Jesús Reyes Heroles a 27 años de su fallecimiento

 La concepción del hombre en la obra del ilustre tuxpeño y hombre universal

 


José Garcilazo Bedolla

Jesús Reyes Heroles nació el 3 de abril de 1921, en la ciudad de Tuxpan, Estado de Veracruz, México. Sus padres fueron Jesús Reyes y Juana Heroles. Su educación y formación tuvo lugar en su ciudad natal, así como en las de Tampico, Ciudad Victoria, San Luis Potosí y la capital del país. Realiza estudios de posgrado en las universidades argentinas de Buenos Aires y la Plata, así como en el Colegio Libre de Estudios Superiores de Buenos Aires. Hasta la década de los cuarenta, dedicó su vida al estudio y formación intelectual, a partir del análisis de los clásicos humanistas, teólogos, ilustrados y liberales de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX.

 

En 1951, se une en matrimonio a Gloria González Garza, con quien procrea a sus hijos Jesús y Federico. La década de los cincuenta marca el despegue intelectual y político de Jesús Reyes Heroles; la década de los sesenta, atestigua su desempeño como legislador, historiador y administrador público; en los setenta, como ideólogo del partido en el poder y como Secretario de Gobierno. En la de los ochenta, alcanza su consolidación como estadista, al frente de la Secretaría de Educación Pública del país, cuya labor será detenida con su muerte, acaecida el 19 de marzo de 1985, en Denver, Colorado, EE.UU.

 

La profesión de Jesús Reyes Heroles se inició con la obtención del título de licenciado en derecho en 1944. Concreta su experiencia académica, como docente en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y en el Instituto Politécnico Nacional (IPN). Su actividad intelectual deja huella en diferentes campos: como político, como historiador, pensador, ideólogo, escritor, orador, educador y servidor público; su trayectoria es difícil de superar. Hombre de pensamiento y acción resulta un sujeto y objeto de estudio obligado.

 

Su principal actividad intelectual la orienta al quehacer político. Al propio tiempo que estudia y reflexiona, se expresa oralmente y por escrito; socializa su pensamiento y actúa en los escenarios académicos y públicos. Vincula la teoría con la práctica políticas, poniéndolas al servicio de la República durante los últimos cuarenta años de su existencia, con el propósito de transformar la realidad del país.

 

El ser y hacer e Jesús Reyes Heroles se hizo sentir fundamentalmente en su patria; aunque su voz fue escuchada también en foros internacionales y sus escritos conocidos y analizados en el extranjero. Sus planteamientos y acciones hicieron escuela para la clase política mexicana; aunque también provocaron controversias dignas de análisis, enriqueciendo la historia de las ideas en América Latina.

 

El humanismo de Jesús Reyes Heroles

 

Jesús Reyes Heroles, como humanista que es, piensa e impulsa un humanismo a partir de su concepción antropológica, lato sensu; es decir de “la idea del hombre, como libertad y como justicia en la sociedad” (Gob. del Edomex., 1995: 224). De manera más particular, se refiere al mexicano libre, justo y solidario, prerrequisitos éstos para avanzar hacia la igualdad y bienestar de los hombres, fundamento de lo que él llama “humanismo social”, que “no supone el estudio de los clásicos por ser clásicos, sino por ser humanos; que no desdeña, en aras individualistas, los méritos nacionales, la esencial peculiaridad, pero que tampoco subestima la idea de hombre a lo pintoresco y menos al nacionalismo agresivo” (Reyes, 1975: 351).

 

Un humanismo de esta naturaleza requiere de instituciones e instrumentos que lo formen, cultiven e impulsen. Es así como Jesús Reyes Heroles le apuesta a la escuela y a la educación humanista. Ésta, según él, “debe enseñar al hombre a saber y a querer, a saber qué es lo que quiere y a querer aquello que sabe que es bueno para sí y sus semejantes”. (Ibíd.: 353). No es partidario de un hombre individualista e indiferente, pues a su juicio “Si algo va contra lo humano, si algo es inhumano es la indiferencia” (Loc. cit.). Por ello, recomienda que frente a ella hay que promover la solidaridad y “relación social”, la integración plena del hombre en la sociedad, para evitar la deshumanización del mismo. En otras palabras, el hombre se humaniza en su interrelación con otros hombres.

