Cárdenas en Tuxpan

Por: Braulio Peralta/La letra desobediente/Milenio
En mayo de 1938 Lázaro Cárdenas se encerró en la casa de madera, de estilo provenzal, allá por la Barra Norte de Tuxpan —el barrio de los petroleros—, para organizar la creación de Petróleos Mexicanos, el 7 de junio de 1938, después de haber nacionalizado el “oro negro”, el 21 de marzo del mismo año. Hoy el lugar está rodeado de tanques de gasolina de 8 mil 545 metros cúbicos cada uno: 8 millones 545 mil litros salen de cada depósito —vía ductos—, para cubrir el abasto de buena parte del país, a riesgo del robo de los huachicoleros… hasta hoy. Desde antes de la nacionalización, en 1926, Lázaro Cárdenas paseaba con el general Francisco J. Mújica por la huasteca observando cómo las empresas extranjeras extraían el petróleo del país, cuando México era una potencia en el ramo. Hoy Pemex queda muy lejos de aquello y la succión del crudo está detrás de esa época dorada. Hoy la huasteca veracruzana de Tuxpan se ve desolada, a su suerte. Huele a pasado, a nostalgia, a desidia de las autoridades competentes… hasta hoy. Se lee en la puerta de la casona donde estuvo Lázaro Cárdenas: “En esta casa, que a partir del 18 de marzo de 1938 es de la nación mexicana, se alojó el Presidente de la República Lázaro Cárdenas durante diez días en el mes de mayo de 1938, poco después de haber decidido la histórica expropiación petrolera. En esta casa reunió sus principales colaboradores para determinar la organización de la industria petrolera, básica para la nación mexicana”. La casa que en su tiempo fuera recinto de los extranjeros, coordinadores para ordenar extraer los recursos que hoy son del país, está arrinconada, sin limpieza, mobiliario ni cuidado de seguridad. Se puede entrar a ella sin mayor problema. La casa debiera ser un museo de sitio para recordarles a los mexicanos lo que fue aquella hazaña en la que al zócalo de la hoy Ciudad de México la gente llevaba guajolotes, puercos, gallinas, para ayudar a pagar la deuda de la expropiación… El barrio petrolero de la Barra Norte de Tuxpan es un caserío sin futuro. Uno puede dirigirse a la histórica casona a la altura del antiguo faro que da protección a los barcos que vienen del mar, al puerto. Manuel Maples Arce da fe en el libro A la orilla de este río, del descubrimiento más grande del “betún”, cuando en Tuxpan se descubrió un gran yacimiento de crudo, en Chapapote, Veracruz. Aquel auge petrolero se convirtió en saqueo, primero de los extranjeros, y hasta hoy por las propias autoridades de los sexenios posteriores a Lázaro Cárdenas. Uno debería conocer la historia de nuestros recursos naturales para entender porqué llegamos a la situación actual donde el mandatario declaró la guerra a los huachicoleros —no a quienes tienen auto y necesitan gasolina—. A quien debiéramos exigir cuentas es al sindicato petrolero que permite que ilegalmente se extraiga gasolina de los ductos de la nación que, dicen, pertenece al “pueblo”. Deberíamos encabronarnos del desdén de las autoridades de Tuxpan al dejar en pleno abandono esa casa donde Lázaro Cárdenas ideó la mejor manera para fundar Petróleos Mexicanos y que hoy se encuentra en quiebra por robos y saqueos, en contubernio con los gobiernos. En mayo de 1938 Lázaro Cárdenas se encerró en la casa de madera, de estilo provenzal, allá por la Barra Norte de Tuxpan —el barrio de los petroleros—, para organizar la creación de Petróleos Mexicanos, el 7 de junio de 1938, después de haber nacionalizado el “oro negro”, el 21 de marzo del mismo año. Hoy el lugar está rodeado de tanques de gasolina de 8 mil 545 metros cúbicos cada uno: 8 millones 545 mil litros salen de cada depósito —vía ductos—, para cubrir el abasto de buena parte del país, a riesgo del robo de los huachicoleros… hasta hoy. Desde antes de la nacionalización, en 1926, Lázaro Cárdenas paseaba con el general Francisco J. Mújica por la huasteca observando cómo las empresas extranjeras extraían el petróleo del país, cuando México era una potencia en el ramo. Hoy Pemex queda muy lejos de aquello y la succión del crudo está detrás de esa época dorada. Hoy la huasteca veracruzana de Tuxpan se ve desolada, a su suerte. Huele a pasado, a nostalgia, a desidia de las autoridades competentes… hasta hoy. Se lee en la puerta de la casona donde estuvo Lázaro Cárdenas: “En esta casa, que a partir del 18 de marzo de 1938 es de la nación mexicana, se alojó el Presidente de la República Lázaro Cárdenas durante diez días en el mes de mayo de 1938, poco después de haber decidido la histórica expropiación petrolera. En esta casa reunió sus principales colaboradores para determinar la organización de la industria petrolera, básica para la nación mexicana”. La casa que en su tiempo fuera recinto de los extranjeros, coordinadores para ordenar extraer los recursos que hoy son del país, está arrinconada, sin limpieza, mobiliario ni cuidado de seguridad. Se puede entrar a ella sin mayor problema. La casa debiera ser un museo de sitio para recordarles a los mexicanos lo que fue aquella hazaña en la que al zócalo de la hoy Ciudad de México la gente llevaba guajolotes, puercos, gallinas, para ayudar a pagar la deuda de la expropiación… El barrio petrolero de la Barra Norte de Tuxpan es un caserío sin futuro. Uno puede dirigirse a la histórica casona a la altura del antiguo faro que da protección a los barcos que vienen del mar, al puerto. Manuel Maples Arce da fe en el libro A la orilla de este río, del descubrimiento más grande del “betún”, cuando en Tuxpan se descubrió un gran yacimiento de crudo, en Chapapote, Veracruz. Aquel auge petrolero se convirtió en saqueo, primero de los extranjeros, y hasta hoy por las propias autoridades de los sexenios posteriores a Lázaro Cárdenas.
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