Por Gerardo Perea
La huasteca veracruzana se vistió de fiesta nuevamente con los tradicionales carnavales, en donde las bandas de viento o tríos huastecos tocan sones para que bailen los miembros de la cuadrilla, los enmascarados o viejada, personajes en los que reencarnan los ancestros durante los días de fiesta.
Para Raquel Paraíso, etnomusicóloga por la Universidad de Wisconsin-Madison y académica e investigadora de la Universidad Veracruzana, el carnaval articula un sincretismo particular de creencias indígenas con elementos del catolicismo y su indigenización; junto con el Xantolo (Todos Santos), es una de las fiestas más importantes del calendario ceremonial y ritual de los huastecos, la cual gira en torno a la superposición del calendario religioso mestizo (Xantolo, Navidad, Carnaval y Semana Santa) y el agrícola.
“El carnaval invoca a los ancestros negativos, representados por los viejos o mecos y los diferentes diablos; en cambio, el Xantolo sirve para agradecer los frutos de la milpa de lluvias y tributa a los antepasados buenos (representados por la viejada, el caporal, el vaquero)”, explicó.
La investigadora puntualizó que en ambas festividades se manifiesta la concepción simbólica de la música y su capacidad de establecer una comunicación con ‘el más allá’; su carácter comunitario y su capacidad de crear y fortalecer lazos identitarios, “es el medio a través del cual se establece la ‘comunicación’ entre los vivos y los difuntos”.
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