En carta pastoral de navidad Monseñor Juan Navarro Castellanos dice que la oscuridad que hay, y cuestionables intereses han prendido la alarma en la sociedad.
El obispo de la diócesis de Tuxpan que comprende el norte del Estado, firmó una carta pastoral con los obispos de la región del golfo que integra el Estado de Veracruz, documento que reproducimos:
Saludo y mirada a la realidad que vivimos
1. A todas las familias de las ocho diócesis de la provincia eclesiástica de Xalapa, un cordial saludo de paz y nuestra bendición con motivo de la celebración del nacimiento de nuestro Salvador, deseando que la luz y el amor de Cristo resplandezcan en cada una de sus obras.
2. El alegre anuncio de los ángeles a los pastores, cuando señalaron la venida de Cristo, va acompañado de una invitación a dar gloria a Dios por el nacimiento del Hijo de Dios, y apunta al compromiso de ser constructores de la paz entre los hombres, la cual no es sólo un don, sino una tarea que debemos realizar con empeño y perseverancia.
3. Jesucristo asumió nuestra naturaleza humana, sin dejar de ser Dios, y nos ha enseñado a vivir como hijos adoptivos de Dios. La dignidad de la persona humana ha quedado enaltecida de modo definitivo en la Encarnación del Hijo de Dios [1], así como también en toda experiencia humana de la familia, el trabajo, el servicio, el sufrimiento, etc., que Cristo compartió con la humanidad.
4. Al respecto, tenemos que reconocer que algunas realidades, plagadas de oscuridad y falsos intereses, constatables en numerosas comunidades nuestras, nos han conmovido y alarmado a muchos. Nosotros, como Pastores y servidores de ustedes, nos damos cuenta de que nos hace falta avanzar en caminos de justicia y respeto fraterno, de paz y seguridad, en los cuales nos sentimos muy comprometidos con todos ustedes.
5. El Papa Benedicto XVI nos invita a recorrer el Año de la fe como familia de Dios, con la motivación de que la virtud y compromiso de la fe, como don de Dios, mantiene la puerta abierta al mensaje siempre vivo y actual de Cristo, Redentor nuestro, cuya venida ha marcado la historia de la humanidad entera. “La puerta de la fe, que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros” [2].
Gratitud y esperanza en nuestras comunidades
6. “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz…” (Mt 4,16). El anuncio de la llegada de nuestro Salvador nos alienta a una actitud de auténtica esperanza, al intensificar nuestra oración por el progreso de nuestra patria, y fomentar la unidad y la paz, comenzando con la coherencia y transparencia en nuestra propia conciencia, nuestra familia y nuestra comunidad. La luz de Cristo, que comenzó a resplandecer con mayor intensidad desde el día de su venida, dará sin cesar fuerza a nuestros buenos propósitos y mantendrá la buena semilla de la fe, el amor y la fidelidad.
7. Con gratitud y esperanza, enumeramos algunos eventos eclesiales y sociales, los cuales, con la luz que nos ofrece el nacimiento de Cristo, podremos aprovechar mejor:
I. a)Desde el 11 de octubre del año en curso se inició el Año de la fe. “El comienzo del Año de la fe coincide con el recuerdo agradecido de dos grandes eventos que han marcado el rostro de nuestra Iglesia de nuestros días: los 50 años pasados desde la apertura del Concilio Vaticano II, por voluntad del beato Juan XXIII (1 de octubre de 1962) y los 20 años desde la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica, legado a la Iglesia por el beato Juan Pablo II (11 de octubre de 1992)”[3].
II. b)Ante tales documentos de inmenso valor para la instrucción, reflexión y vida de la Iglesia, los Obispos de esta Provincia veracruzana nos hemos propuesto comenzar durante este año con una atenta mirada a los textos del Concilio Vaticano II, para reconocer como dice san Pablo que: “Caminamos en la fe” (2Cor 5,7). En efecto, el Año de la fe es un tiempo para hacer crecer y fortalecer la respuesta de fe en todos los creyentes; así debemos expresarlo durante este Año de la fe con mayor intensidad. Tendremos la valiosa oportunidad de alimentar el espíritu misionero en nuestras comunidades, y apoyar con nuestra oración y nuestros recursos la importante y urgente tarea de llevar el mensaje de Cristo “hasta los últimos rincones del mundo” (Mt 28,20).
III. c)Del 7 al 28 de octubre de este año, tuvo lugar el Sínodo de los Obispos, presididos por el Papa Benedicto XVI, en la ciudad del Vaticano, con el tema de: “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”, evento que nos ayudará a valorar más la imprescindible tarea de la Iglesia en el anuncio del Evangelio. Estamos seguros que las conclusiones de esta reunión de los Pastores de la Iglesia nos ayudará a ser más conscientes de que “la evangelización nace de la familia” y, la tarea evangelizadora debe promover su novedad y entusiasmo.
IV. d)Celebraremos también durante el año 2013, los respectivos jubileos de las diócesis del puerto de Veracruz (19 de marzo) y de Tuxpan (25 de abril), que conmemoran las cinco décadas recorridas en la fe como pueblo de Dios, desde que fueron fundadas.
V. e) También estamos recibiendo en estos días a nuevos gobernantes para nuestra patria, y expresamos nuestro profundo anhelo de seguir avanzando hacia el resplandor y la fuerza del amor, que Cristo infunde en el corazón de todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
Conclusiones
8. “La fe es la compañera de la vida, que nos permite distinguir con ojos siempre nuevos las maravillas que Dios hace por nosotros. Tratando de percibir los signos de los tiempos en la historia actual, nos compromete a cada uno a convertirnos en un signo vivo de la presencia de Cristo resucitado en el mundo” [4]. La fe es un acto personal y comunitario: es un don de Dios para vivirlo en comunión con la Iglesia y comunicarlo al mundo. Todas nuestras iniciativas en el Año de la fe, seguramente fortalecerán el gozoso redescubrimiento y el renovado testimonio de la fe” [5].
9. Invitamos a nuestros sacerdotes, personas consagradas, fieles laicos comprometidos, familias y pequeñas comunidades a reforzar el compromiso de avanzar hacia una nueva evangelización, para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe. Tenemos que colaborar todos para suscitar en los demás fieles la aspiración de confesar la fe con plenitud y renovada convicción, con gozo y esperanza. Con todos, uniremos esfuerzos para comprender de manera más profunda los contenidos de la fe, y sobre todo, acrecentar el acto con el que decidimos entregarnos totalmente y con plena libertad a Dios y al servicio del prójimo.
10. Que el Año de la fe haga cada vez más intensa y profunda nuestra relación con Cristo, ya que solamente en Él tenemos la certeza de ir transformando nuestras realidades y nos garantiza un amor auténtico y duradero. Procuremos fomentar los principales medios que son el alimento de nuestra fe, como es la oración, acompañada del estudio y reflexión y de las buenas obras, que dan madurez y firmeza a la verdadera actitud de fe.
11. Que la Virgen Santísima y san José, quienes recibieron al Niño Jesús con tanto amor y disponibilidad y lo acompañaron en su formación y crecimiento aquí en la tierra, intercedan por nuestras familias para que, iluminadas por el mensaje de salvación, en cada uno de sus integrantes se acreciente el propósito de ser discípulo misionero a favor de la nueva evangelización mandada por Cristo resucitado y que el mundo necesita.
12. En Cristo nuestra paz, el cual nació para salvarnos, imploramos la bendición de Dios para cada uno de ustedes, su familia y todas nuestras comunidades diocesanas.