Por Luis Velázquez/Expediente 2016
“En la plenitud del pinche poder”, encendidos con algunas copitas, la elite duartista agarraba la esfera del mundo y con la mano extendida le daba vueltas y vueltas.
De pronto, con el dedo índice detenía el mundo al azar y cuando el índice presionaba para detener la esfera exclamaban con euforia:
“¡Aquí… aquí… aquí me compraré una mansión!”.
Entonces, y ante la mirada vitriólica y desfachatada de los demás, escudriñaba el lugar del mundo y pronunciaban el nombre: Woodlands, España, Boca del Río, Xalapa, etcétera, etcétera.
Y todos, plenos, lanzaban la carcajada prepotente y altiva y pedían al mesero que sirviera la siguiente copa, igual para todos, incluidas las barbies cuando eran invitadas al Club de Tobi.
Así, y para la historia inmediata crearon la fama pública que ahora los tiene en la mira del Sistema de Administración Tributaria, SAT, y la Unidad de Inteligencia Financiera de la Procuraduría General de la República, UIF, y la Auditoría Superior de la Federación, ASF.
Incluso, la ASF con 53 denuncias en contra de todos ellos por las irregularidades en el destino social de los recursos federales, los sectores educativo y de salud, “los más ordeñados”.
Pero como dice el adagio ranchero, “no todo está podrido en Dinamarca”.
Ahora, y cuando la lupa federal está encima se han dividido en dos equipos: los felices y los odiados.
Por ejemplo, el 8 de septiembre el Fiscal General sostuvo ruedita de prensa en que advirtió al resto del gabinete duartista que en ningún momento es un hombre rico (como otros), sino un hombre feliz.
“Soy feliz, dijo, y estoy satisfecho de haber llegado a la recta que siempre soñé que es procurador”.
Con el nuevo tic nervioso que adoptó en el mes patrio de empuñar la mano, extender el anular y hacer como que se empuja la dentadura, pero sin rozarla, dijo que su trabajo honesto le ha permitido dar “una vida cómoda a mi familia”.
Y su trabajo honesto se deriva, primero, de su trabajo (lo mismito que dijera Arturo Bermúdez Zurita, el ex), pues además de un famoso litigante en la región de Córdoba, donde defendía, entre otros, a los ricos, también es un empresario inmobiliario… y desde hace una década.
EL FISCAL SE CUECE APARTE
El Fiscal tiene, además, otra medalla de honor.
Nunca formó parte del equipo fidelista. Los Érick Lagos, los Jorge Carvallo, los Alberto Silva, los Adolfo Motita, los Tarek Abdalá, los Édgar Spinoso y los Gabriel Deantes, incluso, los Javier Duarte, JD, entre otros, “son harina de otro costal”.
Luis Ángel Bravo Contreras sólo se debe a JD como un político químicamente puro, como dice el clásico.
Tal cual, en los años que corren “se ha cocido aparte”, tanto que, por ejemplo, mientras los otros andan con el alma en la mano, amparados por un juez federal…, por si las dudas los apañaran, el Fiscal es un hombre feliz.
Y más ahora cuando el góber tuitero modificó la ley, creó la Fiscalía de nueve años, le otorgó autonomía total al Poder Ejecutivo, le facilitó un presupuesto anual que equivale al 2 por ciento del presupuesto general y le concesionó un par de helicópteros para que “ya no pida aventones”.
Incluso, tal cual, hasta podría, digamos, reproducir el ejemplo del ex secretario de Seguridad Pública quien llegaba en helicóptero a su oficina, en la terraza del edificio en el centro urbano de Xalapa.
Lo mejor, entonces, sería obsequiar al Fiscal el libro de AldoxHuxley, “El hombre feliz”, para estar a tono con el estado anímico pleno que ha alcanzado.
EL DUARTISTA MÁS REPUDIADO
En contraparte, y si hay un político feliz en el duartismo, también existe el político más repudiado por la población.
Se llama Gabriel Deantes Ramos, el secretario de Trabajo y Previsión Social, y al que su padre le heredara, dice, 39 millones de pesos, con lo que pudo comprarse su par de mansiones en el fraccionamiento Las ánimas, de Xalapa, más su plaza comercial, más su edificio de cuatro pisos, más lo que se desconoce.
Una encuesta oficial así perfila al tamaulipeco que vendía teléfonos celulares en el malecón de Tampico, Tamaulipas, de donde lo rescatara su primo hermano, “El cisne”, y se lo fue metiendo a JD hasta convertirse en su mago electoral.
De los duartistas, se afirma, es el más repudiado, además, por parte de la elite y la militancia priista.
Quizá porque es tamaulipeco y desbarrancó en el corazón de JD a los jarochos. Acaso, por su enriquecimiento en menos de un sexenio. Quizá por su soberbia. Acaso, por su petulancia de pertenecer al primer círculo del poder duartista. Quizá por sus raíces indígenas que le llevaron a soñar con la diputación local por el distrito de Zongolica, donde más se creía a gusto.
Claro, también hay otras líneas de altivez.
Por ejemplo, el más ostentoso, Jorge Alejandro Carvallo Delfín.
El más discretito para ocultar su fortuna, Érick Alejandro Lagos Hernández.
El más figurita, Adolfo Mota Hernández.
El más presuntuoso, Alberto Silva.
El más callado, “mátalas callando”, Édgar Spinoso Carrera.
El más petulante, Juan Manuel del Castillo.