 

La solidaridad es uno de los ejes del “humanismo revolucionario” de Jesús Reyes Heroles y una condición para alcanzar la igualdad entre los hombres. Gracias a ella, según él, la persona supera su individualismo y hace suyos los valores colectivos. En este sentido, afirma que: “Solidaridad es la entrega a los demás, como medio de obtener la plenitud propia, la cabal realización de la personalidad” (Ibíd.: 351). El hombre se humaniza en su relación dialéctica con humanos; rebasa, así, el concepto mismo de solidaridad y lo lleva hasta el de la interdependencia social y, por tanto, humana.

 

Jesús Reyes Heroles se pronuncia a favor de la solidaridad latinoamericana. Argumenta, al hablar de la política internacional de México, que si bien se debe ser respetuoso y no intervenir en los asuntos internos de otros países, “sí debe haber una solidaridad indisoluble entre los pueblos de América Latina, que, por tener una conciencia común, coincidencias históricas fundamentales y metas que también coinciden en lo esencial, deben luchar por aspiraciones comunes” (Ibíd.: 413). He aquí, una visión humanista latinoamericana de Jesús Reyes Heroles, que lo proyecta como un hombre que promueve la solidaridad, justicia, libertad y democracia en México y demás naciones latinoamericanas.

 

Al hablar sobre la libertad, Jesús Reyes Heroles lo hace en un sentido amplio y a partir de su doctrina de “liberalismo social”. No concibe la libertad en singular, sino como un conjunto de libertades fundamentales, agrupadas en libertades espirituales y políticas. Estas libertades serán una realidad siempre y cuando exista justicia social; en otras palabras, a todo hombre libre corresponde una sociedad justa; y, a la inversa, a toda sociedad justa corresponden hombres libres y solidarios.

 

La libertad, para Jesús Reyes Heroles, es resultado o consecuencia del “humanismo social”, puesto que exige el debilitamiento de la desigualdad y el fortalecimiento de la democracia, “para que cada hombre, desenvolviéndose de acuerdo con sus ímpetus interiores, contribuya a encontrar las metas comunes, los ideales generales, y sirviéndose a sí mismo sirva a la colectividad a la que pertenece” (Ibíd.: 350) Por ello, la libertad es un imperativo categórico para el desarrollo a plenitud de todas las facultades del ser humano. Afirma, enfáticamente, que “la vida misma es inconcebible sin la libertad, pues únicamente vive lo que es libre” (Ibíd.: 509).

 

Es tal la importancia que Jesús Reyes Heroles le otorga a la libertad del hombre que sin ella, “el trabajo, de medio de realización del hombre, se convierte en instrumento enajenante, y el hombre, de ser que piensa y actúa, pasa a ser entidad que obedece, a guarismo inerte” (Loc. cit.). Es decir, deja de ser hombre y se convierte en un número frío del censo de población.

 

En síntesis, en los escritos de Jesús Reyes Heroles se pueden encontrar sus planteamientos sobre la naturaleza humana. La libertad, justicia, solidaridad e igualdad son valores intrínsecos del ser humano. Por ello, pugna porque la sociedad forme al mexicano y, por extensión, al latinoamericano, así como al hombre en general, con esta axiología humanista, como vía para llegar a lo que denomina “humanismo social y revolucionario”.

 

Postura gnoseológica de Jesús Reyes Heroles

 

Jesús Reyes Heroles no es un gnoseólogo ni, por tanto, un filósofo, stricto sensu. No teoriza profunda y extensamente sobre el conocimiento; acerca de su posibilidad, verdad, fuentes y formas en que se presenta o se puede llegar a él. Por ende, no es un filósofo que represente a una corriente o que haya creado un sistema filosófico. No obstante, se apoya en la gnoseología; analiza y reflexiona sobre el pensamiento de los grandes filósofos; critica a éstos y, como resultado de este trabajo intelectual, elabora sus propias teorías y constructos teóricos.

 

Particular interés despertaron en Jesús Reyes Heroles: Maquiavelo, Locke, Hobbes, Montesquieu, Rousseau, Burke, Ortega y Gasset, Croce y Gramsci. Asimismo, acude a Otero, Rejón, Mora, Prieto, Juárez, Arriaga, Ramírez, Ocampo, entre otros. Todos ellos y varios más fueron objeto de su estudio y reflexión; procurándole una base epistemológica, que sustentaría sus escritos, discursos y actuación profesional. En esta última, sobresale su personalidad política e intelectual, así como su perfil de historiador, que lo presentan como un pensador lejano del escepticismo y agnosticismo.

