Por Dra. Zaida Alicia Lladó Castillo
Salir de Tuxpan, hacia el norte de Veracruz, es encontrarse con una región llena de historia, folklore y tradiciones huastecas, etc. Con bella vegetación que pinta de diferentes tonos de verde, pero predominando el verde-amarillo en los potreros, sierras, llanuras y, azules diferentes en la costa.
Saliendo de Tuxpan, a unos 20 kilómetros, a pie de carretera se encuentra un modesto pueblo: Heroica Temapache de Gutiérrez Zamora que fue un asentamiento de origen Huasteco Prehispánico, que en la colonia y en diversas etapas del México independiente fue de gran importancia. Posee una Iglesia que data del Siglo XVI, que se dice, fue construida de conchas de caracol, almeja u ostión que molían los indígenas y que unida al barro le dio una gran consistencia y está dedicada a Santiago Apóstol.
Más adelante se encuentra el entronque de Potrero del Llano (El Alazán), que marca la bifurcación de las vías: hacia Tantoyuca y Pánuco (del lado izquierdo) o hacia Tampico (lado derecho por vía paralela a la costa).
Si nos vamos por la primera opción, nos encontramos con extensas llanuras, de la zona de Tepetzintla, donde sobresalen rocas de gran altura, con la peculiaridad de que tienen figuras similares. Más adelante se encuentra a pie de carretera, el entronque que (si se toma hacia el lado derecho), lleva a la sierra baja de Otontepec y al bosque de Chontla; y si se sigue de frente, llega uno a la desviación de San Sebastián que sube a Chicontepec, y que si se continua por la misma carretera federal, más adelante esta Tantoyuca.
Ahora que, si nos decidimos desde El Alazán, irnos sobre la carretera paralela a la costa, nos encontramos con pueblos petroleros históricos como Cerro Azul (recordar el pozo no. 4 que en tiempos de la extracción del petróleo, de 1916 a 1921, alcanzó 57 millones de barriles de producción hasta que se secó), Tancoco, Naranjos, y Ozuluama, pasando por Tampico Alto hasta llegar a Pueblo Viejo, colindando con el puerto de Tampico.
Pueblos agricultores de cítricos, ganaderos, lecheros, queseros o marisqueros que fueron importantes en la época del auge petrolero y que lo siguen siendo, porque en esa zona tienen bellezas naturales y culturales aprovechables para el turismo. Ahí, en sus fiestas patronales predomina el Folklore regional, la veneración a los muertos como el Xantollo y los altares prehispánicos, las ferias y exposiciones: ganadera, agrícola, artesanal e industrial, se conservan las danzas autóctonas como la de “mecos y Tiznados” y su música da la bienvenida al visitante con violines, tambora y guitarra. También se acostumbran las carreras de caballos, la charrería, y los encuentros deportivos. Y la gastronomía, es variada y deliciosa y un ejemplo es el platillo especial de la región: el Zacahuil, pero también no se puede uno resistir a una buena “bocolisa” o a comer el famoso “Pascal”, entre otros. Por eso, es de justicia que la zona norte de Veracruz, tenga carreteras de primer nivel para que esta región detone en su potencial industrial, comercial y turístico.
