Por José Luis Peréz Cruz/Crónicas del Poder/Imagen del Golfo
La de ayer en el World Trade Center, más que una Convención Estatal para elegir candidato del PRI, pareciera que fue una convención de cínicos.
Con histriones maestros en la falsedad, con doctores en la doble cara y una desvergüenza descarada inusitada, ayer los líderes priistas se preparaban para enfrentar una de las batallas electorales más difíciles de su historia en Veracruz.
Quizá Héctor Yunes Landa crea que los días de precampaña sirvieron para “desintoxicarse” de Javier Duarte de Ochoa y su gobierno, sin embargo hay quienes piensan lo contrario.
La cercanía es más que evidente, basta con ver cómo sus aliados siguen cobrando como empleados de Javier.
Ahí en el mismo sitio donde el gobernador le regalaba meses atrás una caña de pescar para que fuera a capturar a sus familiares acusados de corrupción, Héctor en pleno discurso volteaba hacía Javier le extendía la mano como cuando un torero brinda a su invitado especial el astado, al cual en breve le hará una faena. Así agradecía su presencia.
Una cortesía sublime, como queriendo decir que atrás quedaron las ofensas, las frases lapidarias, pues a decir de Yunes Landa, los enemigos están afuera del PRI, no dentro de él.
Aseguró que “los únicos que desaparecerán de la vida pública, serán los que han lastimado a Veracruz…Ya como candidato lo reitero, los mejores al gobierno, los inútiles a la calle y los corruptos a la cárcel”, añadió.
Sin embargo dijo que quiere ser gobernador, no carcelero.
DUARTE Y LA HONESTIDAD
Duarte siguiendo con la tónica del cinismo aseguraba vía redes sociales lo siguiente: “Coincido plenamente con Héctor Yunes, debemos seguir construyendo un Veracruz con honestidad” (sic).
Con Héctor estuvieron también los gobernadores de Chiapas y Colima; Miguel Alemán Velasco y los candidatos del PRI en Hidalgo y Tamaulipas. Llegaron Carlos Romero Deschamps y Emilio Gamboa Patrón.
La comitiva de Coatzacoalcos fue numerosa, como siempre.
Por su parte el presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones, decía en entrevista tras el evento que no había visto diferencias en el priismo veracruzano.
“Yo lo que vi fue a todo el priismo contento…. No es una elección en donde se traten de estimular los odios, las rencillas, las amarguras, las obsesiones, sino el futuro de Veracruz y éste es el debate que queremos dar los priistas”, aseguraba el sonorense.
Ayer todos olvidaron los agravios.
Así es la política y más entre los priistas quienes están acostumbrados a comer excremento, no hacer gestos y todavía pedir más.
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