 

Jesús Reyes Heroles asume una postura clara frente al problema filosófico del conocimiento; sobre la relación existente entre el sujeto cognoscente y el objeto de conocimiento. Concibe a éste externo y frente al primero, el hombre es capaz no sólo de conocer la realidad objetiva, sino también transformarla. Según él, no hay verdades absolutas y eternas, pues los fenómenos se encuentran en constante movimiento y transformación, trátese de fenómenos espirituales, sociales y naturales.

 

En el proceso de indagación y obtención del conocimiento, Jesús Reyes Heroles advierte la relación intrínseca entre el pensar y el ser. No se detiene en polemizar sobre quién determina a quién; le interesa ir más allá: cómo se vinculan la teoría y la praxis, el pensamiento y la acción. Llega a la conclusión de que esta vinculación es posible en el hacer de la historia y en la teoría política.

 

En la gnoseología de Jesús Reyes Heroles la historia tiene un lugar prioritario: gracias a ella, el hombre puede acceder al conocimiento. Argumenta que: “Todos los caminos conducen a la historia y la historia está en la entraña de todo conocer o hacer” (Reyes, 1972: 146). Ella indaga, registra y explica el ser y actuar de los hombres; sus formas de pensar y enfrentar los fenómenos espirituales y materiales, en el devenir histórico. En este sentido plantea que: “La cumbre misma del conocer parece ser la historia de la historia” (Loc. cit.). En la filosofía de la historia de Jesús Reyes Heroles el hombre, sujeto y objeto de historia, acude a la historia en busca de explicaciones y conocimientos, que le auxilien en las respuestas al por qué de su existencia. Así, afirma Jesús Reyes Heroles: “Si el ilustre Garibay llegó a la historia por la teología, camino distinto seguí. Por vocación o equivocación, arribé a la historia, buscando explicaciones al mundo en que vivía” (Ibíd.: 147). Según sea el camino que se elija para hacer historia, el hombre se inclinará por una corriente de pensamiento: científica o religiosa. El se definió en la interrogante: “¿Podía la Revolución en que nací y me desarrollé ser producto de generación espontánea?”(Loc. cit.); aunque no la contesta, su respuesta es “no”.

 

La filosofía política de Jesús Reyes Heroles parte de la tesis de que la relación entre el conocer y hacer es posible en el campo de la teoría política. Para él, el quehacer político se concreta en la decisión política, pues en ésta: “Se concentran o resumen todas las actividades concernientes al hombre y derivadas, en parte, de la naturaleza humana” (Ibíd.: 211). La política tiene que ver, de una forma u otra, con los problemas de la humanidad, entre éstos el de la cultura, con ésta establece una relación dialéctica entre el pensar y el actuar político. En síntesis, muchos caminos conducen al conocimiento y a la ciencia; Jesús Reyes Heroles optó por el de la historia y la política, ambas actividades son propias del hombre, ser racional por excelencia y, por tanto, con la capacidad de conocer y transformar la realidad.

 

Planteamientos ideológicos de Jesús Reyes Heroles

 

Jesús Reyes Heroles se aproxima a la ideología en sus discursos y, particularmente, en su obra Tendencias actuales del Estado, en la que para reflexionar sobre los Estados soviético, fascista, portugués, nacional socialista y nacional sindicalista, se ve en la necesidad de efectuar un análisis de las correspondientes ideologías que los fundamentan. Tiene presente que toda ideología refleja la existencia social de su correspondiente sistema económico, históricamente determinado. A manera de ejemplo, el Estado soviético se sustenta en la ideología del marxismo.

 

Las ideologías no son universales ni absolutas, a juicio de Jesús Reyes Heroles, puesto que “Toda ideología o concepción del mundo y de la vida, pretendiendo ser absolutas e intemporales, sufren tales adaptaciones particulares que, al mismo tiempo que reducen su universalidad, la fundamentan convirtiéndola en una esencia de contenido variable, determinado este último por las peculiaridades de espacio, tiempo y sociedad” (Ibíd.: 158) Él se manifiesta a favor de la diversidad ideológica e invita a que “Avancemos, con pluralismo ideológico y mayoría unificada por convencimiento” (Ibíd.: 235), hacia lo que llama “nacionalismo revolucionario”.

 

Jesús Reyes Heroles toma distancia de los fundamentalismos ideológicos. Como ideólogo del partido en el poder, advierte a los priístas de las pretensiones de las ideologías utópicas: “¿Qué ideología en el poder no piensa que ya realizó totalmente el ideal? Nosotros no queremos engañar diciendo que ya llegamos a un lugar que no existe: utopía”. (Ibíd.: 240). Por ello, invita a luchar contra los dogmatismos, iniciando por la no aceptación de las doctrinas que se consideran infalibles.

