Al cabo de un mes dominado por disgustos, traiciones e intrigas, el Vaticano volvió el martes a hablar de «sus temas normales», en este caso el Sínodo mundial de obispos que abordará en octubre la «nueva evangelización» y servirá de marco para el lanzamiento del «Año de la Fe» con motivo del 50º aniversario del comienzo del Vaticano II.
Por primera vez desde hace exactamente cuatro semanas, el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, no tenía que hablar de filtraciones de documentos, del arresto del mayordomo del Papa, el cese del banquero del Vaticano o la marcha de las investigaciones para descubrir a los culpables de un «Vatileaks» que sigue pesando como una losa hasta que se descubra y se castigue a los autores.
Los temas de esta semana son los dos grandes proyectos del Papa para el otoño: el Sínodo de Obispos que abordará, del 7 al 28 de octubre, el tema de «La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana», y el «Año de la Fe» que dará comienzo el 11 de octubre, y cuyas iniciativas serán presentadas este jueves por el arzobispo Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización.
El domingo 21 de octubre, el Papa presidirá la ceremonia de canonización de siete nuevos santos, incluida la española Carmen Sallés (1848-1911), fundadora de las religiosas Concepcionistas, especializadas en la enseñanza de la mujer. Entre las nuevas santas hay otra religiosa, Marianne de Molokai(1838-1918), y dos laicas, la alemana Anna Shäffer (1882-1925), y la joven mohawk Kateri Tekakwitha (1656-1680), la primera india norteamericana elevada a los altares.
«Reevagelización»
El gran encuentro mundial, en el que participaran 250 obispos de todo el planeta, en su mayor parte elegidos por las conferencias episcopales, servirá para delinear el trabajo de «reevangelizar»los países de Occidente y las directrices de acercamiento amistoso a los católicos que han perdido la fe o han dejado de practicarla.
La idea es volver a centrarse en la actividad esencial de la Iglesia, que es anunciar la fe en Jesucristo, pero haciéndolo con un lenguaje inteligible para el ciudadano contemporáneo y en un tomo más alegre, optimista y amistoso; con menos condenas y más tarea de persuasión.
El documento de trabajo de 80 páginas presentado el martes por el secretario general del Sínodo de Obispos, Nikola Eterovic, propone un nuevo escenario comunicativo, resalta el papel de la familia y recuerda el papel decisivo de los laicos, en buena parte olvidado en estos últimos años de creciente protagonismo de la jerarquía eclesiástica y de las curias, tanto en el Vaticano como en las diócesis.
El último capítulo, «La alegría de evangelizar», trae de nuevo a primer plano que el Evangelio es «buena noticia» para todas las personas, y que su mensaje resulta todavía mas reconfortante en momentos de crisis y de pesimismo.
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