Tantoyuca, llamada también “La Perla de la Huasteca”, es una ciudad de fuerte actividad ganadera, comercial y turístico-cultural, con sus costumbres y tradiciones valiosas, reconocidas nacional e internacionalmente. Este distrito ancestralmente ha sido de alta actividad política, por ello cuando asistíamos, los actos en la ganadera eran multitudinarios. Ahí contamos con líderes muy aguerridas, tales como: Luz María Martínez Moreno, en la cabecera; en Chalma: Marina Quezada Guzmán; Chiconamel: Alma Luz Monterrubio Hernández; Plantón Sánchez: Alba Luz Arriaga de Hdz. Y hacia la sierra de Otontepec: Ixcatepec, con Ofelia Sebastián Villa, (que llegaría en esos años a ser Presidenta Municipal), Tepetzintla: Teresa Amor Martínez, Chontla: Maribel Juárez Hernández; Tantima: Juana Guadalupe Castro de Muñoz, Tamalin: Guadalupe Marcial Marcial, Chinampa de Gorostiza: Consuelo Cruz de Glz.; Tancoco, Eusebia Ramos Pérez y Naranjos con Xochitl Olivera López. Contándose también con el apoyo de otras mujeres valiosas del distrito como Ernestina Guerrero Juárez (exdiputada federal, la primera en el Estado, junto Celeste Castillo de Huatusco), Mary Carmen Pinete (que sería Presidenta de Tantoyuca en 1994) y Adalmira Díaz Azuara (que recientemente le hicieron justicia , siendo diputada federal).
Y por esa ruta, seguíamos a Pánuco. Ahí, cuando nombramos a su dirigente municipal, las cosas estaban tan competidas, por el rejuego de los grupos políticos locales (que son muy apasionados), que se tenía que cuidar muy bien el proceso cumpliendo con la convocatoria y cuidando, que las acreditaciones para ingresar a las asambleas electivas, fuera de manera correcta y la elección clara e inobjetable. Recuerdo que cuando se hizo el cambio de la dirigencia para sustituir a la maestra Irma Pérez Morín, mujer muy valiosa, desató el interés de muchas en participar para dirigir la organización femenil. Por ello, se acondicionó el Auditorio Municipal para realizar el evento y, con chequeo de padrón de seccionales del CIM y credencial en mano, se incorporaron las mujeres panuquenses al recinto. Después vino la elección. Una a una en la urna, las mujeres emitieron su voto y por fortuna, todo aconteció sin problemas. El resultado dio el triunfo a Carmen Castelán, lo cual todas celebramos. Castelán, se sumó a las otras dirigentes que ya habían sido electas de los municipios de El Higo y Tempoal: Guadalupe Nabor Cruz y Ma. Hilaria Aguirre Castillo, respectivamente y me tocó también legitimarlas con sus nombramientos.
En Pueblo Viejo, la entrega de reconocimientos a las dirigentes ya electas con anterioridad, se cumplió sin ningún problema. Ahí las mujeres reconocieron a sus nuevas representantes, habiendo quedado como dirigentes: Doña María Silvia García Maya (alias la “güera” Maya), como líder municipal de Pueblo Viejo y Norma Crescenciana del Ángel por Ozuluama. Sumándose también en la estructura, otras mujeres del pueblo, muy respetadas, como Reyna Enith Domínguez Wong (que años después buscó la presidencia y como no se las dieran por el PRI en dos ocasiones, pese a que lo peleamos en su momento, nos dejó y la jugó por otra opción, ganando contundentemente).
Las autoridades, dirigentes del partido y mujeres de Pueblo Viejo siempre hospitalarios, comúnmente nos invitaban a comer a la rivera de la Laguna y junto con otros invitados especiales, hacíamos un buen grupo, donde se platicaban anécdotas y chascarrillos.
Estando ahí, era imposible evitar que vinieran a mi mente bellos recuerdos, porque fue en Pueblo Viejo y Tampico, donde se desarrolló la vida de mis abuelos paternos y de mi padre, que ahí nació, y de recordar las mejores épocas de éste en la política y en su gestión como diputado local por ese distrito. Y estando ahí, también recordé las épocas en que Pueblo Viejo, tenía un movimiento turístico impresionante. La gente de Tampico, venía al pueblo a degustar los mejores mariscos deliciosamente preparados y el visitante se encontraba con buena atención, música de las orquestas del “Puerto Jaibo” y platillos variados preparados de manera única y, a la mitad de lo que costaban en Tampico. Los restaurantes estaban llenos y el pueblo tenia vida.