 

Una de las maneras de enfrentar las “fortalezas ideológicas”, como las llama Jesús Reyes Heroles, la representa “La libertad como condición para la actividad plena del hombre [puesto que] es requisito de todo aquello en que creemos. Sin ella las ideologías se convierten en dogmas” (Reyes, 1999c: 126). La lucha la debemos dar tanto a favor de la libertad como de la cultura, pues constituyen un dique a éstos, según él.

 

Jesús Reyes Heroles previene sobre la tendencia hacia la apertura ideológica de los mexicanos: “La historia demuestra que las ideologías abiertas a los estímulos externos sólo se superan por las aportaciones de aquellos que, pendientes de todo lo que acaece, impulsan desde adentro” (Ibíd.: 527). Por ello, recomienda partir de adentro hacia fuera; de la diversidad de realidades que conforman el país, pues: “Partiendo de realidades regionales, se llega a una ideología nacional” (Ibíd.: 709).

 

Finalmente, Jesús Reyes Heroles asume una postura ideológica: “Nuestra ideología no es biología. Todos los mexicanos podemos y debemos desempeñar una tarea en superar los muchos Méxicos que amenazan al gran México, en seguir por nuestro camino para lograr un México mayor, no en la potencia sino en la dignidad de todos sus hijos” (Ibíd.: 917). El camino a seguir, según él es la ideología que sustenta su “nacionalismo revolucionario”.

 

La concepción educativa de Jesús Reyes Heroles

 

La concepción y acción educativa de Jesús Reyes Heroles tuvo un contexto histórico desfavorable. Llega a la Secretaría de Educación Pública del país en 1982, momento en que éste se encontraba sumido en una crisis profunda en todos los órdenes y la desesperanza reinaba entre los mexicanos. El reto era difícil y sólo hombres como él podrían enfrentarlo. De esta manera, echa mano de la historia nacional e invita a todos los sectores a recuperar el proyecto de nación que se había venido construyendo desde la Independencia y en el que la educación había desempeñado un papel trascendente. Había que transformar la sociedad y la educación era un instrumento para lograrlo.

 

A continuación se expondrán algunos de los planteamientos educativos de Jesús Reyes Heroles. Para una mejor exposición de lo expresado por él en sus escritos, discursos, conferencias y entrevistas, se agruparán sus ideas en lo que se refiere a la filosofía, política, sociología, psicología, contenidos, metodología y evaluación educacionales.

 

Filosofía de la educación. En este rubro resulta muy interesante lo que Jesús Reyes Heroles afirma sobre la naturaleza, valores y fines de la educación mexicana; es decir, sobre la ontología, axiología y teleología educativas. En cuanto a lo que es o debiera ser la educación mexicana, Jesús Reyes Heroles establece una relación dialéctica entre ésta y la historia nacional: “En México partimos de una concepción histórica de la educación, pues nuestra historia nos da lo fundamental de su contenido, e igualmente partimos de una concepción educativa de la historia, dado que ésta es principio de enseñanza, de medio educar” (Reyes, 1985a: 60). De aquí la importancia de la enseñanza de la historia.

 

Jesús Reyes Heroles recupera en su concepto de educación el carácter público, nacional y social de la educación: “La educación es el desarrollo formativo que nos permite asumir como propios los valores que la nación ha escogido para sí” (Reyes, 1999h: 389). Formar al mexicano tanto en lo personal como en lo social, como condición para reconstruir al país y fortalecer la nacionalidad. De alguna manera, nos remonta a la concepción educativa de los ilustrados y liberales del decimonónico.

 

Entre educación y enseñanza existe una relación recíproca. Jesús Reyes Heroles la establece en los términos siguientes: “La enseñanza es una de las tareas espirituales más importantes para el hombre. Yo siempre he creído que una buena educación conduce a la autoeducación y que una de las tareas más importantes para el país es la educación y sus grandes obras, lo cual es decisivo para el crecimiento del propio país” (Ibíd.: 406). Esta postura nos recuerda que la educación ha sido concebida por los gobernantes en turno, desde el siglo XIX hasta la fecha, como el instrumento para construir y transformar el país. Asimismo, para formar al mexicano y la sociedad que anhelamos.

