El Ejército disolverá el Gobierno y gobernará el país
El décimo Ejército más poderoso del mundo se prepara para tutelar la transición
El décimo Ejército más poderoso del mundo se prepara para tutelar la transición
Todo el poder para la casta militar
La misma gerontocracia que representaba Mubarak (82 años) se asoma entre las bambalinas del poder en Egipto. Es el Ejército, que asume el mando del Gobierno tras la renuncia del «rais» egipcio. Una cúpula que, como Mubarak, está forjada en las leyendas de las batallas heroicas del estado moderno egipcio: Guerra del Canal de Suez (1956), Seis Días (1967) y Yom Kippur (1973). Hasta ahora el papel del Ejército se ha caracterizado por la neutralidad. Tratando de mantener distancias con las ínfulas de poder de Mubarak y posibilitando una transición cuando el mismo comandante en jefe se cansara de tensar la cuerda (como ayer con su último discurso).
En Egipto, desde los tiempos faraónicos, el Ejército lo ha sido todo. Además de proteger las fronteras y el cauce del Nilo tenían para sí todo tipo de trabajos administrativos, algo que no ha cambiado en exceso. Desde la caída de la monarquía del rey Faruk (1948), todos los presidentes —Nagi, Naser, Sadat y Mubarak, ¿ahora Omar Suleiman?— han sido militares.
Con una fuerza de 450.000 hombres —315.000 del Ejército de Tierra, 85.000 de defensa del aire, 27.000 del Ejército del Aire y 32.000 de la Marina, según datos de GlobalSecurity—, el principal Ejército de África se sostiene con asesoramiento militar estadounidense, no en vano su cúpula militar se encontraba en Washington cuando la revuelta popular comenzó hace 19 días. El Ejército egipcio es el décimo más poderoso del mundo.
Ministros militares
Militares son muchos ministros, el vicepresidente y el primer ministro, mandos del servicio de espionaje de la Muhabarat, responsables de empresas públicas estratégicas, de medios de comunicación, gobernadores provinciales… Constituyen una casta acariciada —a igual altura de los otros tres pilares del poder: partido, empresarios y Seguridad Interna— que el régimen premia lo mismo que utiliza.
El respeto es profundo y mutuo. Y el raís, su comandante supremo. Como antes lo fueron Nasser y Sadat, hombres también salidos de la alta jerarquía castrense. Pero en el caso de Mubarak, se trata además de un jefe investido de una aureola de leyenda por su papel en la revancha contra Israel de 1973, de un padre que formó en su etapa como director de la Academia del Ejército del Aire a numerosos de los actuales cuadros, de un ejemplo vivo de orgullo guerrero. Y los soldados tienen por costumbre no contestar la voluntad de sus héroes.
Hasta ayer, día 18 de las manifestaciones, esta fuerza que cuenta con más de 3.850 carros de combate se ha ocupado de custodiar sobre el terreno los centros del poder establecido. En lo retórico, han mantenido la ambigüedad, un equilibrismo dialéctico entre su lealtad al raís y a los egipcios de la revolución. Varios analistas, entre ellos Brian Katulls, han visto en ello el síntoma de una división.
He aquí los nuevos hombres fuertes del Gobierno egipcio:
– Omar Suleiman: 74 años. Vicepresidente de Egipto hasta ahora. Probable sucesor de Mubarak y presidente que tutelará la transición. Ex director de la Inteligencia de Egipto. Ingresó en la Academia Militar de Egipto a los 19 años de edad.
– Hussein Tantawi: 75 años. Ministro de Defensa desde 1991. Mariscal de campo (mayor rango del Ejército egipcio). Apodado «el caniche de Mubarak».
– Sami Hafez Anan. 63 años. Jefe del Estado Mayor. Apoyó las demandas de los manifestantes en la plaza Tahrir.
– Reda Mahmud Hafez Mohamed. 58 años. Jefe de la Fuerza Aérea.
