Por María Julia Castañeda/El País
Más de 500 años después de la colonización de América, la vida cotidiana de las culturas prehispánicas se exhibe y se vende desde París. La sucursal de la firma Christie’s en Francia, una de las casas de subastas de bienes de lujo más importantes del mundo, ha llevado a término una nueva puja millonaria con piezas que exhibía como precolombinas. Como un grito de guerra, que en Francia encuentra un vacío, México ha perdido otra batalla en una interminable lucha por repatriar los bienes de su patrimonio histórico. El choque entre las dos naciones sobre este tipo de comercio va más allá de lo cultural y atraviesa las fronteras entre la ética y la ley.
Patrimonio o propiedad privada. Saqueo o prestigio. Lo que para México es un delito, en Francia es totalmente legítimo. El Código de Comercio francés establece que el simple hecho de demostrar la proveniencia lícita del artefacto asegura su legalidad, pero para el Gobierno mexicano esta transacción supone el tráfico de bienes culturales que forman parte de sus raíces históricas. La titular de la Secretaría de Cultura de México, Alejandra Fraustro, destaca en entrevista con este diario que “la memoria, la identidad y la cultura de una nación no puede ser un artículo de lujo que adorna una casa”. “Puede ser legal, pero no es ético”, sostiene.
México lleva 200 años en una contienda por proteger su patrimonio cultural de la invasión colonial europea. Tras independizarse de España en 1821 y consolidarse como un país nuevo, el Gobierno comenzó a legislar para prohibir la exportación de estos objetos, según explica el historiador y arqueólogo Daniel Salinas. “Desde entonces era un problema que venían extranjeros y se llevaban las piezas arqueológicas”, apunta. Muchos artefactos que se subastan actualmente provienen de este tipo de prácticas, pero es muy difícil comprobarlo, continúa: “El problema del saqueo es que no deja rastros de papel”.
El último combate de México ha culminado este miércoles en derrota. Christie’s, que forma parte del Grupo Artemis, propiedad del multimillonario François-Henri Pinault, ha subastado la colección Arte precolombino y obras maestras taínas, compuesta por 139 piezas prehispánicas provenientes de varios países de Latinoamérica y el Caribe, entre ellas, vasijas y hachas mayas, máscaras teotihuacanas, túnicas incas y diversos artefactos aztecas, huastecas, olmecas y de otras culturas mesoamericanas. Las demandas de las autoridades de Colombia, Perú, Honduras, Guatemala y México, así como de un grupo de taínos del Caribe, no impidieron la venta de 33 piezas prehispánicas por la casa británica, es decir, un cuarto de los lotes disponibles.
Christie’s ha sostenido que las piezas no provienen de una fuente ilícita y que su venta no es contraria a las leyes de ese país y ha afirmado que como “custodios del arte” que atraviesa sus puertas, investigan cuidadosamente cada objeto. “Dedicamos recursos considerables a investigar la procedencia de las obras que ofrecemos a la venta y contamos con procedimientos específicos, incluido el requisito de que nuestros vendedores proporcionen la evidencia de propiedad”, ha declarado la empresa por correo electrónico.
Los más de 3,5 millones de dólares recaudados en unas horas por la sucursal francesa se suman a los cerca de 9.000 millones de dólares que el mercado de las subastas de lujo dejó en ese país tan solo durante el año pasado, según cifras de su Consejo de Ventas Voluntario. “La regulación del mercado de venta pública en Francia es una verdadera garantía para los coleccionistas, de lo contrario, se corre el riesgo de que se desarrolle un mercado opaco”, según afirma el titular del órgano del gobierno que se encarga de auditar este tipo de actividades comerciales, Henri Paul, en una entrevista con el diario francés Le Figaro.
El valor de la proveniencia
La lucha entre un dignatario maya y una serpiente de cascabel tallada en un hacha del ancestral juego de pelota de esta y otras culturas prehispánicas refleja la importancia de este artefacto, “que se encuentra entre las hachas más notables” por “la animación de la escena narrativa”, según la valoración de Christie’s expuesta en el catálogo de la subasta. Este objeto histórico fue vendido por casi 800.000 dólares, cuando el valor estimado por la empresa rondaba los 200.000. Su procedencia, según la casa de subastas, es la colección John Stokes, Nyack, de Nueva York, de donde fue adquirida en 1970 por una colección privada europea, y por último, “transmitida por descendencia”.
