Con huapango y aplausos fue despedido Isidro Aguilar en Ojite

 

 

Por Inés García Nieto

 

Orgullo veracruzano, el joven maestro de huapango, Isidro Aguilar Garcés recibió un homenaje póstumo con taconeo, violín y jarana en la tierra huasteca que lo vio nacer hace 36 años, la pródiga tierra alfombrada de verde y colorida vegetación en Ojite, el viernes 15 de febrero de 2013.

 

El cuerpo inerte de Isidro Aguilar, el joven huasteco fallecido el 13 de febrero, fue colocado al frente de la Casa del Campesino, lugar donde hace tres años él promoviera la danza con niños y jóvenes de Ojite, y posteriormente en la comunidad de Chalahuite.

 

A las 11 de la mañana del lluvioso viernes 15 de febrero, la jarana desgranaba las primeras notas que alcanzan los techos de las humildes casas de Ojite, una población rica en cultivo de naranja, plátano, mango, chicozapote, calabaza y producción de miel. La Casa del Campesino está inundada de hombres, mujeres y niños del campo. Algunos veían sin mirar la elegancia de los pequeños danzantes del ballet “Flor de naranja” que taconeaban en el piso de concreto donde estaba el gris féretro al centro. Algunas mujeres llegaban con pequeños y coloridos ramos de flores, otras aplaudían, otras más repartían refresco en vasos desechables. Tres grandes arreglos florales adornaban el  escenario.

 

En grupos de dos y cuatro, amigos visitantes y anfitriones llegaban para hacer la guardia de honor. Se colocaban a los extremos del féretro y al frente un cartel dejaba ver el moreno y risueño rostro de Isidro, en una enorme fotografía tomada en 2008.

 

Los danzantes próximos a ejecutar con destreza el taconeo huapanguero, observaban con atención a quienes les habían precedido. Una chica vestida con el blanco atuendo huasteco llora en silencio. Las lágrimas resaltan en el azul intenso de los párpados.

 

La voz de los cantantes del trío Unión Huapanguera, versifican cualidades del Isidro amigo, del Isidro artista, del Isidro huasteco, y en cada rima un aplauso. Son los silbidos, los aplausos de los ojitecos de luto, que en honor al ausente deciden sacar fuerzas del amor para hacer de ese momento un espacio inundado de música.

 

Es el turno de los mensajes. Atrás de las bocinas, a un lado del trío, la agente municipal de Ojite, Laura Hernández Cruz, toma el micrófono y haciendo a un lado el nudo de lágrimas en la garganta dice:

 

Isidro, hoy estamos reunidos jóvenes, amigos con los que tu conviviste. Y lo hacemos en correspondencia a ese sentido humanista que siempre mostraste, por ese deseo de ayudar, de enseñar, de compartir y de difundir nuestra cultura. Amigo, es un momento difícil estar hoy en una situación que nadie esperaba. Aunque sabemos que todos tenemos que cerrar ese ciclo, unos antes, otros después, Isidro, una vez más te lo digo, pero ahora de manera pública, te agradezco por todo lo que hiciste. Por ese gran ejemplo de esfuerzo, de dedicación y de amor a tu trabajo, a tu comunidad, a tus amigos, a tu familia. Expreso mi compromiso moral por  dar continuidad a ese proyecto hermoso que anhelaste se realizara. Tengo la profunda convicción de que todas las personas que te conocieron, estarán dispuestas a trabajar en tu obra. Por ello, hoy más que nunca, los modestos violines, las jaranas, las huapangueras y sus danzantes deben mostrar sus habilidades y destrezas para demostrar que tu trabajo no termina aquí, sino para confirmar que la semilla sembrada hace más de tres años, ya tiene frutos.

 

Estoy convencida que mientras suene la jarana y el violín, y la huapanguera, tu estarás en nuestra mente y en nuestros corazones. Por eso digo ¡que viva Isidro y que viva el huapango!

 

El aplauso es la reafirmación a estas palabras de agradecimiento y cariño. Los gritos de júbilo acompañan a ese largo, inmenso e interminable aplauso.


Es el turno de Jesús Barrera Contreras, maestro de danza de Naranjos:


Hoy despedimos a un amigo, a un maestro, a un hermano con quien compartimos casa, comida, cerveza, tarima y huapango. Estuvimos juntos en los sueños, pues tres años atrás tú dijiste: Haré huapango en Ojite. Todos nos sumamos a tu sueño. En el primer huapango aquí en Ojite tuve el gusto y la  oportunidad de conocer a la comunidad, a su gente, a Isidro, y bailar en este lugar donde hoy te doy un adiós. Pero aquel sueño apenas empezaba. Hoy pisa firme la tarima, que no callen las quintas, que suene la jarana y que no dejé de llorar el violín, que se presente ese ballet de Tuxpan, el grupo que el formó y que hoy está aquí para darle ese último adiós.

 

El “Querreque”, una de las melodías preferidas de Isidro Aguilar Garcez, fue el marco para que los cantores de Álamo le dedicaran estos versos:

 

“lo digo recio y quedito, siempre te recordarán los que te vieron bailar, el querreque y el caimán, tus huapangos favoritos”.

 

“Me lo ordena el corazón, el gusto me he guardado, me lo ordena y el corazón y también me lo dice la razón para cuando sea juzgado, me gane la salvación”.

 

Y enfrente del ataúd, después de haber hecho guardia de honor, la doctora Pilar Mar Gómez, la impulsora de la cultura en Tuxpan y quien apoyará a Isidro Aguilar a desarrollar su talento en la danza, la directora de la Casa de la Cultura, dejaba las lágrimas escapar en silencio, mientras los jóvenes de Casa de Cultura bailaban en rítmica armonía.

 

El maestro José Luis Mireles de Casa de Cultura, también hizo acto de presencia junto a docentes y alumnos de la telesecundaria de Ojite, al igual que niños, jóvenes, mujeres de cabezas encanecidas y rostros marcados con la huella del desvelo y la tristeza.     

 

Un último verso se dejó oír antes de que el sonido de una campana repiqueteara en el ambiente:

 

“Aquí le rindo tributo, Isidro fue buena gente. Escúchenme recurrente aquí los muchos presentes, le deseamos darle gusto”.

 

 

Desde la notificación del grave estado de salud del maestro del Ballet Folclórico Municipal, el presidente municipal Alberto Silva Ramos solicitó al director de Atención Ciudadana, visitará a Isidro en su casa, hiciera los trámites correspondientes para ser ingresado al Hospital Civil, y la autoridad municipal estuvo con la familia y la población ojiteca, hasta la hora de la sepultura, las tres de la tarde de ese triste viernes 15 de febrero de 2013.

 

 

 

 

 


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