Con 104 años, Rosendo Vázquez “La loca” en Cerro Azul sigue siendo Liga Mayor

Rosendo Vázquez, una historia de amor, petróleo y béisbol en la huasteca

 

Por Inés García Nieto/ Expreso de Tuxpan.

 


 

Tiene 104 años de edad. Los cumple el jueves primero de marzo de 2012. Se llama Rosendo Vázquez Cázeres. Adora a su María Pueblito, la bella joven con quien se casó hace 71 años en Pánuco, y dice a Expreso de Tuxpan: Estoy agradecido con lo que Dios me ha dado, agradezco que aún vivo, que aún disfruto de grandes cosas y que puedo hablar de mi vida pasada ya en la vejez.


A este hombre nacido en el rancho Las Moras, en la serranía de San Luis Potosí en 1908, la edad ha encorvado su espalda, tiene problemas auditivos y un dolor permanente en las rodillas, pero de ahí en fuera está bien. Come con sus propios dientes, camina apoyado de un bastón, su estómago está sano y su corazón ama a la mujer que conoció cuando era beisbolista. También recuerda con gratitud el que Pancho Villa no se lo haya llevado a la revolución cuando él era un niño, a quien conoció en la Sierra Madre Oriental.       


En una casa sencilla, edificada cerca de la que fuera pista de aviación en Cerro Azul en la época del auge petrolero de la Faja de Oro, Don Rosendo evoca la vida pasada, responde con pasión al recordar las escenas que impregnaron su mente y su alma, y para ello eleva el tono de voz, mueve las manazas con que sacó tierra en Mata Redonda, Veracruz, y con las mismas que metió decenas de jonrones como cuarto bateador del equipo de la sección 13 del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana.   


A Rosendo Vázquez Cázeres, el velo del tiempo no le impide ver y acariciar con ternura a su amor María Pablito Ledezma Camacho. Rosendo sabe que ella está internada en el hospital de Pemex de Cerro Azul, porque enfermó de los bronquios en estos días de fríos vientos, y al ver la fotografía de la hermosa joven nacida en Pánuco hace 97 años, el hombre dice ¡La adoro! ya quiero que regrese el jueves o el viernes… nosotros ya dijimos que nos queremos ir de este mundo juntos, juntitos los dos; y al decir esto une los dedos índices de ambas manos como para que a todos los presentes quede claro su anhelo.


A Don Rosendo Vázquez lo busqué queriendo conocer más del petróleo en la huasteca, qué hacían los mexicanos, cómo construían los pozos, donde estaban, cómo trabajaban, cómo les pagaban las compañías extranjeras, y saber cómo eran tratados por los buscadores de oro negro que a principios del siglo XX habían llegado a estas tierras ricas en chapo y maderas preciosa, pero ante más que historia conocí una bella historia de amor.


Dice que conoció a María cuando ella tenía 20 años y el 27. Duraron de novios siete años y ella lo esperó con paciencia y fidelidad, porque sabía que el joven moreno de ojos color verde claro, alegre y apuesto era el hombre de su vida. Después de la expropiación petrolera, Rosendo empezó a jugar béisbol en Mata Redonda, y al ver su potencial los representantes de la nueva empresa petrolera, permitieron que el joven dejara su oficio como obrero para batear y pitchear con destreza en el recién creado equipo de Pemex.

 


Tras la expropiación petrolera el l8 de marzo de 1938, los nuevos sindicalistas se esforzaron por reparar la tecnología chatarra dejada por la Huasteca Petroleum Company, por incrementar la producción y mejorar las condiciones de trabajo, pero también por incentivar la cultura de los trabajadores y sus familias, así como dar un gran impulso al deporte. En 1940 el béisbol, el fútbol y el basquetbol tuvieron un gran auge en la huasteca y el país entero, gracias a una clase trabajadora unida y mentes sin límites para hacer. En este escenario surgió el mejor cuarto bateador del equipo petrolero de Cerro Azul. Rosendo Vázquez Cázeres debía estar de lleno en el equipo de béisbol.


Por esos tiempos, ya viviendo en Cerro Azul, al poblado petrolero de visitan llegaba equipos de Orizaba, Poza Rica y Monterrey entre otros, y la hija recuerda que Don Rosendo hablaba de la llegada de Los Diablos Rojos, y los Sultanes, quienes perdieron tremendamente en el campo anfitrión.     

En las salidas que hacían a municipios cercanos conoció a la hermosa María Pueblito Ledezma Camacho en Pánuco. En 1942 Rosendo aparece en fotografía con todo su equipo. En esta se lee: 27 de mayo. Campeón en el Torneo 2ª. Fuerza Clase AA.


En 1941 se casó con María Pueblito, pues los 2 pesos con 50 centavos que ganaba en Petróleos Mexicanos le permitieron organizar una boda a la altura de la bella novia. Él de elegante traje negro y ella de blanco vestido, formaban una hermosa  pareja. Los jóvenes rostros de los enamorados quedaron impresos en la fotografía en color blanco y negro que ahora adorna su casa de Cerro Azul.       


