El entrenador de los mexicanos se ha convertido en uno de los personajes del Mundial por sus excentricidades en la banda y su buen tino en los planteamientos.
Por Juan Diego Quesada/El País
El elegante Niko Kovac, camisa blanca, zapatos relucientes, pelo engominado hacia atrás a la moda de los balcánicos de los noventa, aguantó el naufragio de Croacia con el mismo gesto imperturbable que le ha acompañado durante todo el Mundial. Kovac está criado en la lógica que la expresión pública de los sentimientos es una muestra de debilidad. En el otro banquillo, el seleccionador de México, Miguel Piojo Herrera, con una raya en medio que divide en dos partes iguales su media melena, gesticulaba casi en cada lance del juego, alzaba los brazos al aire como un controlador aéreo a pie de pista y se revolcaba con sus muchachos en la celebración de los goles. «Kovac estará guapo pero el Piojo es de los que enamora», circulaba una broma por redes sociales al acabar el partido. Herrera tiene las condiciones de antihéroe al modo de Cantinflas o el Chapulín Colorado, mitos de la cultura popular mexicana.
La victoria del Tri sobre Croacia (3-1) se vivió en el país norteamericano con la misma pasión que no trató de ocultar Herrera en el área técnica. En el país donde se inventaron las rancheras, la afectividad es un asunto de dominio público. Los aficionados se congregaron en el Ángel de la Independencia de la Ciudad de México, un símbolo patrio. En Acapulco la gente echó a bajo una estatua de la Diana Cazadora, una fuente que el presidente Manuel Ávila Camacho había levantado en el DF en los años 40 y después se fue replicando por otras partes del país. Cuando de celebrar se trata no hay mármol que valga.
La fama de showman de Herrera se está dando a conocer por todo el mundo. El periódico británico The Guardian resalta en una crónica que el entrenador de México se está convirtiendo en el nuevo protagonista de Internet. Los memes del Piojo celebrando los goles de su equipo con la boca abierta y los puños cerrados opacaron en la red la actuación del brasileño Neymar, que a la misma hora en el estadio Nacional de Brasilia se convertía en el máximo goleador del torneo. Su abrazo con Guillermo Ochoa, el portero, es el culmen de la felicidad. El Wall Street Journal considera que el hombre que se hizo cargo del combinado nacional cuando las cosas no iban muy bien en la fase de clasificación es el técnico más animado de Brasil. El Huffington Post va más allá todavía: «Lo mejor del Mundial».
El Piojo tiene la imagen del chico listo de barrio que podría haber acabado en la mediocridad pero resultó ser capaz de hacerse un hueco en la élite de su profesión. Si Hugo Sánchez viste bien, conserva una figura atlética y habla con la seriedad de un registrador de la propiedad, Herrera es su personaje bizarro. Mientras que el mítico goleador del Real Madrid se licenció en odontología, Herrera se especializó en higienismo dental, que viene a ser el ayudante de quien saca las muelas. Piojo quería tener un diploma por si esto del fútbol no funcionaba y optó por un título «para el que no era necesario leer mucho». Un anuncio antiguo de una marca de ropa en el que aparece Herrera semidesnudo ha servido más para hacer bromas que para forrar carpetas.
Se crió en la colonia Narvarte de la Ciudad de México con la ausencia de su padre, que abandonó la familia. Se agarró a golpes con todo aquel que osó hacer una broma al respecto. La madre, de quien ha heredado el fuerte carácter, lo puso de niño a trabajar de empacador de bolsas en un supermercado. Primero como futbolista y ahora como entrenador, Herrera se ha esmerado en ayudar a los suyos. Allá por donde ha pasado ha montado restaurantes y negocios que regentan sus hermanas.
El técnico de moda en el Mundial no solo deslumbra en la banda, también en el plano táctico. El lunes puso en jaque a los croatas apostando por dos delanteros en la segunda parte, una jugada de ajedrez que dejó mudo al estiloso Kovac. El domingo, el rubicundo Van Gaal tiene la misión de desmontar toda su parafernalia. Un piojo frenético le amenaza.
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