El mayor problema de la “posesión de buena fe” es que muchas veces las evidencias de la procedencia son “bastante escuetas” y solamente indican que los objetos fueron adquiridos después de los años 70, —tras la firma de la Convención de 1970 de la UNESCO, el principal instrumento internacional para regular este mercado—, según advierte Salinas. “Ya con eso palomean que no es de reciente saqueo. Ese mercado es muy gris en ese sentido”, expone el especialista en restitución cultural: “Es muy raro que se sepa exactamente cómo y cuándo salieron las piezas de sus lugares de origen”.
Un dictamen del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) enviado a Christie’s sobre el origen de las 72 piezas que México reclamaba como parte de su patrimonio tampoco fue suficiente para devolver los objetos. Según afirma Fraustro, la única respuesta de la casa de subastas fue que los objetos no pertenecen a ningún catálogo de bienes que compruebe que procedan de alguna actividad ilegal. “No podemos corroborar en qué momento y el ilícito en el cual salen del país, pero sí que son parte del gran patrimonio cultural que tiene México”, lamenta la titular de Cultura. Fraustro ha adelantado que el Gobierno prepara una nueva herramienta de la mano de la UNESCO para “que se ponga en primer lugar el origen de las piezas sobre la posesión de buena fe”.
Los tratados internacionales se asoman a este debate entre retos y buenas intenciones. Apenas en julio pasado, el Secretario de Relaciones Exteriores de México (SRE), Marcelo Ebrard, y su homólogo francés Jean-Yves Le Drian, firmaron una “declaración de intenciones” en contra del tráfico de artefactos culturales, que surgió tras otra controversia con Christie’s a inicios de 2021. El acuerdo es un primer paso para fortalecer la cooperación entre ambos países, según explica Salinas. “No tiene un poder judicial, pero sí tiene mucho peso su postura [de Naciones Unidas]”, señala. El consultor jurídico de la SRE, Alejandro Celorio Alcántara, ha puntualizado que las autoridades analizan una mejor forma de detener estas subastas en los países en “cuyos gobiernos no han querido colaborar con el Gobierno de México”. “Cuestionamos también que estas transacciones, estas subastas pueden financiar al crimen organizado, pueden incluso facilitar el blanqueo de bienes, lavado de dinero”, ha expuesto en un comunicado.
En esta contienda histórica, las victorias más recientes han incluido la repatriación de más de 5.800 bienes culturales, algunos de los cuales están exhibidos en la exposición ‘La grandeza de México’ en el Museo Nacional de Antropología y en el Salón Iberoamericano, indica Fraustro. Solamente en 2021, Alemania e Italia regresaron a México cerca de 50 piezas arqueológicas. En junio pasado, ciudadanos alemanes entregaron voluntariamente a la Embajada mexicana en Berlín un total de 34 objetos, y en septiembre, las autoridades italianas suspendieron la subasta de 17 lotes demandados por el Gobierno mexicano.
Aún así, las batallas perdidas han sido más frecuentes. Hace una semana, la firma francesa Artcurial llevó a término la subasta Archéologie, arts d’Orient & art précolombien, pese al reclamo de México sobre la propiedad patrimonial de 40 piezas. En septiembre pasado, la casa alemana Gerhard Hirsch subastó 74 objetos que las autoridades mexicanas pedían restituir. Y en febrero pasado, Christie’s cerró una subasta con ganancias superiores a los 3,5 millones de dólares, pese a los intentos de las autoridades mexicanas de frenar la venta de 30 objetos de arte prehispánico que también reclamaba como parte de su historia. “No son solamente piezas de piedra o de barro labradas, estamos hablando de testigos de una civilización que tiene memoria, que se reconoce en ella y que está viva”, señala Fraustro en referencia a los 68 pueblos indígenas que resisten en el país.
El otro grito de los taínos del Caribe: «No estamos extintos»
El reclamo del primer pueblo con el que Colón contactó en su llegada a las Antillas en 1492 tampoco fue atendido por la casa de subastas británica en París. “Nosotros, los taínos, somos los primeros pueblos indígenas de Turtle Island (Caribe) en ser colonizados. No estamos extintos”, iniciaba una petición de change.org dirigida a Christie’s que supera las 47.000 firmas. El llamamiento demandaba devolver las piezas “a la isla de sus creadores indígenas taínos” para ser honradas, estudiadas y exhibidas “para la educación cultural por los taínos en su patria”. Pre-Columbian Art & Taino Masterworks exhibía 38 piezas provenientes de esta cultura milenaria. Según Salinas, desde el mismo nombre la firma europea exhalta el valor de estos artefactos hechos por los habitantes de las islas Lucayas, en las Antillas, principalmente en hueso de manatí, concha y terracota. “Son muchas piezas impresionantes y es muy grave porque muchos de los países del Caribe cuentan con muy poco patrimonio arqueológico de autenticidad”, expone.