Un museo dedicado a su figura trata de dar a conocer la verdadera historia de esta joven suiza, nacida en 1734 y que fue falsamente acusada por el padre de la familia para la que trabajaba, con el que mantenía una relación sentimental
Abc Cultura
El museo de Anna Göldi, que explica la historia de la última mujer condenada por brujería en Europa, ha cumplido un año con un éxito creciente de público interesado en la vida de esta víctima de la discriminación. El creador del centro, el periodista Walter Hauser, asegura no estar muy sorprendido por el buen resultado, ya que está convencido de que la historia de Göldi acabará conociéndose en todo el mundo, porque «Anna es un símbolo contra la discriminación social y de la mujer».
Inaugurado en agosto de 2017, y situado en la ciudad helvética de Glarus (noreste), el museo celebra estos días su primer aniversario y atrae cada vez a más turistas. «Solo en el pasado mes de junio nos han visitado más de 50 de grupos y cada día recibimos llamadas para concertar visitas guiadas», cuenta la encargada del museo, Maggie Wandfluh. «Además, este año, gracias a la generosa donación de una vecina de Glarus para la instalación de calefacción, vamos a poder abrir también en invierno», agregó.
Fascinación
Dos siglos después de su muerte, Göldi sigue causando fascinación, y esa fue la razón que llevó a Hauser a abrir un museo para explicar su vida. Hauser conoció la historia de Göldi hace 15 años y desde entonces se dedicó a investigar su caso, lograr su exoneración y crear el museo en su honor.
Göldi nació en 1734 en Sennwald (Suiza), en el seno de una familia humilde y desde muy joven comenzó a trabajar como sirvienta en diversas casas, sin mucha fortuna en ninguna de ellas. En 1780 entró al servicio de la familia del médico y juez Johann Jakob Tschudi, parte de la alta sociedad de Glarus.
Al año de trabajar allí, la menor de las hijas se puso enferma, tenía fiebre y expulsaba agujas por la boca, según la versión de la familia. Consideraron responsable a Anna y fue arrestada y acusada de practicar brujería sobre la menor. Göldi negó las acusaciones, pero tras meses de interrogatorios y torturas terminó confesando un pacto con el diablo, el tribunal de Glarus la condenó y fue ejecutada en 1782.
Inocencia
«El proceso de Anna Göldi es la historia de una injusticia y yo sentí la necesidad de esclarecer lo que había sucedido», explica Hauser, que sospecha que Göldi tuvo una relación sentimental con su jefe y éste, ante el miedo de que su aventura se hiciera pública y arruinara su incipiente carrera política, quiso deshacerse de ella.
Por ello, en 2007, Hauser llevó a los tribunales locales una propuesta de exoneración. La iniciativa se convirtió en un tema de debate en el Parlamento regional de Glarus, que reconoció por unanimidad la inocencia de Göldi.
Anna Göldi dejó así de ser la última mujer condenada por brujería en Europa, «para convertirse en la primera ‘bruja’ del mundo exonerada por votación democrática», matiza Hauser.
El periodista creó también la Fundación Anna Göldi que colabora estrechamente con Amnistía Internacional, participando en la defensa de los derechos humanos y poniendo el foco en países en los que los ciudadanos siguen siendo víctimas de procesos judiciales de dudosa veracidad.