 

Al hablar de la axiología educativa, Jesús Reyes Heroles es muy concreto. Para él, está definida en el Artículo 3° Constitucional; en éste se precisa el tipo de hombre que se quiere formar: “Un ciudadano que tenga la identidad nacional, que tenga una tabla de valores o una axiología precisa, liberado de todos los métodos enajenantes que existen en la actualidad que estamos sufriendo, padeciendo; que crea en los valores nacionales” (Ibíd.: 410). En pocas palabras, el Artículo 3° Constitucional representa lo que deseamos ser como personas, sociedad y nación ante el mundo.

 

La teleología educativa planteada por Jesús Reyes Heroles se puede resumir en su aspiración de formar un hombre nuevo y, por consiguiente, un mexicano mejor. Por ende, se debe educar “para cumplir con nuestros compromisos respecto a los valores fundamentales de los mexicanos; educación para fortalecer y acendrar nuestro nacionalismo y fortalecer así nuestra independencia” (Ibíd.: 446). Además, la educación debe orientarse hacia el disfrute de la libertad, la construcción de la democracia y el logro de una sociedad más solidaria e igualitaria.

 

La filosofía educativa de Jesús Reyes Heroles se sustenta en los principios doctrinarios del Artículo 3° Constitucional. De ellos, destaca su concepción de “humanismo social y revolucionario”; dotando así su pensamiento educativo de un contenido humanista. Se puede, entonces, explicar la férrea defensa de este artículo, frente a quienes han luchado permanentemente por modificarlo a favor de sus intereses particulares y no, necesariamente, a favor del pueblo mexicano.

 

Política Educativa. Si algo se le da bien a Jesús Reyes Heroles es, precisamente, la política. Él es un hombre público y de sensibilidad política. Este perfil le permite desenvolverse con solvencia al frente de la Secretaría de Educación Pública y plantear una política educativa de gran visión. Desde un principio deja en claro la directriz que seguiría ésta: “El hilo conductor de la política educativa mexicana ha sido el reconocimiento de una dialéctica entre la sociedad y la educación: la sociedad orienta a la educación y dicta sus características; más a su vez, es guiada por la educación y es ésta la que siembra los proyectos que desarrollarán el futuro” (Reyes, 1985a: 148). Se trata, pues, de una política educativa en la que la educación es factor para la transformación de la sociedad y a la inversa.

 

Jesús Reyes Heroles se propone llevar a cabo una transformación a fondo de la educación pública en México. Es tal su decisión que anuncia la puesta en marcha de lo que llamó Revolución Educativa, para denotar hasta donde pretendía llegar. Precisa que: “Se llama Revolución Educativa porque, como es sabido, una revolución destierra abusos pero también cambia usos, y realmente lo que se pretende con la Revolución Educativa no sólo es desterrar abusos que se han generado en un largo proceso histórico sino cambiar algunos de los usos en la educación popular” (Reyes, 1999h: 417-418) Había que revisar, para reestructurar y reformar cualitativa y cuantitativamente el sistema educativo nacional.

 

La estrategia para llevar a cabo la Revolución Educativa la constituía la descentralización educativa, puesto que gracias a ella, “se da la mayor participación de la comunidad en la educación y en torno a ella surgen una serie de cambios capitales” (Ibíd.: 419). Los objetivos de dicha Revolución Educativa buscaban elevar la calidad de la educación, como condición para formar al hombre nuevo para una sociedad nueva. Todo lo cual demandaba redefinir la naturaleza y contenido de la educación; la redistribución de los servicios educativos, así como la reorganización y regulación de éstos, desde el nivel básico hasta el superior. Una vez más se pretendía transformar la educación desde la raíz; el primer intento lo emprendió Valentín Gómez Farías en 1833 y ahora correspondía a Jesús Reyes Heroles. Sin embargo, ambos no contaron con el tiempo suficiente para conocer los resultados.

 

Sociología de la Educación. Jesús Reyes Heroles conocía el contexto en que navegaba el sistema educativo nacional. El escenario socioeconómico y cultural, las estructuras escolares y su impacto en la comunidad, así como los ambientes escolares se encontraban en crisis. No obstante, tenía confianza en su proyecto educativo; según él, “Debemos partir de la idea de que aún en una sociedad que anda mal podemos tener una escuela que influya para mejorar esa sociedad” (Ibíd.: 408). Una buena escuela sería la base para enfrentar la problemática nacional. Sin embargo, también reconoce que “El sistema educativo federal ha caído en una peligrosa hipertrofia que es inaplazable combatir” (Ibíd.: 449). Había que transformar el sistema escolar, para que pudiese dar respuesta a las necesidades sociales. Cobra, de esta manera, validez la Revolución Educativa.

