Las secuelas graves ocurren únicamente en 10 o 15 por ciento de los casos
Por Hugo Maguey /Gaceta UNAM
Las secuelas tras padecer la Covid-19 incluyen tos crónica, falta de aire (disnea), cansancio, taquicardia, pérdida de olfato o parosmia, en la que los olores y sabores no vuelven a ser los mismos para algunas personas; también están las del tipo neurológico como insomnio o dificultad para concentrarse; y muy frecuentemente las de tipo psicológico: depresión y ansiedad.
Para la especialista en Virología, Susana López Charretón, es importante saber que presentar o no estas secuelas es independiente de si se tuvo Covid severo o una enfermedad leve. “No es que se alargue el padecimiento, es que puede ser agudo y después de librar la infección se quedan secuelas graves; esto sucede entre 10 y 15 por cierto de los casos. Son rastros que dejó el virus”.
Enfermedad reciente
Aunque muchos pacientes tardaron semanas y hasta meses en su recuperación tras infectarse con el SARS-CoV-2, no se puede hablar de Covid largo o como le han llamado muchos medios en Estados Unidos long covid. López Charretón aclaró que en estos casos los pacientes “ya no tienen infección, es decir, ya no se detecta el virus, lo que hay son secuelas”. Ella descartaría el término pues “suena a que se alarga, pero en realidad son secuelas, y no se sabe por qué pasa”.
Para la investigadora del Instituto de Biotecnología es necesario recordar que es una enfermedad la cual, aunque ya tiene dos años, no se conoce del todo, por lo que se sigue aprendiendo sobre la marcha.
“Al principio de la pandemia no sabíamos que hay un periodo de ocho días en que se presentan los síntomas gripales. A partir de esos ocho días el virus ya no se replica, pero el sistema inmune empieza a reaccionar. En algunas personas la reacción es muy violenta, se da una inflamación muy severa, se inflama la pleura, los pulmones, se empieza a tener un problema de oxigenación y comienza a haber un exceso de coagulación por falta de oxígeno.”
Ahora sabemos que la fase más peligrosa de la enfermedad es después de ocho días de presentar los primeros síntomas. “Es una fase que no es viral, sino que el sistema inmune reacciona y viene la inflamación, la tormenta de citocinas, la falta de oxígeno y la coagulación. Ya se da tratamiento con antiinflamatorios esteroideos, como la dexametasona, y anticoagulantes, pero eso lo fuimos aprendiendo”.
La vacunación es esencial para luchar contra la Covid-19, pues evita que se pase a la siguiente fase de la enfermedad.
Las consecuencias más comunes
Aunque no hay todavía referencia a un patrón común, muchos de los pacientes presentan dificultad para respirar, otros insomnio, unos más síndrome de estrés postraumático, depresión, ansiedad, caída de cabello o tos crónica. Para la experta y miembro de El Colegio Nacional “cuando mucha gente refería malestares, sobre todo el insomnio, los médicos pensaron que era por una situación de estrés porque tener Covid era una impresión fuerte, un susto espantoso. Se pensaba que eran secuelas psicológicas, que la gente se había puesto muy nerviosa. Existe el síndrome posterapia intensiva, que se presenta por la situación tan estresante de estar en las unidades de terapia intensiva de los hospitales. Se creía que era algo parecido, pero no lo es”.
Actualmente, ya se están realizando terapias específicas para las secuelas de la Covid-19. La rehabilitación es muy importante para recuperar la calidad de vida, ya que hay gente que señala que “después de seis meses siguen con pérdida de olfato; también ya hay terapias para el insomnio y para los problemas respiratorios. Al principio, los terapeutas tenían mucho trabajo, porque bastante gente tuvo enfermedad severa y secuelas fuertes por inflamación en los pulmones. Después de esto hay que dar rehabilitación para que los pulmones se vuelvan a expandir, hay que ejercitarse”.
Todavía no hay resultados de estudios sobre la relación entre las vacunas y las secuelas. Éstas suceden frecuentemente, por lo que hay que seguir con las medidas de prevención y no pensar en salir a infectarse, “se pueden presentar sin importar si se cursó una enfermedad leve o severa. No podemos decir que si te vacunas no tienes secuelas, pero tenemos que pensar: vacúnate y síguete cuidando porque no podemos asegurarlo”, recalcó.
