La cartografía espacial tridimensional que sitúa millones de galaxias y agujeros negros de todo el Cosmos
Un grupo de investigadores ha recopilado durante dos años datos de telescopios y ha creado el mapa tridimensional del universo más grande hasta la fecha. Representa las principales galaxias masivas y los agujeros negros que se encuentran dentro de un cubo de 4.000 millones de años-luz de arista. Un esfuerzo gigante para contextualizar la situación de la Tierra en el espacio y ayudar a los astrofísicos a desvelar algunos de los grandes misterios de la ciencia.
«Queremos mapear el mayor volumen del universo hasta la fecha, y usar esa información para comprender cómo está acelerándose la expansión del universo», explicó Daniel Eisenstein, del Centro Harvard-Smithsonian de Astrofísica y director del SDSS-III.
SDSS-III (Sloan Digital Space Survey III) es un proyecto internacional que se dedica a estudiar el espacio profundo, a la búsqueda de planetas extrasolares y a la catalogación de todos los grandes objetos del universo con el propósito de descubrir qué es la materia oscura.
El mapa 3D es la principal novedad de su última publicación de datos, que acumula toda la información obtenida durante los últimos dos años. En este tiempo han recopilado imágenes de más de 200 millones de galaxias y la distancia y situación tridimensional de 1,35 millones. «Nuestro propósito es crear un catálogo que pueda usarse durante muchos años», aseguró Michael Blanton, que dirigió al equipo que preparó la liberación de datos.
Materia y energía oscura
Por primera vez se han incluido datos del BOSS (Baryon Oscillation Spectroscopic Survey), un instrumental capaz de determinar la distancia y la posición de galaxias supermasivas hasta una distancia de 6.000 millones de años luz, así como de los agujeros negros más grandes hasta el doble de distancia.
Gracias a este mapa, los científicos podrán «desandar» la historia del universo durante los últimos 6.000 millones de años, casi la mitad de su existencia. Con esta cronología, podrán determinar con mayor precisión cuánta materia es bariónica —«normal»— y cuánta es oscura —que no podemos detectar, pero sí medir sus efectos—. También ayudará a intentar «resolver el misterio» de la energía oscura, la fuerza que impulsa la expansión acelerada del universo.