Por Andrés Timoteo/Texto Irreverente
EL IMPERMEABLE
El exalcalde de Boca del Río, Miguel Ángel Yunes Márquez, inició ayer su precampaña para obtener la candidatura a gobernador. En términos llanos, el proselitismo que realizará es ya una campaña cuasi-formal porque no tiene competidor interno ni en Acción Nacional ni en Sol Azteca ni en el Partido Movimiento Ciudadano, las tres fuerzas políticas que lo respaldarán, en su momento, en la contienda oficial.
Yunes Márquez inicia el proselitismo como puntero en las mediciones demoscópicas, pero también como el más golpeado mediáticamente porque representa un peligro para muchos que vieron desparecidos los negocios y privilegios que gozaron durante los doce años de fidelidad. El cambio en el gobierno estatal, iniciado desde diciembre del 2016, dejó muchos damnificados en las esferas políticas, burocráticas e incluso mediáticas.
No será nada extraordinario que los malquerientes del padre, gobernador en funciones, se ceben con el hijo. Ya lo hacen, hoy por hoy Yunes Márquez está colocado en la mira de quienes añoran el pasado y miran con horror que pueda ganar las elecciones porque entonces se esfumen todas sus esperanzas de ver restituidas las prebendas con las que los mimaban el innombrable y Javier Duarte de Ochoa.
Con el exalcalde boqueño está garantizado, por ejemplo, que no se restaure la alianza perversa del gobierno estatal con la prensa mal acostumbrada a vivir del erario. Tampoco que lo haga con el crimen organizado y que haya garantía de que sigan adelante los procesos judiciales contra los saqueadores del erario estatal, que se continúe la restauración del tejido social y se dignifique la función pública. Eso es lo que Yunes Márquez llevará a los comicios, y después al ejercicio gubernamental, y de aquí la animosidad que genera en los malacostumbrados a vivir de la corrupción.
Es decir, de llegar a palacio de gobierno no tendrán tregua los duartistas ni fidelistas ni los vividores del dinero de los veracruzanos. Será el encargado de continuar recuperando los bienes robados, y claro, de encerrar a los ladrones. Por eso causa tanta incomodidad su candidatura, por eso es tan peligrosa para los nostálgicos que hoy están en el desamparo. Que Yunes Márquez se acostumbre a sambenitos como “monarquía” y “nepotismo”, porque forman los grumos principales del lodo que le arrojarán.
Deberá sacar su paraguas para la lluvia acida que se aproxima, aunque ‘propaganda negra’ que le preparan no será suficiente pues los ciudadanos saben que esos instrumentadores son los mismos que se arrodillaban frente a Javier Duarte y a su impresentable antecesor, que ocultaban información o la distorsionaban, que inventaban noticias y que convirtieron el quehacer periodístico en vocería oficial. No tienen credibilidad y el fango a granel no les alcanzará, además de que el mejor impermeable que tiene Yunes Márquez para no ser afectado por el salpicadero de lodo es su trayectoria pública y los resultados en el ejercicio administrativo.
No llega con las manos vacías a la candidatura ni anclado en las acciones paternas, aunque lo mascullen sus malquerientes. Tiene como carta de presentación ante los votantes los resultados en el ayuntamiento de Boca del Río, que fue de los pocos municipios que logró un crecimiento estructural en los últimos cuatro años. Las cifras del desarrollo urbano, económico y cultural obtenidas por la administración boqueña testifican que fue un buen gobernante y lo que hizo en el municipio lo puede reproducir en la entidad.
Veracruz está en un proceso de transición política y curación de la vida pública, el votante debe reflexionar sobre eso. Yunes Márquez se medirá con Cuitláhuac García de Morena, quien representa, también, un cambio de dirección en el gobierno, en buena parte inspirado en los postulados del tabasqueño Andrés Manuel López Obrador, pero que a nivel local está contaminado por los pactos que tuvo con Duarte de Ochoa en la contienda del 2016.
Para los veracruzanos es deducción simple: de los tres aspirantes a gobernar al estado, Cuitláhuac García, José Yunes Zorrilla –hay que citarlo aunque no sea contendiente de igual rasero pues va rumbo al tercer lugar- y Miguel Ángel Yunes Márquez, éste último es el único que no tiene el tufo de la fidelidad impregnado en su trayectoria política. Yunes Márquez es quien garantiza que el pasado no regresará, que los malosos no volverán a tomar por asalto al gobierno estatal, y solo citando esa garantía, se coloca en clara ventaja respecto a los otros dos contendientes.
CONVIVENCIA POLÍTICA
El caso del nuevo gobierno municipal en Jalapa es inédito y podría devenir en icónico en la historia veracruzana. Como ya se ha dicho, por ver primera llegó un académico –alguien que si sabe leer y escribir- a dirigir la ciudad, el doctor Hipólito Rodríguez Herrero, quien también se hace acompañar por catedráticos e investigadores universitarios que ocuparán áreas estratégicas en el ayuntamiento. Eso, por supuesto, eleva la calidad de la administración municipal y compensará, por decirlo de algún modo, los cargos que se otorguen a politiquillos marrulleros.
La otra cosa a destacar es que Rodríguez Herrero ha desoído la orden de la cúpula de Morena para romper con el gobierno estatal –hay que recordar que a Marcelo Ebrard cuando fue jefe de Gobierno de la Ciudad de México fue obligado por López Obrador a desconocer a Felipe Calderón e incluso le tenía prohibido asistir a eventos del gobierno federal-. El doctor Rodríguez Herrero ha optado por la convivencia política con el gobernador Yunes Linares en lugar de la confrontación.
Lo recibió en la ceremonia de investidura y también ha acudido a eventos públicos a su lado. Eso demuestra que el estudio –la preparación académica- tiene sus ventajas a la hora de gobernar porque se sabe hacer uso de instrumentos como la diplomacia y la cortesía política. Hay que esperar que no sea una actitud golondrina y que al edil jalapeño no lo obliguen, desde Morena, a darle de sombrerazos al gobernante en turno una vez que se intensifique el furor de las campañas electorales.
Envoyé depuis Paris, France.