En el corazón de las escuelas hitlerianas

Adoctrinamiento en las aulas hitlerianas
Adoctrinamiento en las aulas hitlerianas
Ödön von Horváth, autor de «Juventud sin Dios», está considerado como uno de los grandes autores de la República de Weimar. Tuvo que huir de Alemania
Por Mercedes Monmany/Abc Cultura

Qué generación va a ser esta (…) Hablo otro idioma, diría el escritor antinazi Ödön von Horváth, de origen austrohúngaro (Fiume, hoy Rijeka, Croacia, 1901 – París, 1938) en su obra «Juventud sin Dios», de 1937. Una novela estremecedora, de las principales de aquel periodo, que gira en torno a las escuelas de adoctrinamiento nacionalsocialistas. Un tenaz e incansable lavado de cerebro de varias generaciones de jóvenes alemanes, un inmoral implante de pensamiento atrozmente racista, de los que en poco tiempo irían a la guerra, a tratar al resto de los países ocupados como auténticas «colonias». Cuando al protagonista de esta historia, un joven y honesto profesor de secundaria de Historia y Geografía -las dos asignaturas preferidas por los nacionalsocialistas para difundir sus ideales- se le ocurra decir en clase que «los negros también son seres humanos», un enfurecido padre de alumno vendrá a protestar. «¡Una afirmación así sobre los negros es un sabotaje a la patria!», dirá. «¡Con qué pérfidas argucias el veneno de su delirio humanista pretender socavar las inocentes almas infantiles!».

A comienzos de siglo las más conocidas novelas de Ödön von Horváth, «Juventud sin Dios» y «Un hijo de nuestro tiempo», aparecieron traducidas en Austral con unas excelentes ediciones preparadas por la escritora Berta Vias Mahou. Ahora, gracias a una nueva e igualmente estupenda traducción, y epílogo, de Isabel Hernández, el lector español tiene ocasión de reencontrarse con este imprescindible autor, de los más importantes de los años 20 y 30 del pasado siglo. Uno de los más representativos de la República de Weimar, que tendría que emprender el camino del exilio como otros muchos a la llegada de los nazis.

Murió en París, donde se iba a reunir con Robert Siodmak para llevar esta novela al cine

Prohibidas sus obras por los nacionalsocialistas, famoso dramaturgo cuyas obras no han cesado de representarse estos últimos años tanto en Alemania como en prestigiosos festivales como el de Avignon, su nombre no ha dejado de ser reivindicado, como lo fue en su día por Hermann Hesse, Thomas y Klaus Mann, Joseph Roth o Bertolt Brecht. Handke, ferviente admirador suyo, diría que era superior a Brecht y que la fuerza dramática de sus obras se podía comparar a Chéjov y Shakespeare. Por su parte, en la obra del gran escritor serbio Danilo Kis «Laúd y cicatrices», Horváth ocupa un lugar central, encarnando la figura del «apátrida», representado con una famosa frase suya: «Soy la típica mezcla -diría en 1934- de la monarquía austrohúngara, que en paz descanse…».

Vida errante

Escritor en lengua alemana, ya desde su niñez y adolescencia Horváth, al ser hijo de diplomático, erraría por toda Europa, algo que repetiría, por numerosas ciudades, en su huida del nazismo. Su final en París, cuando esperaba reunirse con el director Robert Siodmak para llevar «Juventud sin Dios» al cine, no pudo ser más legendario. En junio de 1938, paseando por los Campos Elíseos, la rama de un árbol le cayó encima y lo mató durante una tormenta. El también autor exiliado Hermann Kesten diría con tristeza en su funeral: «Que las SS nos persiguen lo sabíamos. ¡Pero que hasta los árboles de los Campos Elíseos empiecen a matar poetas alemanes exiliados!».

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