Tuvo 23 mil horas de vuelo, recorrió el mundo piloteando hasta los imponentes Boeing 777 y fue homenajeado en el aeropuerto de Barajas, en Madrid.
Por Inés García Nieto
El tuxpeño Carlos Alberto Basáñez Ebergenyi, capitán piloto aviador, se jubiló de la aviación comercial después de 23 mil horas de vuelo, sin ningún percance y con reconocimientos y medallas por méritos profesionales en su profesión.
Su último vuelo fue México-Madrid –diez horas-, el día primero de noviembre, después de 39 años de vuelo.
El capitán aviador Carlos Alberto Basáñez, surcó nuevamente los cielos comandando el imponente Boeing 777 de Aeroméxico, para atravesar el atlántico en su último viaje como piloto. El destino fue el aeropuerto internacional de Barajas, en Madrid.
El capitán piloto aviador tuxpeño, fue recibido con honores en la capital española, donde al arribar grandes equipos hidráulicos de bomberos, lanzaron chorreras de agua a presión, bañando todo el cuerpo del gran avión, como homenaje a Carlos Alberto. El agua que caía sobre el Boeing, simbolizaba el champagne en este gran acontecimiento, como lo fue para Aeroméxico la jubilación de uno de sus más distinguidos pilotos.
Ya en el aeropuerto, altos directivos de la empresa aeronáutica, compañeros pilotos, personal del vuelo, de la compañía, amigos y familiares, celebraron la culminación de toda una trayectoria, de toda una vida surcando los cielos del mundo, del capitán Basáñez, quien en sus años de vuelo visitó todos los países donde llega Aeroméxico, piloteando aviones a Shangahi, China; Tokio, Japón; Buenos Aires, Argentina; Paris, Francia; Sao Paulo, Brasil; Nueva York, Santiago de Chile y muchas ciudades del orbe más.
Al capitán Carlos Alberto Basáñez, lo acompañaron en su último vuelo como piloto de Aeroméxico, su mamá la señora María Magdalena Ebergenyi Belgodere de Basáñez, su esposa Fabiola Meraz y sus hijos Carlos Alberto -también aviador-, Natalie y Karla, además de sus hermanos Miguel, Magda y Patricia. La señora Magdalena apenas si podía contener las lágrimas de la emoción y el orgullo, al ver que su hijo había triunfado y culminando con honores, su trayectoria profesional en la aviación: una etapa de su vida.
Al cabo de toda una época en Aeroméxico, Carlos Alberto recuerda con emoción su primer vuelo de Mérida a Isla Mujeres. A partir de entonces piloteó todos los aviones de la línea, desde el más chico que corre la ruta México-Poza Rica, hasta el más grande, el Boing 777, que vuela a Shanghai, China. Piloteó verdaderos monstruos metálicos, grandes naves aéreas de turbinas y 300 pasajeros.
El piloto tuxpeño recuerda la inspiración que recibió cuando tenía 15 años, de su tío el general Leopoldo Basáñez Galindo, quien vivía en Washington, y era aviador y agregado militar en la embajada de México en Estados Unidos. Es en esa visita cuando nace en él, el propósito de volar, de ser piloto, sueño que logró con éxito.
Para este objetivo estudió en Miami, Florida, en la prestigiada academia de aviación Opa Locka, a donde acuden estudiantes de todo el mundo.
Carlos Alberto recuerda a su padre Miguel Basáñez Sorcini, siempre activo, trabajador, generoso, amiguero y buen político, y a su mamá, Magdalena, siempre pendiente de su esposo, de sus hijos y de su casa.
El aeropuerto más grande del mundo al que voló, fue el de Shanghai, y el más chico el de Poza Rica, México. Su alto sentido de responsabilidad, lo hizo evitar tormentas desviando cursos. Nunca sintió miedo porque siempre se sintió bien preparado para sortear cualquier eventualidad. Además siempre ha creído en Dios, desde que su mamá lo encomendó a Él, y bien sabe que siempre gozó de su protección, en sus cerca de 40 años de vuelo.
A lo largo de su trayectoria, procuró siempre ser respetuoso, puntual y trabajador. Así lo fue como jefe de equipo en el Boeing 777, y como instructor de vuelo en Atlanta y Miami. Los lugares que más lo impresionaron en sus viajes fueron Tokio, Japón; Paris, Francia y Shanghai, China.
Carlos Alberto Basáñez, el capitán piloto aviador, está ahora en un receso, de donde proyectará sus nuevas actividades tras jubilarse en Aeroméxico. Por lo pronto disfruta del descanso y a su familia.
A los niños que quieren ser aviadores, les sugiere que lo piensen dos veces porque las cosas han cambiado, los estudios son caros, hay mucha competencia, y en las líneas comerciales tiene prioridad los hijos de pilotos, los militares por su disciplina y los que saben bien el inglés.
“Para decidirse a querer ser piloto, hay que estar bien seguro que le guste esta profesión”
El piloto tuxpeño escribió su nombre en la historia de la aviación comercial en México.