Peligrosa brecha
Sergio Sarmiento
«Tan pronto como hay vida, hay peligro».
Ralph Waldo Emerson
La buena noticia es que México vivió este 20 de marzo el terremoto más intenso desde 1985 sin sufrir muertos ni daños materiales de consideración. La mala es que el sismo, que tuvo su epicentro cerca de Ometepec, Guerrero, y Pinotepa Nacional, Oaxaca, no es el que desde hace años se espera en la zona conocida como la brecha de Guerrero y que se piensa pueda ser de gran magnitud.
El terremoto con el que México recibió la primavera este martes pasado (que el Servicio Sismológico Nacional calificaba ayer de 7.8 grados y el Geological Survey de Estados Unidos de 7.4) tuvo lugar en el sur del estado de Guerrero, muy cerca de Oaxaca. La zona no corresponde a la brecha de Guerrero, que se ubica al noroeste, entre Acapulco e Ixtapa, y donde desde hace años se prevé un movimiento telúrico de grandes dimensiones.
Los terremotos no se pueden pronosticar, pero desde hace años los especialistas han advertido sobre la posibilidad de un sismo fuerte en la brecha de Guerrero. La zona registraba el pasado una fuerte y frecuente sismicidad. En 1845 hubo ahí un terremoto que al parecer alcanzó los 7.9 grados. Le siguieron uno de 7.7 en 1899, uno de 7.8 en 1908, uno de 7.9 en 1909 y uno más de 7.8 en 1911 (véase «Peligro sísmico en Guerrero», guerrero.gob.mx). Desde ese entonces la zona ha registrado un número anormalmente pequeño de movimientos telúricos y ninguno de consideración. Los especialistas, de hecho, consideran que en la zona se han venido acumulando tensiones que probablemente generarán un fuerte terremoto, quizá de una magnitud superior a los 8 grados, en un futuro que nadie puede prever con exactitud.
La idea difundida por algunas publicaciones de que el sismo de este 20 de marzo constituía el tan esperado movimiento de la brecha de Guerrero es falsa. El jefe del Servicio Sismológico Nacional, Carlos M. Valdés, me señalaba ayer que la zona en la cual se generó el sismo, al sur de Guerrero, casi en los límites de Oaxaca, es distinta. El sismo de este martes no ha liberado, por lo tanto, la energía que presuntamente se ha acumulado en la brecha de Guerrero. Y esto es un problema serio. La acumulación de energía durante mucho tiempo puede llevar a que la liberación, cuando ésta finalmente ocurra, sea mucho más violenta.
Varios factores confluyeron para que el terremoto del 20 de marzo no tuviera, a pesar de su magnitud, un saldo tan elevado como otros. Se ha dicho que este movimiento telúrico fue principalmente oscilatorio, si bien Valdés, del Servicio Sismológico Nacional, advierte que es común que un sismo que tiene elementos trepidatorios cerca de su epicentro se vuelva oscilatorio al alcanzar lugares lejanos, como fue en este caso la Ciudad de México. No parece haber duda, sin embargo, de que los mejores códigos de construcción y la mayor conciencia sísmica de la población han ayudado a reducir los daños materiales y las bajas humanas.
Lo que no podemos hacer los mexicanos es bajar la guardia. El terremoto de 8.1 grados de 1985, que se originó en Michoacán, dejó un saldo de miles de personas muertas. El que pudiera surgir en el futuro de la brecha de Guerrero podría ser tan fuerte o mayor simplemente por haber acumulado energía durante tanto tiempo. Es verdad que hay una mayor preparación en la actualidad para enfrentar terremotos. Pero la experiencia nos dice que a veces sismos relativamente pequeños, como el de 7.2 grados de abril de 2010 en Mexicali, pueden generar daños muy considerables.
Vivimos en un país altamente sísmico y estamos preparados. Pero tenemos una espada de Damocles en la brecha de Guerrero.