Jaime a una Brienne ahogada en lágrimas («Quédate conmigo, por favor», le suplicaba ella, «tú no eres como tu hermana»). Pero Brienne solo encontró la tozuda realidad como respuesta: después de detallarle todos los crímenes que volvería a cometer por la sanguinaria Cersie (nombre que repitió una y otra vez con una crueldad innecesaria) zanjó el dilema: «Es odiosa, como yo». Si la justicia poética existiese, Jaime sería el verdugo de su hermana y amante. De Matareyes, apodo que carga el personaje por haber matado por la espalda al Rey Loco, a Matareinas.
Cuando Brienne y Jaime Lannister cruzaron sus caminos en la segunda temporada empezó un amor platónico que se ha consumado en esta recta final de la serie. Según le explicó George R.R. Martin a Gwendoline Christie, actriz británica que interpreta a la gigantesca mujer caballero, para él se trataba de subvertir los roles de La Bella y la Bestia para al final preguntarse quién de los dos es la bestia. Escorpiones, ranas, bellas y bestias… después de este último capítulo solo reina el desconcierto.
Apuestas por el trono
Después de ocho temporadas, solo quedan dos capítulos para el final de la serie Juego de tronos y las apuestas por qué personaje acabará sentado en la silla al frente de Poniente cada vez se ajustan más. Después de la gran batalla en Invernalia de la tercera entrega y tras la muerte de algún personaje principal, Bran Stark es el favorito en las casas de apuestas (según un promedio tomado de tres casas recogidos en Oddscheker) con un 25% de probabilidades entre los 15 personajes principales. Le siguen Sansa Stark (22%) Gendry, el hijo bastardo del fallecido en la primera temporada Robert Baratheon con un 13%, Jon Nieve (12%) y Arya Stark (7%). En las casas de apuestas se da por segura la muerte de Cersei Lannister.
Hasta la noche del lunes, la opinión de los lectores de EL PAÍS difiere bastante de la de las casas de apuestas. Jon es el favorito de los lectores con un 30%, según una encuesta que permanece abierta en la web del diario (en la que Bran solo tiene un 2% de probabilidades). Daenerys Targaryen, la madre de dragones, sigue a su sobrino con un 21% (mientras que en las casas de apuestas se conforma con un 6%). El tercero de la lista es Tyrion Lannister (12%), seguido muy de cerca por Arya (11%). El último capítulo de la serie de HBO se emitirá en la madrugada del domingo 19 al lunes 20.