El cerebro es una entidad capaz de desarrollar poderes de los que no somos conscientes todavía. Y no es como que utilicemos sólo el 10% de nuestra capacidad, como las pseudociencias han querido hacer creer. Sino que convivimos diariamente con los mecanismos que allí se gestan, salvo que no somos conscientes de ello. Paradójicamente la complejidad con la que trabaja nuestro mando de control va más allá de nuestra misma comprensión. Uno de estas tantas habilidades que el cerebro tiene el poder de activar y desactivar enfermedades, como si de un interruptor se tratase.
Un equipo de investigación del Instituto de Tecnología de Israel, lograron activar ciertas combinaciones de neuronas para probar la reacción del cerebro ante enfermedades. Descubrieron que así como recuerda olores, lugares o personas, también almacena ‘rastros de memoria’ de enfermedades. Entonces cuando los síntomas vuelvan a aparecer, sabrá qué mecanismos activar para deshacerse de la enfermedad. Con esto los investigadores han comprendido que no sólo el sistema inmunológico interviene, sino que también han volteado a analizar la participación del cerebro cuando se trata de respuestas ante amenazas de agentes patológicos externos.
¿Puede el cerebro crear enfermedades?
Pensar en el cerebro como un interruptor de enfermedades nos obliga a pensar en el sentido contrario. ¿Puede el cerebro crear enfermedades? Con anterioridad, estudiosos de la mente ya se habían planteado este cuestionamiento. Sigmund Freud fue quizá quien más aporto en ese sentido en un principio cuando descubrió que el cuerpo puede generar psicosomatización. Es decir, generar malestares provenientes de traumas psicológicos. Sin embargo, este aspecto ha sido objeto de muchas controversias debido a que no había una línea clara entre qué es real y qué no.