 

Jesús Reyes Heroles advierte del peligro que representa el considerar a la educación como panacea para resolver los problemas del hombre, entre ellos la desigualdad social. Propone, entonces, una educación social que coordinada con una política social, posibilitara el acceso de los mexicanos a la escuela, en todos los niveles educativos. Con la descentralización educativa, advierte, se combatirían las desigualdades sociales y regionales, así como las que se presentan entre el campo y la ciudad. Sostiene que una buena escuela permitiría la formación de un mejor mexicano, así como la renovación moral de la sociedad.

 

Transformar y mejorar las estructuras escolares y vincularlas con las sociales, era una prioridad para Jesús Reyes Heroles. Las instituciones educativas debían renovarse y dar respuestas a favor del desarrollo económico, político, social y cultural del país. En síntesis, la escuela debía educar en y para la libertad, solidaridad, justicia, democracia y bienestar social.

 

Psicología Educativa. Jesús Reyes Heroles expresa algunas reflexiones sobre los sujetos y/o actores del acto educativo; es decir, de los educandos y educadores. El educando no era otro que el mexicano que demandaba oportunidades de educación. La importancia de su formación era incuestionable y la expresa así: “La formación de la juventud es principio y base de la solidez nacional, de la fuerza de nuestras instituciones y de la capacidad transformadora del mexicano” (Ibíd.: 390). Este es el capital humano nacional y, por tanto, es el recurso de mayor “plusvalía” que se puede obtener con una educación esmerada y humanista.

 

Jesús Reyes Heroles asigna un papel histórico al magisterio: “Profesionalmente dedicados a influir en el modo de pensar, sentir y comportarse de jóvenes y niños, los maestros deben desempeñar y desempeñan el principal papel en la acentuación de nuestros valores, costumbres, ideas e ideales” (Ibíd.: 386). Los maestros, por tanto, son los responsables de formar en la conciencia y conducta de los educandos, el ser de los mexicanos; así como, cultivar en ellos la identidad nacional.

 

A una nueva escuela corresponde un nuevo maestro. Este, sostiene Jesús Reyes Heroles, debe ser ante todo un hombre cabal, que procure conocimientos útiles a los educandos; debe ser “portador de futuro” y de esperanzas; ser tolerante; inculcar el espíritu de solidaridad; deslindar la instrucción y la educación, pero atender ambas. En síntesis: “El maestro enseña, no porque sea lo único que puede hacer, sino porque es lo que quiere hacer” (Ibíd.: 389). Corresponde al maestro formar un ser humano útil a sí mismo y a los demás; este compromiso es su mayor aportación a la sociedad. De aquí, su preocupación por la formación y actualización y superación profesional del magisterio.

 

Contenidos Educativos. Había que educar e instruir al mexicano a partir de conocimientos, normas, valores y habilidades; es decir, con base en un plan de estudios actualizado y acorde con las necesidades urgentes del país. Por tanto, se tiene que enseñar “no sólo la lógica de las matemáticas, sino el calor humano que de su ejercicio se desprende” (Ibíd.: 388) Asimismo, Jesús Reyes Heroles pugna por la enseñanza no sólo de saberes científicos y tecnológicos, sino también humanos y sociales, filosóficos e históricos, entre otros.

 

La historia como asignatura en la estructura curricular de los planes de estudio tiene un lugar especial, no sólo para educar sino también como medio para instruir, para Jesús Reyes Heroles. Al respecto, afirma que “La educación, valiéndose de la historia, puede anticipar el futuro y ser factor creador de voluntades transformadoras” (Ibíd.: 382). El conocimiento de la historia posibilita la comprensión de lo que somos y el fortalecimiento de los valores nacionales, entre ellos el de la identidad nacional. Por ello, propone impulsar el estudio de la historia de México en todos los niveles educativos.

 

Metodología Educativa. Jesús Reyes Heroles es partidario de métodos de enseñanza racionales y sobre todo, que no atentaran contra la dignidad de las personas. Recomienda el uso de la incorporación de las nuevas tecnologías, como medios auxiliares para desarrollar los procesos de enseñanza-aprendizaje, con mayor calidad. Sin embargo, también advierte a los maestros de “no convertir los medios en fines o menoscabar éstos a través de los medios” (Ibíd.: 385). Se pronuncia, además a favor de los medios de comunicación social, en apoyo a la “enseñanza colectiva” y para ampliar la cobertura de los servicios educativos.

