Por Lol Canul/Lente transversal/Milenio
La salud no es solamente la ausencia de padecimientos, concebirla así es sumamente excluyente y dejaría fuera la naturaleza dinámica del cuerpo humano. Lo mismo, concebir a la salud mental como la ausencia de cualquier trastorno con diagnóstico psiquiátrico sería darle una mirada reduccionista y limitativa de la dimensión psicológica humana.
Si, en cambio, logramos verle de manera integral, podremos comprender que la salud mental es un componente más de la salud humana e implica el bienestar en el que la persona se desempeña en el día a día, con sus capacidades a afrontar las exigencias cotidianas y buscar un equilibrio en su potencial de habilidades y satisfacción de necesidades.
Los seres humanos somos complejos, y por supuesto que nuestra actividad diaria nos trae requerimientos diversos y tal dinamismo nos solicita diversos ajustes todos los días que a veces varían entre sí. Esos procesos ponen en juego cosas como nuestras estrategias de manejo del estrés, nuestras habilidades sociales, cognitivas y emocionales, nuestra gestión del conflicto y demás.
Todo ello en el marco del contexto social y sistémico. La salud física se ha promovido con mayor disposición que la salud mental; las especialidades que se brindan en la atención médica no diversifican con el mismo esfuerzo aspectos psicológicos y para la salud pública ha quedado muy olvidada de sus estrategias de prevención y de promoción.
A ello se suma la normalización de las violencias culturales, las carencias en las garantías de los derechos humanos y la mitificación de la misma salud mental para completar la vulneración de la salud. En este contexto, atender la salud mental propia es un acto revolucionario y brindar la atención a la salud mental de parte de las instituciones es en pro de la justicia social.
Twitter: @lolcanul https://www.milenio.com/opinion/lol-canul/lente-transversal/salud-mental-la-olvidada