Por eso me dolía ver, a fines de la década de los 90, los restaurantes cerrados y los pocos activos con mínima gente y descuidados. Y yo les daba ánimos y les decía, “por qué no revivir esta hermosa Laguna y región como en los viejos tiempos, sobre todo, porque ustedes, sus habitantes, necesitan del trabajo y tienen ganas de salir adelante”. Así mismo les recalcaba que: “¡para eso son líderes!, para provocar cambios que se traduzcan en beneficios de sus regiones y no sólo en proyectos políticos personales”. Y ellas lo entendían muy bien.
En Pueblo Viejo, también constituí una organización independiente: Mujeres de pescadores en solidaridad (Congregación Anáhuac), encabezada por una dirigente de origen muy humilde, que tenía el don de la locución (a capela), doña Francisca Castillo Silva. Era tan buena “Panchita” (como yo le llamaba), que la elegí para que fuera una de los tres ponentes en aquel acto, en el estadio Xalapeño en Julio de 1994, en la campaña a la Presidencia de Ernesto Zedillo Ponce de León, celebrado con la presencia de más de 20 mil mujeres, acto inigualable en el plano estatal y nacional. Los otros ponentes éramos su servidora y el candidato.
Y aquí hago un paréntesis para decir que si esos actos tenían éxito, era porque por una parte, nos sobraba convocatoria para aglutinar a las mujeres y por la otra, porque cuidábamos todos los detalles. Y, si “Panchita”, lo hizo muy bien en aquella ocasión y recibió la felicitación del candidato Zedillo, fue porque la preparamos previamente, y en ese caso fue la Profra. Judith Roldán, experta en manejo de discurso, quien asumió el compromiso de entrenarla en locución y seguridad frente al micrófono. El discurso, fue sólo estilizado por nosotras, pero respetamos el pensamiento de la mujer humilde, que quedó asentado en su documento. Y cuidando todos los detalles y desde luego, sin restarle méritos a la ponente que por natural y sencilla lo hizo de maravilla, su intervención fue todo un éxito.
Como decía antes, Pueblo Viejo, es lugar de leyendas y anécdotas. Pero a mi toco en una ocasión vivirlas. Me quede a dormir en la gira en Pueblo Viejo, para acompañar a una dirigente cuyo padre había sido amigo del mío en sus juventudes. Y ahí en el velatorio, me comentaron que había fallecido otro personaje y que también lo estaban velando en su domicilio. Estando en la noche en el domicilio de la compañera, velando a su ser querido, no faltó que llegara por ahí el “personaje engorroso” del pueblo. Era un borrachito, famoso por meterse a los velorios para “gorrear” la cena y la “copita”. Desde luego, la familia se percató de esto y no lo dejaron ingresar al domicilio, porque ya lo conocían. Y muy molesto se retiró. Pero el personaje, no se dio por vencido en su propósito y como cerca de ahí, velaban al segundo difunto, se fue para allá y ahí, sí le dieron cabida.
Al otro día, muy temprano nos dispusimos los presentes a acompañar a su última morada al difunto y sucedió que los dos sepelios salieron a la misma hora y las marchas (como se acostumbra), caminaron por las calles del pueblo hacia el cementerio. Pero el pueblo, no es tan grande y en algún momento coincidieron los cortejos. Observándose que en el segundo, venia el “borrachito engorroso”, pegado a la viuda y cuando pasamos junto a él, nos gritó el presumido: ¡OIGAN, ÉSTE SI ES ENTIERRO, NO CHING…RAS!
De camino a Tampico Alto, nos avisaron que las cosas se habían puesto en este municipio muy difíciles y metimos velocidad.
Cuando llegué a Tampico Alto, me sorprendí ver que en el parque, que está junto al salón de eventos, estuviera una gran cantidad de varones y dentro del salón (me informaban) había como unas 100 mujeres. Yo pregunté a los primeros señores que vi: ¿qué hacían ahí? y me contestaron, “estamos cuidando líder, a nuestras señoras, para que no pase nada, porque se está preparando un “chanchuyo”…el Presidente, está metiendo gente que no es de la estructura seccional del CIM y las damas de aquí, no se dejan”.
