El ex gobernador es un bicho ladino y peligroso, afirma el periodista.
Pedro Ferriz de Con/ Columna Grupo Imagen
Empiezo esta novela un día de julio de 2004 en el que invito a los aspirantes al gobierno de Veracruz a un debate de ideas y propuestas en el Puerto Jarocho. Gerardo Buganza estaba puntual a la cita, Fidel Herrera no llegaba, aunque yo sabía que estaba sentado en su coche a unas cuadras del hotel sede, esperando calar en mi reacción en caso de que no se presentara. Poco antes de iniciar el ejercicio se apersonó Dante Delgado Rannauro, un candidato apoyado por el PRD y Convergencia que yo no había considerado, por no constituir una opción viable para el triunfo de esas elecciones. Me dijo que se le hacía una grave omisión y lo invité a sentarse. Estaba a punto de empezar con los presentes y por el micrófono convoqué a Fidel, haciéndole ver que sabía que estaba agotando la instancia para no asistir. Muy a su pesar… llegó.
Siempre he percibido a Fidel Herrera como un Zorro. Desde sus años mozos así lo fue. Se nota a la legua que vivió serias limitaciones en su infancia, que le hicieron cobrar venganza en cuanto la vida le diera una oportunidad… Y así fue, Fidel se coló en los círculos del poder priista. Agitó las aguas hasta donde pudo, convirtiéndose en uno de los primeros “trapecistas” en el Poder Legislativo. Influyó en el PRI hasta donde su eterna verborrea le permitió, metido en campañas y giras presidenciales. Cárteles políticos y grupos de poder. Digamos que si alguien le ha sacado raja al PRI todopoderoso de tiempos idos, fue Fidel “el negro” Herrera. Siempre vi con temor para México que hombres como él llegaran a dominar alguna cartera o gobierno. Es un ser que desconoce los escrúpulos, la ética, la honradez o el honor. Digamos un mal nacido, incrustado en la vida política de mi generación… hasta nuestros días. Cuando llegó al gobierno de Veracruz, supe que iniciaría una pesadilla que calculé de seis años… Me equivoqué. Fidel Herrera sigue gobernando desde la oscuridad. Y así será hasta que haya algo o alguien que cambie su destino.
No alcanzo a entender cómo asaltantes tan visibles puedan mantener ese grado de impunidad. No entiendo cómo no ha sido expulsado del PRI y menos que siga teniendo aliados.
El mayor logro de su sexenio fue haber empobrecido al estado, hasta el grado que hoy, por su nivel de: endeudamiento, bienestar, infraestructura y deterioro de sus actividades primarias y algunas secundarias (las que dejó vivas) ocupa uno de los últimos lugares en la lista de la República. La expulsión de veracruzanos a otras entidades y a EU es apabullante. Uno de cada cinco en edad de trabajar, tuvo que emigrar durante su sexenio. La deuda pública de su administración, deja a Veracruz como el quinto estado más endeudado del país, con 35 años de plazo para consolidar obligaciones. El grado de corrupción desarrollado hizo inmensamente ricos a muchos empresarios de poca monta o de medio pelo. Ahora forman parte del cártel que lo sigue vanagloriando. La mezcla de poder económico que les brindó se entrelaza con las actividades que éstos empezaron a ejercer con Los Zetas en el Estado.
Los dos puntos neurálgicos de delincuencia organizada en la actualidad son Tamaulipas y Veracruz. Pesadilla de operativos federales que ven en esos lugares la resistencia, no sólo de las pandillas, sino de parte de la sociedad que han hecho presa de sus intereses.
El pasado miércoles, tuve la osadía de denunciar que el Puerto de Veracruz está inundado de zetas. Es más, dije que éstos ya son dueños de una importante cantidad de negocios. La reacción fue que horas más tarde, una veintena de asociaciones y cámaras me enfilaron un desplegado en Excélsior, en el que manifestaron mi falta de ética y profesionalismo por mis dichos y calificativos hacia el Estado veracruzano. Grupos empresariales que en años no se ponen de acuerdo para nada, en cuestión de horas me habían armado una reacción, orquestada por Fidel Herrera, por conducto de los que son sus títeres y otros que lo ignoran. Lo mismo hace en internet, donde me ha levantado campañas difamatorias. Lo mismo hizo como reacción a cuando presenté una grabación en la que le daba instrucciones al actual gobernador para que “movilizara” el voto. Esa que decía que estaba sentado en “la pinche silla del poder”. Luego de esto, mandó hacer una edición de palabras mías —mal acomodadas— con frases de él, en las que todo exhibe, como si lo estuviera extorsionando.
Fidel Herrera es un pájaro de cuenta. Un bicho ladino y peligroso. Nadie de mis allegados me recomienda que publique estas líneas, mas considero mi obligación hacerlo. No sólo por quién es y lo que ha hecho, sino por el mal ejemplo que damos a la sociedad, cuando lanzamos una guerra en contra de la delincuencia organizada y dejamos de lado a gobernadores organizados en la delincuencia, como él. El quebranto a las finanzas públicas, el abuso de poder. El sesgo que tomaron las obras públicas, educación y salud. El rumbo político y el deterioro social, hacen de Fidel Herrera, el enemigo público número uno de los veracruzanos.
Aunque sé que nadie levantará un dedo contra él. Aunque sé que nadie en la sociedad se atreverá. Aunque sé que ni el mismo Presidente, ni el Poder Legislativo ni el Judicial dirán que esta boca es mía. Con todo, sé que es una vergüenza de nuestro tiempo y será mi obligación levantar la voz. Aunque no tenga eco. Aunque sea para nadie. Aunque no sirva para nada.
Nota: Pregunté el viernes al auditorio: “¿Aprobaría usted que el PRI le diera a Fidel Herrera una responsabilidad política hacia 2012?” Para cuando terminé el programa, luego de cuatro horas 15 minutos, el resultado era: 4% aprobaría, 96% no.
Ahora que escribo estas líneas, los números son: 78.54% aprobaría, 21.46% no.
Gracias, Fidel, me lo sigues ratificando. ¡Eres un marrano!
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