 

Jesús Reyes Heroles ve en el libro de texto un medio didáctico para enseñar y aprender. Corresponde al maestro leer y reflexionar sobre los contenidos de sus lecturas. El educando, por su parte, busca y encuentra conocimientos y aprendizaje en los libros. El reto de ambos consiste en cultivar la afición por la lectura, puesto que: “Se ha establecido con rigor que en nuestros días no basta saber leer o poder leer; resulta indispensable querer leer, tener la voluntad de leer” (Reyes, 1985a: 154). De aquí, la importancia de cultivar en el educando el hábito de la lectura. Por ello, da un gran impulso a la Red Nacional de Bibliotecas y al Libro de Texto Gratuito; puesto que: “Tenemos la convicción de que cuando muchas piedras pierdan significado y algunas civilizaciones desaparezcan, los libros subsistirán y seguirán desprendiendo su luz e iluminando los senderos del hombre” (Ibíd.: 156).

 

Evaluación Educativa. Jesús Reyes Heroles concibe la evaluación del aprendizaje en sus dos dimensiones, cualitativa y cuantitativa, como un proceso serio, honesto y justo. Reconoce que los sistemas de evaluación eran obsoletos y poco confiables. Por ello, recomienda una revisión del tipo de exámenes que se aplican en las escuelas de todos los niveles educativos. En concreto, afirma: “Sí creo, como lo dije antes, que el tipo de exámenes que seguimos es anticuado; yo sí aligeraría los exámenes, los modernizaría, pero en el pase automático no creo” (Ibíd.: 116). Él no confiaba en éste ni en la autoevaluación o “autocalificación” como él la llama, pues “era un fraude a la nación” (Ibíd.: 137). A cambio, recomienda un sistema de evaluación acorde con la naturaleza no sólo de los aprendizajes sino también del perfil de los educandos, como condición para abatir la reprobación y evitar el fracaso escolar.

 

Jesús Reyes Heroles pugna, asimismo, por una evaluación más cualitativa que cuantitativa. Se inclina porque los exámenes induzcan más a la autorreflexión y al autoaprendizaje que a la memorización. Además, destaca que “Particularmente importante es suprimir el carácter absoluto e inapelable del juicio del maestro en la evaluación de los alumnos” (Ibíd.: 130). Lo que buscaba Jesús Reyes Heroles era evitar la coercibilidad académica del maestro sobre el educando y que se cometieran abusos e injusticias con la evaluación. Para evitar éstas, recomienda: “Hay que tener una segunda instancia, una especie de cuerpo de apelación sobre las calificaciones, integrado en la propia escuela por varios profesores, algún representante municipal y maestros calificadores” (Loc. cit.). El asunto de la reprobación era responsabilidad de todos y no únicamente del maestro. Jesús Reyes Heroles le otorga un carácter humano a la evaluación y no el de una amenaza permanente para el educando.

 

La visión cultural de Jesús Reyes Heroles

 

Jesús Reyes Heroles al hablar de la cultura, parte de una concepción universal de ésta. Con base en su concepción filosófica de hombre y de cultura, afirma: “Todo lo que hay de auténtica grandeza en el hombre proviene y está vinculado a la cultura, desde el pan hasta la obra de arte, que siempre, al alimentar y derivar de la naturaleza y espíritu humanos, constituyen sus frutos e instrumentos” (Reyes, 1985b: 168). La cultura, por tanto, es la síntesis de la creación espiritual y material del hombre.

 

La cultura es universal en tanto que es competencia del hombre en su acepción también universal. Por tanto, sostiene Jesús Reyes Heroles: “Pretender una autarquía en el campo de la cultura es obtuso; la idea de hombre no tiene fronteras, ni puede ser parada con mojoneras” (Reyes, 1999h: 147). Rechaza, así, todo “nacionalismo cultural cerrado” y se muestra a favor de la “interculturación”, que ha posibilitado la formación de la cultura y enriquecida ésta.

 

La cultura y el quehacer cultural posibilitan el encuentro entre humanos, del hombre con el hombre. En este acercamiento los hombres se complementan, fortalecen, autoforman y se transforman a sí mismos y a la sociedad a la que pertenecen. La cultura, por tanto, es un acto humano sustentado en una ontología, axiología y teleología humanas. De esta manera, Jesús Reyes Heroles plantea una reestructuración del mundo, “persiguiendo preponderantemente fines humanos, que empieza por la conservación y el crecimiento del propio hombre, de sus capacidades de saber y hacer, ambas estrechamente conectadas” (Reyes, 1985b: 169).

