Por Dra. Zaida Alicia Lladó Castillo
Los mexicanos estamos deseosos de figuras emblemáticas que destaquen en la vida social y política del país, por sus buenas acciones, ideario y vocación de servicio, es decir, de esas virtudes de las que hoy pocos pueden presumir.
Pero encuentro esos atributos en la forma de pensar y actuar de cuatro figuras mexicanas, una venerada en la historia y las otras tres pertenecientes al México contemporáneo, fallecidos ya, pero recordados por sus aportaciones ideológicas en pro de la educación y por haber logrado penetrar políticamente en el pensamiento y ánimo de las generaciones del momento y de las siguientes. Pero también porque su pensamiento toma vigencia en el acontecer presente de nuestro país y nos sirven como reflexión y referente para poder ubicar nuestra posición frente a los problemas actuales.
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Estos personajes son: Benito Juárez García, Jaime Torres Bodet, Jesús Reyes Heroles y Luis Donaldo Colosio.
En esta primera colaboración sobre este tema, escribo sobre:
Benito Juárez.
Si algo tuvo el Presidente Benito Juárez García, fue su vocación republicana y constitucionalista:
“cumplir y hacer cumplir la Constitución, como la única norma que nos puede regir, sin modificar sus fundamentos en cuanto a federalismo y a las libertades, de los hombres y la sociedad”.
Creyó siempre en los acuerdos de honor, evitando el desequilibrio que pone en riesgo la paz:
“Antes que el poder de las armas, el peligro se conjure con un arreglo justo y equitativo compatible con el honor y dignidad de la nación”
“Es necesario considerar, que cuando una sociedad, como la nuestra, ha tenido la desgracia de pasar por una larga serie de años de revueltas intestinas, se ve plagada de vicios, cuyas raíces profundas no pueden extirparse en un sólo día, ni con una sola medida. Se necesita de tiempo para preparar los elementos con que se pueden reorganizar los diversos ramos de la sociedad; se necesita de constancia para no desperdiciar esos elementos, a fin de llevar a cabo la obra comenzada; se necesita de firmeza para ir venciendo las resistencias que naturalmente imponen aquellos que han saboreado los frutos de la licencia y de los abusos; y se necesita de una gran capacidad para elegir y aplicar con la debida oportunidad los medios a propósito que satisfagan, las exigencias del cuerpo social, sin exasperar sus males”.
Defendió la libertad, la democracia y la opinión pública cuando es justa:
“Yo no reconozco otra fuente de poder más que la opinión pública”
“La emisión de las ideas por la prensa debe ser tan libre, como es libre en el hombre la facultad de pensar”.
“Libre, y para mí sagrado, el derecho de pensar”.
“Por ello, es por tanto evidente, que a nombre de la libertad jamás es lícito cometer el menor abuso”.
“La democracia es el destino de la humanidad futuro; la libertad, su indestructible arma; la perfección posible, el fin donde se dirige”.
Igualmente usaba la palabra felicidad, como equivalente a un individuo educado y próspero y veía en la educación la emancipación de la mujer:
“Persuadido de que la instrucción pública es el fundamento de la felicidad social, el principio en que descansan la libertad y el engrandecimiento de los pueblos”.
“La instrucción es la primera base de la prosperidad de un pueblo, a la vez que el medio más seguro de hacer imposibles los abusos del poder”.
“Formar a la mujer con todas las recomendaciones que exige su necesaria y elevada misión, es formar el germen fecundo de regeneración y mejora social. Por esto es, que su educación, jamás debe descuidarse”.
Y fue uno de los primeros pensadores que abogó por el respeto entre los hombres y naciones:
“Persuadido de que la misión del gobierno republicano es proteger al hombre en el libre desarrollo de sus facultades físicas y morales, sin más límite que los derechos del otro hombre, cuidaré muy escrupulosamente de que se conserven intactas las garantías individuales, evitando que un hombre, una facción o una clase oprima al resto de la sociedad y reprimiendo con mano fuerte a cualquiera que atente contra el derecho ajeno. Sólo el criminal, el que turbe la paz pública será castigado con toda la severidad que quieren las leyes”.
“No permitiré un solo acto que conculque derechos legítimos pero seré severo e inexorable con los transgresores de la ley y con los perturbadores de la paz pública”.
“Nada con la fuerza: todo con el derecho y la razón: se conseguirá la práctica de este principio con sólo respetar el derecho ajeno”.
Siendo un creyente firme del valor incalculable del buen servidor público, en sus pensamientos definía la obligación del cumplimiento de la misión ofreciendo todo a favor de sus gobernados, y eso lo expresaba cuando decía:
“Dios y la sociedad nos han colocado en estos puestos, para hacer la felicidad de los pueblos y para evitar el mal que les pueda sobrevenir. Juramentos muy solemnes nos obligan a obrar así. Cumplamos, con este deber sagrado, defendiendo las instituciones federativas, las que garantizan nuestras libertades”.
“La respetabilidad del gobernante le viene de la ley, de un recto proceder y no de trajes ni de aparatos militares propios sólo para los reyes de teatro”.
Sabía mover el orgullo y la dignidad de los mexicanos para hacerlos reaccionar, para que no decayeran en la lucha a favor de la soberanía nacional y ponía como supuesto, las situaciones adversas provocadas por los enemigos de la patria, en donde, en caso de que a estos tuvieran superioridad de fuerzas o llevara a la derrota del país, entonces, dejaba una gran tarea a los mexicanos del futuro:
“Que el enemigo nos venza y nos robe, si tal es nuestro destino; pero nosotros no debemos legalizar un atentado entregándole voluntariamente lo que nos exige por la fuerza. Si la Francia, los Estados Unidos o cualquiera otra nación se apodera de algún punto de nuestro territorio, y por nuestra debilidad no podemos arrojarlo, de él, dejemos siquiera vivo nuestro derecho, para que las generaciones que nos sucedan lo recobren. Malo será dejarnos desarmar por una fuerza superior; pero sería pésimo desarmar a nuestros hijos, privándolos de un buen derecho, que más valientes, más patriotas y más sufridos que nosotros lo harían valer y sabrían reivindicarlo algún día”.
Por eso Juárez, es inigualable como figura nacional, pues fue hombre de gran carácter, que supo poner al servicio del país su liderazgo basado en valores personales y nacionalistas y con una gran vocación republicana, buscó hacer realidad: la igualdad, la libertad, la legalidad y la democracia, sosteniendo que:
“CONTRA LA PATRIA NUNCA TENDREMOS RAZON”
Y concluyo, con una de las frases más realistas y profundas que me hacen admirar a Juárez:
“NO DESHONRA A UN HOMBRE EQUIVOCARSE. LO QUE DESHONRA ES LA PERVERSIDAD EN EL ERROR”.
Y es para reflexionar, pues ¿cuántos errores perversos están inscritos en la bitácora política de la nación? ¿Cuántos, en abuso del poder: ejecutivo, legislativo y judicial, o en el ejercicio libre de una profesión han errado por acción u omisión? Y ¿Cuántos con sus actos perversos han dañado las instituciones, los sindicatos, las empresas, las organizaciones, etc., y contribuido al atraso y el deterioro de la misión que se tiene con la sociedad?
Por eso el pensamiento Juarista y de otros libre pensadores, deben ser tomados como una cátedra, para enseñarles a los jóvenes que esas figuras no son sólo nombre o dibujos, sino que son individuos que existieron y brillaron por su actuar responsable y comprometido con la nación.
Gracias, y en la próxima analizaremos los pensamientos de Jaime Torres Bodet
Nota.-Los pensamientos están tomados, de las lecturas masónicas selectas.