Eso me preocupó y me apresuré a llamar por fuera, a las delegadas y les pregunté si se había respetado el padrón del CIM y si se había cuidado el acceso con credencial en mano. A lo que me respondieron, que sí. Pero, para convencerme ingresé al recinto y después de saludar a las mujeres y escuchar los reclamos, pedí que mantuviéramos la calma y entonces solicité el padrón, empecé a nombrar al azahar a las tres primeras, que me mostraron su credencial; pero mi sorpresa fue que las siguientes que cité, no respondieron a sus titulares y comprobé así que la mitad de las que estaban, o no tenían con que acreditarse o no correspondía la persona al nombre de la lista; lo que me confirmó que habían sustituido líderes y metido gente de más, para hacer ganar a una persona en particular. Y lo peor era que ya habían votado y estaban presionando para que en cuanto llegara, reconociera la elección.
Miré enfurecida a mis delegadas y tomando valor, me dirigí a las mujeres, diciéndoles: “vengo de una gira muy productiva en el distrito de Panuco, todas las demás elecciones municipales han sido justas y democráticas y, como estoy viendo y comprobando que esta NO LO ES, no voy a reconocer a una líder que no esté legitimada por las militantes del CIM, por lo tanto se suspende la elección, hasta nuevo aviso”. Y me salí. Se soltó un gran aplauso y las mujeres gritaban contentas.
De lejos vi al Presidente municipal junto con su gente, no podía disimular su coraje, y me fui hasta donde estaba y le dije en voz baja: “Con todo respeto Presidente ¿ya vio lo que motivó?, no había necesidad”. No me contestó y se retiró.
Camino a la camioneta me gritó una Doctora, muy famosa en Tampico alto, a quien apodaban, “la Pájara Peggy”… ¡vaya, hasta que conozco una cab…na líder con las faldas bien puestas, la felicito! Igualmente los señores me abrazaban dándome las gracias…y me dijo uno de ellos… ¡Líder, mis respetos, eso es jugar derecho…Así sí les damos chance a nuestras señoras, que sigan participando!”.
Eso sólo me demostraba que los varones, se sentían contentos si sus mujeres eran tratadas con respeto. Ya para retirarme le dije a las mujeres: “pronto tendrán una líder electa de manera correcta” y ellas me dijeron: “Zaida, si es así, aunque no ganemos, la aceptaremos y trabajemos con ella”. Y así fue como al poco tiempo, emergió a lo derecho como líder de Tampico Alto, Margarita Nájera Pérez.
Cansadas, pero satisfechas viajamos de regreso a Xalapa. No sin antes pasar por Poza Rica, mi tierra adoptiva. Ahí Norma Anaya y Adriana Gómez, hacían el trabajo municipal y distrital, con gran éxito. Pero se sumaban las líderes de colonias como: Rosa Isela Hernández y su mamá doña Paula. Así como Josefina Reyes Estopier, las maestras y profesionistas de la Asociación de Mujeres Universitarias de la Zona Norte (asociación que yo fundé). Igualmente mujeres valiosas que siempre nos apoyaron como las hermanas Gibb Guerrero, Norma Buis Gibb, Ángeles Villa, Virginia Serrano, Rosario Mar, Marilú Galván, Sandra Santos (qepd), etc. Ese distrito consideraba además al municipio de Coatzintla y ahí la Profra. Juana Consuelo González Márquez, tenía la responsabilidad del CIM, apoyada por las familias Lugo y Parada. Pero también participaban las familias Caballero, Ortiz y mi comadre Carmen Dauzón Márquez, por parte de las esposas de los ganaderos locales.
Terminábamos las jornadas muy tarde, pero había que regresar a Xalapa aunque llegáramos muy noche, planeando pasar dos o tres días en las oficinas del CIM, tomar fuerza y continuar con las siguientes giras, hacia el centro y sur de Estado.
Gracias y hasta la próxima.
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