Alude a los cuerpos vulnerados, invisibles y en resistencia; música electroacústica, densidad sonora y atmósfera de terror.
Por: René Chargoy/Gaceta UNAM
1 de octubre de 2018. Intervención masiva en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco que alude a los cuerpos vulnerados, invisibles y en resistencia. Coreografía de Evoé Sotelo y música de Mauricio García de la Torre. Aproximadamente 300 personas de edades muy diversas ocupan de pie un breve lugar frente al edificio Chihuahua. Son las 18:10 horas. Algunas de ellas con el brazo en alto hacen la V de la victoria. Graves y vibrantes sonidos se desplazan repetidamente hacia el sur de la explanada.
Encima de sus cabezas sobrevuela un dron que asemeja a un helicóptero en miniatura. Desde uno de los balcones del emblemático edificio se enciende una luz verde, la señal de ataque que imita a otra que le precedió cinco décadas atrás en el mismo sitio. El sonido arrecia y minutos después se reproducen desde los altavoces cientos de disparos de ametralladoras y bayonetas.
Envolvente atmósfera de terror. El fuego es cerrado y caen sobre el asfalto innumerables heridos de bala, otros asistentes al mitin se desangran y exhalan su último aliento. En su mayoría, jóvenes estudiantes. Caos, miedo, pánico y el llanto ahogado en quienes intentan huir inútilmente de la emboscada. Recreación que asusta y sacude a los observadores, algunos con cámaras fotográficas y celulares, los más con ojos expectantes, vidriosos, desorbitados.
Música electroacústica, densidad sonora. Se regresa la cinta y la siguiente escena es como un relámpago. Se corre en todas direcciones para salvar la vida. El inexistente olor a pólvora viene a la memoria. Doloroso amasijo humano. Zapatos huérfanos, la única huella de los desaparecidos. El silencio se codea con la muerte y 50 años menos un día después se encienden veladoras para los caídos. Una flamita de luz.
¡2 de octubre no se olvida!, un grito que a todos pertenece, seguido de un goya y un huelum que unifican y enorgullecen atemporalmente. Infaltable el conteo final, del 1 al 43. ¡Vivos se los llevaron. Vivos los queremos! Concluye la representación cerca de las ocho de la noche. La plaza quedará en silencio por unas cuantas horas porque al día siguiente, aniversario 50 de la matanza, del GDOcidio, se congregarán miles de rostros y voces intergeneracionales para clamar al unísono: ¡Nunca más!