Por Yuriria Sierra/Nudo gordiano/Excélsior
De la abundancia a las revelaciones desde prisión. Es el nuevo episodio de Javier Duarte. De teatros a amenazas con pistola en mano. De montajes a una vida austera. El exgobernador de Veracruz dio su primera entrevista tras ser declarado culpable, tras recibir sentencia de poco más de nuevo años, tras ser extraditado de Guatemala. En conversación con mi querido Ciro Gómez Leyva en Radio Fórmula, #Javidú, como lo bautizaron en redes sociales, soltó santo y seña de la suya, de su historia detrás de la persecución que hoy lo tiene preso.
“Me obligaron a hacerlo, ya lo puedo decir, me pusieron en la pistola en la cabeza, me obligaron a aceptar la sentencia. Fue la PGR. O aceptas el juicio abreviado o te ponemos delitos de delincuencia organizada son los dichos que unas personas que no conozco, al famoso contador lo vine a conocer aquí adentro, así como muchos otros que declararon en contra mía, yo ni siquiera los conocí, otros los conozco, pero nada, no tuve nada ver, nada de las acciones, no existe una cuenta, un bien (inmueble), una transferencia donde yo y alguien de mi familia hayan hecho algo…”. Para él todo lo que ha aparecido alrededor suyo y de parte de las autoridades, han sido operativos armados por Miguel Ángel Yunes, el otro exgobernador, el que dedicó sus apenas dos años de mando estatal, para crecer el expediente de Duarte y sus cercanos, sobre todo el de su esposa, Karime Macías, quien cuenta con una orden de aprehensión girada por la Fiscalía de Veracruz. Y justo sobre su esposa, es que Duarte dedicó una charla con Ciro Gómez Leyva:
“Me lastima cómo hacen un escarnio de mi esposa Karime Macías. Ella nunca fue funcionaria pública, sólo tuvo un cargo honorario (…) El que digan que mi esposa hizo uso de recursos públicos, que desvió recursos públicos, evidentemente, es algo fuera de lugar, que a todas luces lo único que demuestran es la ignorancia de unos y la mala fe, con el ánimo de un interés distinto el dar a conocer los hechos (…) Esta serie de ataques más allá de lo pensable, es una cuestión inédita, ya no se meten con el servidor, ya hasta con su familia, mi esposa y mis menores; sí claro, todos los días hablo con mi esposa y mis hijos, no he perdido la comunicación, es el mayor suplicio y tortura que puede servir, estar lejos de sus seres queridos, la verdadera agonía que estoy viviendo diariamente…”, detalló Duarte, en lo que parece un intento de limpiar el nombre de su esposa. Sin embargo, algo falla en esa defensa, los hechos y las declaraciones, al cruzarse, nos da una realidad que no cuadra. En la entrevista, el exgobernador aseguró que Macías y sus hijos viven lejos de la abundancia y que, incluso, viven modestamente en Londres, una de las ciudades más caras del mundo, porque “es lo que hay”, para lo que requieren una mesada de 180 mil pesos de los que, afirmó, 80 mil son para la renta (que sabemos es en una de las zonas más exclusivas de la ciudad, a kilómetro y medio del Palacio de Kensington), otros 50 mil pesos para las colegiaturas (en el prestigioso Eaton Square) y los gastos que se generan por la actividad diaria (como los spas faciales… o la tentación de vivir a unos cuantos pasos de las boutiques de firmas como Chanel o Cartier). Esos modestos 180 mil pesos, representan más de mes y medio de sueldo de Andrés Manuel López Obrador o tres veces la multa que recibió con su sentencia. ¿De dónde sale ese dinero? Ah, menos mal que tiene amigos y familia dispuesta a ayudarle, como lo aseguró.
Genio y figura. Lo dicho en la entrevista fue un refrendo de lo que siempre ha sostenido: para Javier Duarte sólo hay inocencia. Lástima que la entrevista fue telefónica, porque habría sido tan revelador ver que a cada frase lo acompañó esa sonrisa con la que recibió a los medios tras su detención.