El género de catástrofes con virus letales como asesinos es un clásico recurrente del séptimo arte
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La realidad siempre es más poderosa que la ficción, pero casi siempre la ficción se adelanta a la realidad. Este trabalenguas sirve para explicar que lo que está sucediendo en todo el mundo con el Coronavirus de China ya lo profetizó el cine.
Quizá por eso, « Contagio», la película de 2011 de Steven Soderbergh, de la que ya analizamos en ABC sus múltiples similitudes con la situación actual del virus, se ha colado entre las más populares de los últimos días en Movistar y su alquiler en plataformas digitales se ha disparado en todo el mundo.
En «Contagio» Soderbergh narraba, con buenas dosis de realismo, la historia de un virus letal nacido en Hong Kong que, después de que una mujer (interpretada por Gwyneth Paltrow) lo contrajera en un casino del sur de China, comenzó a propagarse a gran velocidad por todo el planeta, con consecuencias de lo más trágicas. Al igual que sucede con el Coronavirus, el virus de «Contagio» se transmite por el mero contacto entre seres humanos y apenas tarda en propagarse y «en traspasar fronteras». Además, el virus letal del filme lo transmitió un murciélago a un cerdo y este a un ser humano. Según las últimas informaciones, el origen del coronavirus está en los murciélagos.
Un virus llamado cine
Pero «Contagio» no es el único caso. Ni su popularidad ahora es una casualidad. La gente utiliza la ficción para analizar la realidad de una manera más simple, y los creadores lo saben. Por eso Hollywood tiene una película para cada hipotética debacle mundial. Si el apocalipsis llega algún día, ya lo habremos visto antes en el cine.
Porque los asesores científicos son parte fundamental de los equipos de guion y producción cuando se trabaja sobre una película de catástrofes (o del espacio, o militar, o…) Nada pasa del guion a la gran pantalla sin que un especialista haya confirmado que puede ser factible. Da igual lo que suceda: que todo el planeta se convierta en zombies («28 días después», «Guerra mundial Z») o que se transformen en una especie de vampiros con ganas de sangre («El último hombre sobre la tierra» y su remake, «Soy leyenda»).
El apocalipsis tiene tantos finales como imaginación los guionistas. Y el miedo a lo invisble, esto es, a las bacterias, ha dejado algunos de los cataclismos más gustosos del séptimo arte. Si bien es cierto que durante los años de la Guerra Fría la apuesta era la hecatombe nuclear, en los últimos tiempos la principal amenaza han sido los ataque terroristas (o descuidos de científicos locos) con armas químicas o biológicas.
Aunque no es nada nuevo. Ya en 1971 Robert Wise adaptó la novela de Michael Crichton en «La amenaza de Andrómeda». El propio autor de «El estado del miedo» sabe bien que la ciencia es un arma de doble filo, como experimentó después en « Jurassic Park» y «Westworld».
Muestras (mortales) de todo tipo
Hay películas de todo tipo. Como «Estallido», de 1995, donde el Ejército de los Estados Unidos arrasa un campamento del Zaire en el que un virus mortal semejante al ébola estaba acabando con la población. Lo que se pretendía con esta medida era mantener el virus en secreto y, al mismo tiempo, impedir que se propagase. Lo que no estaba previsto era que un pequeño mono, portador del peligroso virus, viajara en un barco desde el Zaire a EE.UU. El pánico se desata cuando se descubre que todos los que que han estado en contacto con el simio empiezan a mostrar los primeros síntomas de la enfermedad.
O más reciente, «El incidente», de 2008, dirigida por M. Night Shyamalan. Aquí la muerte no la provoca una bacteria, aunque sí algo casi invisible provocado por el ser humano.
Hay decenas de ejemplos más. Está «12 monos», el clásico de Terry Gilliam con un jovencísimo Brad Pitt en el que la pandemia es solo la excusa para ese genial (o absurdo, según gustos) viaje en el tiempo que frene la expansión del virus.
Incluso los hermanos Pastor, Álex y David, asentados en Estados Unidos, han dirigido su propio filme de supervivencia después de un virus que aniquila a casi todo el planeta. Algunos de los supervivientes son los cuatro jóvenes que piensan lo que cualquiera de nosotros: huyamos al campo a refugiarnos. Pero en el camino al Golfo de México en busca de un lugar donde esconderse el coche se estropea en una carretera aislada… Y todo lo que viene después se lo pueden imaginar.