Por César Cervera/ABC Historia
La intervención del presidente ucraniano Volodímir Zelenski en el Congreso de los Diputados dejó este martes una petición de ayuda a España en todos los frentes posibles, desde el envío de armas a nuevas sanciones económicas, pasando por apoyo internacional y diplomático. Como ha acostumbrado a hacer en otros parlamentos del mundo, Zelenski se valió de referencias sobre la historia reciente de España y Europa para añadir peso y cercanía a sus palabras.
Zelenski se refirió en España al bombardeo de Guernica durante la Guerra Civil como un caso similar al sufrido por Mariúpol a manos rusas. «Estamos en 2022, pero parece abril de 1937 cuando se bombardeó Guernica», afirmó el ucranino sobre el emblemático episodio plasmado por Pablo Picasso.
El 26 de abril de 1937, la Legión Cóndor alemana y la Aviación Legionaria italiana bombardearon durante varias ráfagas Guernica (Vizcaya), una pequeña localidad de ocho kilómetros cuadrados y unas 5.000 personas, causando una matanza con prolongados ecos propagandísticos.
El horror a las puertas de Bilbao
Guernica era un objetivo militar para el bando de Franco debido a la presencia de varias fábricas de armas, varios cuarteles y por ser centro clave de comunicaciones en el País Vasco. El avance del bando nacional hacia Bilbao, ciudad que caería ese mismo verano, se antojaba urgente y exigía según los mandos italianos y alemanes un golpe decisivo. «El general Pietro Pinna expresó en un informe redactado el 17 de abril que los mandos italiano y alemán entendían que la operación de Bizkaia y la ocupación de Bilbao se saldarían únicamente mediante un “golpe decisivo” o un “suceso rápido y decisivo” que provocara una reversión militar», asegura Xabier Irujo en su libro ‘Gernika’, (Crítica, 2017).
Los italianos necesitaban una victoria moral que paliara el desastre sufrido en la batalla de Guadalajara, mientras que los alemanes estaban inmersos en una serie de ensayos tácticos y tecnológicos de cara a futuras guerras. Guernica les pareció un laboratorio idóneo. Se trataba de un enclave perfecto para estudiar el efecto de las bombas incendiarias de la Luftwaffe y de su capacidad destructiva.
Wolfram von Richthofen, jefe del Estado Mayor de la Legión Cóndor, estimaba que la ‘Operación Rügen’ provocaría un gran impacto psicológico en todo el frente republicano a base de reducir a los cimientos la pequeña localidad. El 26 de abril de 1937, un lunes de mercado, comerciantes de las zonas rurales y milicianos huidos del frente de Bilbao se congregaban allí y, aunque la feria fue prohibida antes del mediodía por el alcalde debido a la cercanía del enemigo, fue la multitud de sus calles lo que puso los ingredientes para una matanza que el jefe alemán tachó de «éxito técnico».
A las 15.30, sonaron por primera vez las sirenas ante la presencia de un avión solitario de reconocimiento que voló a baja altura Guernica sin disparar un solo tiro. Poco después, un bombardero Heinkel 111 de la «escuadrilla experimental» de la Legión Cóndor arrojó la primera carga en el centro de Guernica. Las primeras explosiones se produjeron junto al puente de Renteria y en la estación de trenes.
Buena parte de la población se escondió en los refugios en torno a la fábrica de armas, pero al creer que las bombas habían terminado salieron posteriormente a ayudar a los heridos. A estas primeras oleadas se sumaron otras casi continuas desde Burgos: tres Savoia SA-79, tres Heinkel He-111 de la Aviación Legionaria italiana y 18 Junker Ju-52 de la Legión Cóndor atacaron simultáneamente.
A una primera fase dedicada a lanzar bombas de gran tamaño, le tomó el testigo una escuadra con los aviones más ligeros, entre ellos cazas italianos Fiat CR-32 que buscaban ametrallar a la población dispersa. La combinación de bombardeos pesados seguidos de otros más ligeros era una de las tácticas experimentadas por la Legión Cóndor en Guernica.