En el patio de su casa, edificada cerca del campo “Vicente Inguanzo”, Don Rosendo afirma que la vida le ha dado mucha felicidad. Dice que a su  padre Eustacio Vázquez, lo mataron en el rancho Las Moras, perteneciente a Ciudad Maíz, sin saber por qué; después murió su madre Erculana Cázeres. En la orfandad quedaron cuatro hermanas y él: Bernardina, Francisca, Enedina y Rosenda. Sin empleo y ya en paz el país, los hombres escucharon que en Tampico  estaban necesitando brazos para trabajar y que se pagaba bien. Él y otros jóvenes llegaron a trabajar haciendo hoyos con pico y sacando la tierra con palas, y comiendo frijol, arroz y habachuelas, comiendo la comida de los pobres. Después llegó a Mata Redondo, Veracruz, donde tenía familiares y la vida se hizo menos difícil.


Antes de esta época evoca cuando el general Villa llegó a su rancho. Dice que él hablaba y se llevaba a los hombres para la revolución, pues entonces se enfrentaba a Venustiano Carranza, que también quería ser presidente de México. Villa tuvo nueve años en plena sierra a muchos hombres de Ciudad del Maíz, San Luis Potosí, y a ellos prometía apoyarlos en la producción del campo, por lo que familias completas estaban en la sierra con el general. Ya para entonces habían matado a Eustacio.


Villa quería llevarme con él, asegura Rosendo Vázquez Cázeres, pero al ver que yo era muy chico y apenas aguantaba el fúsil, el general se condolió de mí y no me quiso llevar.  

Admirador de Villa hasta la fecha, pues de él tiene varias y enormes fotografías en la pared del patio, Don Rosendo abre su camisa para sacar del pecho un broche donde está el rostro del dorado del norte, enemigo político de los maderistas, de los huertistas y de los carrancistas, en esa revuelta bélica donde el epicentro de la muerte estaba en las entrañas de la tierra: el abundante petróleo de la huasteca.


Recuerda perfectamente que él y muchos otros hombres que buscaban trabajo salieron de Cerritos a Cárdenas, y en  Cárdenas se oía que había mucho empleo de perforación en Tampico. Ahí llegó a sacar tierra con la fuerza que le permitía la juventud, pues entonces no había las maquinas que se conocen ahora.       


Rosenda evoca momentos tristes, pero también momentos de felicidad. Con dificultad dice que su mote en el equipo de beisbol era “La Loca” porque era muy bromista y muy travieso, y entonces se quita la negra gorra beisbolera que tiene escrito MEXICO con los colores de la bandera. Suelta la carcajada y se acaricia la cabeza recién rapada. Levanta y extiende sus grandes manos de joven petrolero y excelso beisbolero, y menciona.- Fui muy feliz con la vida que Dios me dio, más feliz cuando me casé con María, y sigo siéndolo porque ella y yo estamos juntos hasta el día de hoy.

 

 


Mientras él se esfuerza por recordar fechas y nombres, su hija menciona que Don Rosendo tiene una fotografía donde aparece feliz al lado del jugador de Ligas Mayores, José “El Bimbo” Villegas” quien es uno de los peloteros mexicanos que está en  el Salón de la Fama de Béisbol en Nueva York.  


 Rosendo confiesa con sus ojos empequeñecidos por la edad y la voz grave de los ancianos.- Sigo enamorado de la vida y de mi María, y ella sigue enamorada de mí. Soy un hombre muy completo, porque cuando María quiere compartir conmigo alguna comida o algo que oyó de la nieta o la bisnieta, me grita.- Amor, amor, ven amor! Ya juntos me pasa la mano por la barbilla y me dice.- Ya tienes que rasurarte amor! Yo le peino el cabello con las manos, le acarició el rostro, tomo su mano en la mías y me siento muy feliz al estar junto a ella. Nosotros tuvimos un hijo, se llama Héctor, tiene 62 años y vive en Mac Allen, Texas. En Cerro Azul nos cuida mi sobrina Rosa María Herrera Madrigal, que es nieta de mi hermana Enedina, y ella nos hace lo que nos gusta comer y nos atiende en todo lo que necesitamos. 

 


Hace 71 años, en 1941 Rosendo y María Pueblito juraron amarse y estar juntos hasta que la muerte los separara, y eso es lo que el ex petrolero y ex beisbolista quiere: Irse junto a María a la otra vida…mientras espera que su amor regrese del hospital, pide a Rosa María – quien lo quiere como padre al igual que muchos otros nietos que fueron cuidados por la feliz pareja-, le prepare unas gorditas rellenas de queso, frijolitos o lo que haya.


Rosa María platica: Hace unos días mi papá tumbo una palmera y antes desramó un árbol. Eso  hace para que no se le entuman los huesos, y que pase más rápido el tiempo mientras mi mamá regresa. Es posible que en su casa haya mole el sábado para celebrar los 104 años de vida de Don Rosendo, porque a él le gusta todo, pero sobre todo mole y chocolate. Le encanta la música, el huapango sobre todo, y si para ese día ya está su amor, mejor!  

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