Conceptualmente podría ser el hijo digital de Andy Warhol, pero en realidad Rafaël Rozendaal es nieto del ex presidente de Brasil, Humberto Castello Branco, aunque se le conoce por haber conseguido encontrar una forma eficaz para vender sus obras de net.art, cuadros digitales o art website, según se las quiera denominar.
Las obras de Rozendaal no son pinturas pero su proceso artístico se asemeja mucho al de los pintores. Sus telas son páginas web individuales, minimalistas y multicolores, que con una estética muy pop escenifican pequeñas animaciones irónicas y cargadas de referencias a la historia del arte. Hasta ahora Rozendaal ha realizado 75 cuadros digitales interactivos, programados en Flash: desde la rueda de Duchamp, le duchamp o la warholiana Jello Time, pasando por un rulo de papel higiénico que se desenrolla a golpes de ratón Paper toilet, hasta la pareja besándose de Much better than this o la angustia existencial de The persistence of sadness. A todas ellas se accede a través de los iconos coloreados en la parte superior de su web o en la página dedicada a los cuadros digitales.
Hasta aquí nada de sorprendente, lo que realmente asombra es que Rozendaal ha conseguido vender ya casi la mitad de su producción a coleccionistas conocidos y anónimos, atraídos por su peculiar y concreto contrato para la venta de “obras artística sobre páginas web”.
¿Quién dijo que el net.art no se podía vender? El net.art (y la característica grafía con el punto entre los dos términos) surgió alrededor de 1997 como una corriente artística que aspiraba a crear obras para la Red, sin ninguna voluntad de convertirlas en objetos e instalaciones o dotarlas de cualquier vertiente expositiva. Su génesis fue más bien la provocación de un grupo de artistas del este europeo, encabezados por Alexey Shulgin, Olia Lialina y Vuk Cosic, que desafiaron el mundo del arte con unas propuestas inmateriales, hechas de código y programación, que planteaban las problemáticas de un producto incorpóreo y además sujeto a una multiplicación incontrolada, ya que las páginas de Internet una vez cargadas se quedan en la memoria del navegador. En un sistema basado en la lógica de mercado como es el sistema del arte, la irrupción de estas problemáticas inéditas se cristalizó alrededor de una pregunta clave: ¿Qué es lo que se vende cuando se vende arte en Internet?
Así que mientras los abanderados del net.art más radical volvían a tomar en consideración la posibilidad de dotar sus obras de una vertiente física, Rafaël Rozendaal ha salido del embrollo con simplicidad y, ajeno a las polémicas, ha concebido y redactado su Art Website Sales Contract, disponible gratuitamente para quien quiera descargarlo y utilizarlo, también en español. Las reglas son simples: el comprador elige la obra que le interesa, la encarga y paga una cantidad que oscila entre 4.000 y 6.000 euros. A partir de ese momento es el legítimo propietario de la web y su nombre aparece junto al título de la obra, cuando esta se visualiza en un navegador. El artista sigue manteniendo el derecho de exhibir el trabajo vendido en exposiciones y en su web personal, mientras que el comprador puede exponer la obra como prefiere y tiene como única obligación encargarse de renovar el dominio de la página web, ya que cada pieza tiene su dominio único y original.
De origen holandés Rafaël Rozendaal nació en Brasil, en 1980 y apareció en la escena del arte en la Red hace uno diez años junto al movimiento artístico Neen, fundado en Nueva York por Miltos Manetas. Tiene un apartamento en Nueva York, pero viaja continuamente y, por su propia afirmación, vive y trabaja en cualquier sitio con tal que tenga una conexión a Internet. Su web recibe más de 15 millones de visitas al año y ha participado en las Bienales de Venecia, Valencia y Tapei, y en numerosas exposiciones, incluido un reciente proyecto individual en el Museo Stedelijk de Ámsterdam. En España sus obras se presentaron en algunas colectivas y en una monográfica que le dedicó la Galería dels Angels de Barcelona en 2007.
Fiel a su estilo pop y desenfadado, Rozendaal crea también instalaciones y distintas aplicaciones informáticas como Finger Battle, que define “el juego más simple del universo”, una aplicación para iPhone, realizada en colaboración con Dirk van Oosterbosch, que traslada al mundo virtual la lucha entre dedos de toda la vida.(Periódico español El País)
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