El 85,22% de los edificios afectados
A consecuencia de la caída de treinta toneladas de bombas (una combinación de incendiarias y explosivas antipersona de 50 y 250 kilogramos), murieron en pocas horas una cifra indeterminada de personas que se mueve en una horquilla desde los 126 fallecidos, que calcularon en 2007 Vicente del Palacio y José Ángel Etxaniz, de la asociación Gernikazarra, a los 1.654 muertos y 889 heridos que el Gobierno vasco registró en su día. Las últimas indagaciones sitúan el número de muertos a entre 250 y 300. Si no se produjeron más muertes, fue en parte porque la población huyó hacia el monte y porque uno de los puentes estratégicos resultó ileso.
Las bombas y el posterior incendio, agudizado por lo mucho que tardaron los bomberos desde Bilbao, provocaron la destrucción de hasta el 85,22% del casco urbano, afectando a un total de 271 edificios, según el informe del Servicio Nacional de Regiones Devastadas (organismo de la dictadura destinado a evaluar los daños materiales provocados durante la guerra). Curiosamente la fábrica de armas Astra no resultó destruida y se convirtió en un excelente botín de guerra para las tropas de Franco, que tres días después tomaron el control del municipio. «Los cazas, mientras tanto, efectuaban pasadas en vuelo rasante sobre el centro de la ciudad y ametrallaban a la población civil que buscaba refugio»
El corresponsal del diario ‘The Times’ describió con palabras gruesas el 28 de abril el bombardeo: «Guernica, la ciudad más antigua del pueblo vasco y el centro de su tradición cultural, ha quedado completamente destruida por una incursión aérea rebelde. El bombardeo de esta ciudad abierta, situada a una gran distancia del frente, duró exactamente tres horas y cuarto, durante las cuales una poderosa flota aérea compuesta por tres tipos de cazas descargó de forma ininterrumpida bombas de hasta mil libras de peso y, según se calcula, más de tres mil proyectiles incendiarios de aluminio de dos libras de peso cada uno. Los cazas, mientras tanto, efectuaban pasadas en vuelo rasante sobre el centro de la ciudad y ametrallaban a la población civil que buscaba refugio». Una gran cantidad de corresponsales dieron fe del horror vivido.
Un hito de la propaganda
La principal razón por la que pasó a la historia la masacre de Guernica, por encima de otros bombardeos contra la población, como el de Durango o el ocurrido en Cabra (Córdoba) el 7 de noviembre de 1938 por parte de la aviación republicana, está en el enorme eco propagandístico que causó el ataque. Las fotografías del bombardeo en masa se difundieron por la prensa de toda Europa y convencieron a los políticos ingleses y franceses de que la política de apaciguamiento servía de poco frente a una Alemania capaz de reducir Londres y París a cenizas en cuestión de semanas.
De cara al Pabellón Español en la Exposición Internacional de París en 1937, el Gobierno republicano quiso aprovechar la popularidad internacional del bombardeo encargando a Picasso un cuadro sobre la barbarie que presidió la comitiva española. Picasso había quedado impactado al ver las dramáticas fotografías publicadas por diarios franceses como ‘L’Humanité’, pero ni la composición ni los bocetos del pintor malagueño contenían ninguna alusión a sucesos concretos de la localidad vasca, sino que más bien fue concebido como un alegato genérico del horror de la Guerra Civil.
Cuando la República fue derrotada, el pintor malagueño decidió que su obra quedara bajo la custodia del Museum of Modern Art de Nueva York (MoMA) por tiempo indefinido, lo que no hizo sino aumentar su popularidad internacional. «Guernica, la primera ciudad ‘abierta’ que fue destruida prácticamente por completo durante un bombardeo, quedó grabada a fuego en la conciencia europea como el gran crimen de Franco, más que el asesinato de Lorca o la matanza de Badajoz», explica Paul Preston en su obra ‘La muerte de Guernica’.
La introducción de referencias a la historia de España es una estrategia habitual en los discursos de Zelenski para encender el afecto de otros países. En Estados Unidos, Volodímir Zelenski se refirió al ataque a Pearl Harbor y los atentados del 11 de septiembre: «Os pido que recordéis cuando fuisteis atacados. Os necesitamos ahora». Frente a la Cámara de los Comunes del Reino Unido, el ucraniano citó a Winston Churchill: «Lucharemos hasta el final, por mar, por aire. Seguiremos luchando por nuestra tierra, cueste lo que cueste». Ante la Asamblea francesa apeló a la Revolución; frente al Parlamento de la República, en Italia, hizo un símil entre la aniquilada ciudad de Mariupol con la de Génova. Y ante el parlamento neerlandés, citó «el inicio del levantamiento armado contra la tiranía» del Rey de España.