Escribir, el placer solitario del mexicano Guillermo Chao

EFE/The San Diego Union

El periodista tuxpeño Guillermo Chao, autor de la novela “La maleta mexicana”, concibe el acto de escribir como un ejercicio solitario para provocarse placer y solo después de eso ve con buenos ojos que sus obras tengan éxito de ventas.

“Yo escribo para mí y ya que lo escribí lo comparto a la gente, quizás les guste, sino no pasa nada porque yo ya lo leí y me satisfice. Es una especie de onanismo literario, un placer solitario”, explica en una entrevista con Efe.

Vestido de traje con una corbata elegante, Chao da la impresión de ser un hombre que prefiere mantener las distancias bien marcadas, pero apenas comienza a hablar de su libro, saca la vena de conversador originario de la ciudad de Veracruz y se olvida de las formas.

“Cuando me interesa un tema leo todo acerca de eso y si no hallo un autor que lo plantee como yo quisiera, lo escribo yo. Entonces investigo mucho y así, además de alma, la novela tendrá esqueleto y se sostendrá por sí sola”, señala.

“La maleta mexicana” cuenta el viaje de París a México del archivo fotográfico más importante de la Guerra Civil española (19361938) que setenta años después aparece entre las pertenencias de un general en una céntrica colonia de la capital mexicana.

Con un lenguaje directo con pocos adjetivos, Chao le sigue el rastro a las cajas de negativos con fotos capturadas por el famoso fotógrafo Robert Capa junto a Gerda Taro y David “Chim” Seymour y liga ficción con realidad para completar una obra fácil de leer, con datos duros y otros inventados.

“La maleta fue un refugiado más de la Guerra y me pareció necesario contar la historia. Aproveché la trama para escribir sobre personas que admiré, como el poeta Renato Leduc, la pintora Leonora Carrington y el fotógrafo Imre “Chiqui” Weisz.

En 22 capítulos el escritor narra momentos de la Guerra Civil y se centra en la gran personalidad de Leduc, además de tocar aspectos de la vida de Carrington y de su esposo, el húngaro Weisz, con un papel protagonista en la historia del archivo de fotos.

Chao conoció a Leduc, estudió su obra, y se dio gusto al disertar sobre la historia del también diplomático. Otra fuente de disfrute fue investigar las vidas de Capa y Weisz, originarios de Hungría, país cercano al escritor, cuyo apellido materno, Ebergenyi, es húngaro.

Nacido en 1946 en Tuxpan, Veracruz, Guillermo Chao dirigió algunos diarios mexicanos y se desempeñó como subdirector de la Agencia de Noticias UPI.

Su cercanía a la ficción tuvo que ver con autores anglosajones como Ernest Hemingway, William Faulkner, Truman Capote o Gay Talese.

“De joven me llamó la atención esa literatura, me gustaba viajar y en esas novelas los personajes viajan mucho. Entonces aún no llegaba el ‘boom’ latinoamericano, cuyas novelas no van más allá de la plaza del pueblo, no critico eso, solo lo describo”, dice.

Como profesor de periodismo de la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México, Chao le insiste a sus alumnos la diferencia entre ver y observar, escuchar y oír, y a partir de ahí insiste en algo mil veces repetido, pero a menudo olvidado, que la clave del oficio va tomada de la mano de la capacidad de sorpresa.

Al escribir su novela, el mexicano cuidó las historias mínimas y a partir de ellas creó la gran historia, que plantea al lector la interrogante de hasta dónde la realidad se hizo ficción o al revés.

“Es novela, y en el momento de su creación uno pasa por un estado de fidelidad absoluta en el que no quiere saber de nada más en el mundo. Pero los escritores son bígamos y cuando se pasa la calentura, empiezan a interesarse en otros temas”.

Lo dice con la certeza de quien sabe que los buenos amores se viven a solas y son eternos… mientras duran.

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