Una revisión científica sugiere que el estrés emocional en la infancia precipita la sobremaduración de algunas regiones cerebrales y dificulta la gestión de las emociones
Por: Jessica Mouzo Quintáns/El País
Aunque el imaginario colectivo desvíe siempre la mente hacia la delincuencia y la maldad cuando se habla de la psicopatía, este trastorno de la personalidad es algo más complejo de lo que sugiere esa asociación. Ni todos los delincuentes son psicópatas, ni todos los psicópatas son Hannibal Lecter, el villano caníbal de El silencio de los corderos. «Los psicópatas son personas con problemas de relación interpersonal y de gestión de las emociones. Aparentemente son fríos, aunque no es cierto que no tengan emociones. Las tienen muy intensas. Lo que no tienen son remordimientos, que es lo que da una tendencia hacia la delincuencia, pero no en todos los casos, por supuesto», explica el doctor Jesús Pujol, director de investigación de la Unidad de Resonancia Magnética del servicio de Radiología del Hospital del Mar de Barcelona. El médico ha liderado una revisión científica de otros estudios publicados y ha constatado que el cerebro de los psicópatas es distinto. La investigación apunta a que el estrés emocional en la infancia precipita la sobremaduración de algunas regiones cerebrales como un sistema de protección contra el sufrimiento, pero termina dificultando también la gestión de las emociones.
La complejidad de la psicopatía trasciende a los estereotipos. De hecho, un estudio publicado en 2013 en la revista Journal of Forensic Science, ya advertía de que el prototipo psicopático del icónico Lecter ni siquiera era muy realista. Lo llamaron «un psicópata de élite, que exhibe niveles exagerados de inteligencia, modales sofisticados y astutos, a veces hasta niveles sobrehumanos y supermediatizados». Más acorde a la realidad era, según el estudio, el personaje de Anton Chigurh en No es país para viejos, un papel interpretado por el actor español Javier Bardem.
El abanico de conductas es amplio, pero todos los psicópatas coinciden en una cosa: las alteraciones cerebrales que los diferencian de otros individuos sin este trastorno. Pujol y su equipo revisaron más de 400 artículos científicos en los que se había analizado el cerebro de las personas con psicopatía a través de resonancias magnéticas. El metaanálisis, publicado en la revista científica Psychological Medicine, ha concluido que el cerebro de los psicópatas presenta una maduración acelerada de varias regiones cerebrales relacionadas con el procesamiento emocional y el cognitivo. «El cerebro de los psicópatas es diferente desde el punto de vista anatómico y funcional. Hay diferencias en las áreas que procesan la cognición y el razonamiento y en las que procesan la actividad emocional. La conexión entre estas dos áreas falla», explica Pujol.
Los investigadores encontraron que, desde el punto de vista anatómico, en las regiones de lóbulo temporal (donde está la amígdala, relacionada con la emociones) y en el frontal (encargado de las funciones cognitivas) había «una aparente atrofia de la sustancia gris». «Sin embargo, lo que luego nosotros postulamos es que, en realidad, lo que había era un aumento de la sustancia blanca, lo que implica una sobremaduración de esas áreas», apunta Pujol.
Aparentemente son fríos, aunque no es cierto que no tengan emociones. Las tienen muy intensas
El estudio sugiere que el origen de esa maduración acelerada de algunas regiones cerebrales está en haber sufrido situaciones de estrés emocional en edades tempranas. El cerebro desarrolla esa sobremaduración para protegerse de las circunstancias que le provocan sufrimiento. «En un contexto de estrés emocional, el niño desencadena una sobremaduración que implica, por un lado, un bloqueo para evadir el sufrimiento y, por otro lado, convierte a la persona en alguien no escrupuloso y carente de remordimientos», señala el facultativo. Al madurar rápidamente, el niño amplía la capacidad de tolerancia al sufrimiento y logra evadirse de esa situación emocional que le hiere. Sin embargo, este sistema de defensa provoca daños colaterales: «no tienen freno emocional», sintetiza Pujol. El médico matiza que el trauma no es puntual, sino que ha de ser persistente en el tiempo para llegar a modular la anatomía del cerebro.
En la práctica, esta alteración cerebral provoca que, ante un dilema moral, la activación de los dos sistemas (el cognitivo y el emocional) se bloquee. Ni su capacidad de razonamiento ni sus sentimientos o emociones están anulados. Lo que ocurre es que «la asociación entre emoción y cognición en la toma de decisiones está bloqueada», aclara el médico. Con todo, señala, «son responsables de sus actos».
Similitudes al consumo de esteroides
Los investigadores han encontrado también similitudes entre los cerebros de los psicópatas y las personas que consumen durante más de 10 años esteroides androgénicos (se suelen utilizar para mejorar el rendimiento deportivo o aumentar la masa muscular). Las afectaciones cerebrales detectadas en los psicópatas y en las personas que consumen estos anabolizantes durante largos períodos de tiempo son las mismas.
Pujol matiza, no obstante, que esta similitud no implica que los consumidores de esteroides acaben desarrollando, a largo plazo, un trastorno psicopático. «Hay una semejanza anatómica de las dos patologías. Si bien es cierto que el control de los impulsos y la conducta pueden cambiar tras consumir esteroides durante largos períodos de tiempo, esto está lejos de pensar que puede generar una psicopatía», explica el investigador.