– Abdelaziz Seif-Eldeen. 61 años. Jefe de la Defensa Aérea.
– Mohab Mamish. 62 años. Jefe de la Armada.
La misma gerontocracia que representaba Mubarak (82 años) se asoma entre las bambalinas del poder en Egipto. Es el Ejército, que asume el mando del Gobierno tras la renuncia del «rais» egipcio. Una cúpula que, como Mubarak, está forjada en las leyendas de las batallas heroicas del estado moderno egipcio: Guerra del Canal de Suez (1956), Seis Días (1967) y Yom Kippur (1973). Hasta ahora el papel del Ejército se ha caracterizado por la neutralidad. Tratando de mantener distancias con las ínfulas de poder de Mubarak y posibilitando una transición cuando el mismo comandante en jefe se cansara de tensar la cuerda (como ayer con su último discurso).
En Egipto, desde los tiempos faraónicos, el Ejército lo ha sido todo. Además de proteger las fronteras y el cauce del Nilo tenían para sí todo tipo de trabajos administrativos, algo que no ha cambiado en exceso. Desde la caída de la monarquía del rey Faruk (1948), todos los presidentes —Nagi, Naser, Sadat y Mubarak, ¿ahora Omar Suleiman?— han sido militares.
Con una fuerza de 450.000 hombres —315.000 del Ejército de Tierra, 85.000 de defensa del aire, 27.000 del Ejército del Aire y 32.000 de la Marina, según datos de GlobalSecurity—, el principal Ejército de África se sostiene con asesoramiento militar estadounidense, no en vano su cúpula militar se encontraba en Washington cuando la revuelta popular comenzó hace 19 días. El Ejército egipcio es el décimo más poderoso del mundo.
Ministros militares
Militares son muchos ministros, el vicepresidente y el primer ministro, mandos del servicio de espionaje de la Muhabarat, responsables de empresas públicas estratégicas, de medios de comunicación, gobernadores provinciales… Constituyen una casta acariciada —a igual altura de los otros tres pilares del poder: partido, empresarios y Seguridad Interna— que el régimen premia lo mismo que utiliza.
El respeto es profundo y mutuo. Y el raís, su comandante supremo. Como antes lo fueron Nasser y Sadat, hombres también salidos de la alta jerarquía castrense. Pero en el caso de Mubarak, se trata además de un jefe investido de una aureola de leyenda por su papel en la revancha contra Israel de 1973, de un padre que formó en su etapa como director de la Academia del Ejército del Aire a numerosos de los actuales cuadros, de un ejemplo vivo de orgullo guerrero. Y los soldados tienen por costumbre no contestar la voluntad de sus héroes.
Hasta ayer, día 18 de las manifestaciones, esta fuerza que cuenta con más de 3.850 carros de combate se ha ocupado de custodiar sobre el terreno los centros del poder establecido. En lo retórico, han mantenido la ambigüedad, un equilibrismo dialéctico entre su lealtad al raís y a los egipcios de la revolución. Varios analistas, entre ellos Brian Katulls, han visto en ello el síntoma de una división.
He aquí los nuevos hombres fuertes del Gobierno egipcio:
– Omar Suleiman: 74 años. Vicepresidente de Egipto hasta ahora. Probable sucesor de Mubarak y presidente que tutelará la transición. Ex director de la Inteligencia de Egipto. Ingresó en la Academia Militar de Egipto a los 19 años de edad.
– Hussein Tantawi: 75 años. Ministro de Defensa desde 1991. Mariscal de campo (mayor rango del Ejército egipcio). Apodado «el caniche de Mubarak».
– Sami Hafez Anan. 63 años. Jefe del Estado Mayor. Apoyó las demandas de los manifestantes en la plaza Tahrir.
– Reda Mahmud Hafez Mohamed. 58 años. Jefe de la Fuerza Aérea.
– Abdelaziz Seif-Eldeen. 61 años. Jefe de la Defensa Aérea.
– Mohab Mamish. 62 años. Jefe de la Armada.
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