Pedir ayuda a profesionales
Es muy importante que las personas que tengan secuelas se rehabiliten y que lo hagan con profesionales, además que las terapias deben ser muy dirigidas y personalizadas. “Muchas veces hay pacientes a los que se les dan instrucciones que no son adecuadas, los ponen a inflar globos o a usar inspirómetros de formas erróneas, y eso no ayuda, incluso puede afectar su condición”, señaló José Antonio Cañete Avellaneda, jefe del Área de Control Docente de la Licenciatura en Fisioterapia de la UNAM.
La primera línea de atención es el médico especialista, ya sea el neumólogo o el rehabilitador con entrenamiento en rehabilitación respiratoria. Los fisioterapeutas trabajan en conjunto con ellos y diseñan el plan de tratamiento, los ejercicios adecuados y con base en eso se define cuántas veces y a qué ritmo se darán las terapias.
“La secuela más importante y evidente en quienes han cursado una enfermedad grave es el desacondicionamiento físico; también tienen fatiga en general. Asimismo, hablamos de disfunciones musculoesqueléticas, de los músculos de grupos grandes que usamos para la vida cotidiana, como las piernas, miembros inferiores y miembros superiores.”
Para Cañete Avellaneda, una particularidad para quienes han sufrido una forma grave de la Covid-19, es que “como están en fase de reposo, les falta oxigenación y, por lo tanto, su movilidad se ve disminuida, los condiciona a que reduzcan sus actividades. La disminución en la función respiratoria también la llevan a cabo los músculos. Adicionalmente, sufren afectaciones pulmonares, pero es indispensable saber que muchos de los pacientes ya tenían estas afectaciones y con la Covid, se detonan o agravan”.
Ya venían de antes
“La mayoría de las secuelas cardiovasculares ya venían de antes: hipertensión, malos hábitos alimenticios que dan como resultado obesidad de primero, segundo o tercer grado. Por eso, es necesario dosificar los ejercicios, para fortalecer grupos musculares, para generar mayor resistencia al esfuerzo, para recuperar la condición paulatinamente. Hay que insistir en que consulten un especialista, pues es común que los pacientes vean tutoriales en Internet, que sigan recomendaciones generales, como nadar o salir a caminar; sin embargo, un plan bien dirigido necesita ser supervisado y monitorearse antes, durante, y después de los ejercicios.”
La ansiedad y la depresión son comunes en los pacientes que padecieron la Covid-19, “llegan con cuadros muy fuertes; por eso, es indispensable un equipo multidisciplinario, para tratar trastornos de sueño, atender la parte física, sistémica y emocional de las secuelas.
Prevenir es mejor
Para el especialista es mucho mejor prevenir que buscar una cura. “Tenemos creencias, un entorno multicultural, celebramos todo con grandes banquetes, y si a eso le sumamos falta de ejercicio, de quemar calorías que ingerimos, resulta en condiciones para tener enfermedades degenerativas o crónicas. Definitivamente, se le apuesta a investigar en tratamientos antes que en prevención. Es necesario cambiar esto y dar planes de educación física y alimenticia, donde se hable de nutrición, de ejercicios que ayuden, esto es esencial desde las escuelas primarias hasta las universidades”.
Las vacunas han ayudado a disminuir el impacto que tiene el SARS-CoV-2: “ha bajado el índice de pacientes que se agravan, sobre todo en personas con comorbilidades, pero no quiere decir que no existen, tienen secuelas importantes, pero son menores que al principio de la pandemia”, comentó Cañete Avellaneda.
Una carrera en aumento
La UNAM cuenta con la licenciatura en Fisioterapia, la cual fue propuesta por la Facultad de Medicina y aprobada por el Consejo Universitario en marzo de 2011, sobre el número de fisioterapeutas, Cañete Avellaneda apuntó: “Aún hay mucha mala información y los fisioterapeutas todavía no somos los suficientes. En 2010, un censo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía dio a conocer que en ese tiempo había un fisioterapeuta por cada 37 mil personas”.
Para terminar, el fisioterapeuta recomendó: “Hay que buscar centros profesionales, ya sea privados o públicos, por ejemplo, el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias o los centros del DIF, los centros de Rehabilitación e Integración Social. Es importante recalcar que deben atenderse con un especialista y no con gente que carece de formación profesional”.