Un grupo de investigadores chinos ha perfeccionado la técnica para producir macacos idénticos, pero asegura que clonar personas sería “completamente inaceptable”
La clonación de la oveja Dolly en 1996 provocó una alerta mundial ante la posibilidad de que algún laboratorio intentara hacer copias exactas de seres humanos. La técnica parecía sencilla. El grupo del embriólogo británico Ian Wilmut vació un óvulo de una oveja e introdujo un núcleo con ADN de una célula adulta extraída de la ubre de otra hembra. Dolly era una réplica de esta última. En 1998 se lograron así los primeros terneros y ratones clonados. En 1999, cabras. En 2000, cerdos. En 2002, conejos. En 2005, perros. Y en 2007 la Universidad de Naciones Unidas publicó un informe en el que planteaba que la clonación de seres humanos era, quizá, inevitable.
Algunos científicos irresponsables, como el ginecólogo italiano Severino Antinori y el biólogo estadounidense Panos Zavos, llegaron a anunciar hace más de dos décadas el inminente nacimiento de humanos clonados, pero la realidad era que la técnica de Dolly —llamada transferencia nuclear de células somáticas— no funcionaba bien con los primates, el grupo animal que incluye a los monos y los humanos. La situación cambió en 2018, cuando el mismo equipo de Qiang Sun anunció el nacimiento de los primeros monos clonados con esta estrategia: dos hembras de macaco cangrejero bautizadas Zhong Zhong y Hua Hua. La palabra zhonghua significa “nación china”. Uno de los coautores, Poo Mu-ming, proclamó entonces en este periódico: “No hay barreras para clonar primates, por lo que la clonación de humanos está más cerca de hacerse realidad”.
La eficiencia del experimento de 2018 fue extremadamente baja. Qiang Sun y sus colegas crearon 109 embriones, transfirieron 79 de ellos a 21 hembras y apenas lograron seis gestaciones. Solo nacieron las dos monas. En el nuevo estudio, publicado este martes en la revista Nature Communications, los investigadores han mejorado la técnica, añadiendo células precursoras de la placenta. En esta ocasión crearon 113 embriones, transfirieron 11 a siete hembras y consiguieron dos gestaciones y un único nacimiento: un macho de macaco rhesus, que ya tiene tres años y medio. “Esta nueva estrategia ha mejorado significativamente la eficiencia de la clonación de monos, tanto respecto al número de embriones trasplantados como al de hembras gestantes empleadas”, defiende Sun.
El investigador chino detalla que han llamado Retro al animal, por el acrónimo de reemplazo del trofoectodermo, la capa de células que da lugar a la placenta.
“Retro está creciendo y cada día es más fuerte. Vive en nuestro animalario con un amplio espacio y luz solar”, afirma el científico chino, director de la instalación de primates no humanos del Centro de Excelencia en Ciencias del Cerebro y Tecnología de la Inteligencia, en Shanghái. Esta nueva estrategia ha mejorado significativamente la eficiencia de la clonación de monosQiang Sun.
La bioingeniera alemana Angelika Schnieke, una de las personas creadoras de la oveja Dolly, reaccionó con inquietud a los primeros experimentos de Qiang Sun, que requerían decenas de hembras gestantes y acababan en su mayoría con abortos y fetos malformados. “Con estos primates clonados en China se ha cruzado una barrera ética. Probablemente hay que reconsiderar lo que se está haciendo”, declaró Schnieke en 2018 a EL PAÍS. “Personalmente encuentro difícil justificar que se clonen monos. Me preocupa que la clonación de monos continúe y se extienda a otras especies”, señaló entonces.
Qiang Sun defiende que el uso de monos es “esencial” en el ámbito de la investigación biomédica y cognitiva. En 2019, su equipo empleó la técnica ya usada con las monas Zhong Zhong y Hua Hua para crear cinco clones de un macaco cangrejero que había sido modificado genéticamente para imitar síntomas parecidos a los de la esquizofrenia. Sun esgrime que estas poblaciones uniformes de monos de laboratorio pueden ser muy útiles para estudiar enfermedades con base genética, como el cáncer y muchos trastornos del cerebro. Su nuevo estudio presume de “introducir una prometedora estrategia para clonar primates”.
La clonación ya es rutinaria en otras especies. El veterinario argentino Andrés Gambini logró en 2010 los primeros caballos clonados en Sudamérica. En la actualidad, investiga en la Universidad de Queensland (Australia) y es director científico de Ovohorse, una empresa española con sede en Marbella que ofrece servicios de “clonación de perros, gatos, camellos y caballos, entre otros”.
Para Gambini, el nacimiento de Retro es “un notable avance” en el campo. A su juicio, la idea fundamental del estudio —reemplazar la placenta de embriones clonados por la de embriones generados por fertilización in vitro— no es conceptualmente nueva, pero su éxito muestra una alternativa para mejorar la eficiencia de la clonación. El veterinario argentino destaca que este enfoque también podría servir para implantar embriones de un animal salvaje en extinción en úteros de hembras de especies domésticas similares. Su equipo ya logró en 2020 crear embriones de cebra clonados a partir de óvulos vaciados de yegua.
Andrés Gambini recalca que la técnica todavía es compleja y con tasas de eficiencia bajas. “La clonación humana con fines reproductivos sigue siendo objeto de intensos cuestionamientos, no solamente porque la técnica es ineficiente, conlleva la muerte embrionaria y fetal, y la salud física y mental de los clones no está garantizada. ¿Cuál es el propósito de generar personas mediante clonación? Todas las respuestas conllevan algún dilema legal, ético o moral”, sentencia.
La Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos prohíbe la clonación de personas y fue adoptada por Naciones Unidas en 1998. La jurista holandesa Bartha Knoppers, que participó en su redacción, no cree que nadie se atreva a dar el paso, ni siquiera un dictador megalómano.
Información por EL PAÍS.