 

Jesús Reyes Heroles se pronuncia a favor de una cultura latinoamericana e iberoamericana, que permita el encuentro y reconocimiento recíproco entre los pueblos de la región, con base en la conservación de la “libertad absoluta para que su propia personalidad se desenvuelva proyectándose en la cultura” (Reyes, 1999h: 12). Concibe, así, la cultura como el vínculo que une a los hombres latinoamericanos e iberoamericanos en un marco de respeto a las ideas, principios y creencias; en una palabra, del respeto al ser del otro. Propone la unión de nuestros pueblos en y a través de la cultura.

 

En tiempos de crisis nacional, como la que tuvo que sortear Jesús Reyes Heroles durante su gestión como titular de la Secretaría de Educación Pública del país, en los que la prioridad era resolver las necesidades y urgencias vitales de la población, él ve en la cultura una posibilidad para enfrentarlas. En este sentido afirma que: “La lucha más auténtica en contra de la necesidad -madre de todas las crisis- es la que sólo en la cultura y con ella se puede librar” (Reyes, 1985b: 168). Esta concepción de la cultura revalora el papel que ésta desempeña en la solución de los problemas del hombre. Por ello, ratifica que no existe “Ninguna tarea de mayor estirpe para los tiempos difíciles que ocuparse y preocuparse de la cultura” (Loc. cit.). Esta convicción de Jesús Reyes Heroles lo induce a impulsar la cultura nacional, apoyándose en la Revolución educativa, por él emprendida.

 

Jesús Reyes Heroles asume una posición a favor de la multiculturalidad que se presenta en nuestro país. Más que ver en la diversidad cultural un obstáculo para la convivencia intercultural nacional, ve la posibilidad del fortalecimiento de ésta. Argumenta al respecto: “La cultura de un país sólo lo es, en rigor, cuando se nutre del pensar y hacer de las múltiples aldeas que lo constituyen y cuando como país sabe irradiar a estos pequeños poblados lo que le han dado y brindarles el resultado de la conjugación nacional de las diferentes vertientes” (Reyes, 1999h: 530) Para él, no existe cultura nacional si se ignora la aportación tanto de la cultura de las comunidades indígenas que conforman el país, como de la cultura universal.

 

La cultura autoritaria o impuesta, advierte Jesús Reyes Heroles, obstaculiza el desarrollo cultural de los pueblos y detiene su progreso. Al hablar de la cultura, aclara que: “Por supuesto, no hablamos de una cultura ‘mandarinesca’, sino de aquellas que lo mismo facilita la investigación científica y cultural, que se fortalece de las culturas populares y las preserva para el futuro” (Ibíd.: 542). Es partidario del fortalecimiento y defensa de la identidad cultural de los pueblos, pues “lejos de resistir el progreso y la tecnología, les dan sentido y los vigorizan” (Loc. cit.) La identidad cultural, es concebida así como factor de cambio y renovación social.

 

Como responsable del quehacer cultural en el país, Jesús Reyes Heroles define a éste “como afirmación, enriquecimiento y difusión de los valores y principios de nuestra identidad nacional, y como vía de participación social en su creación y disfrute” (Ibíd.: 507). En toda actividad cultural, sostiene Jesús Reyes Heroles, la política juega un papel importante, puesto que “la política era actividad cultural y la cultura actividad política” (Ibíd.: 524). Ambas rebasan sus funciones y adquieren una dimensión social y un sentido objetivo, vinculándose entre sí a favor del hombre.

 

No menos importante resulta el papel de la educación en la conservación, renovación, fortalecimiento, promoción y difusión cultural. Entre ellas, sostiene Jesús Reyes Heroles un vínculo indisoluble; la educación es a la cultura como esta a la educación y ambas tienen una función trascendental: “La educación y la cultura sustentan y fortalecen la conciencia de los valores, preservan y enriquecen el legado histórico, fomentan el conocimiento de nuestra identidad y alientan su evolución sin exclusivismos ni honestidades” (Ibíd.: 530). A este propósito orientará la Revolución Educativa.

 

Bibliografía

 

Directa

 

Reyes Heroles J. (1972). La Historia y la Acción. (La Revolución y el desarrollo político de México). Seminarios y Ediciones. Colección “Hora h”. Madrid.

________. (1975). Discursos políticos. “Avancemos con la sonda en la mano”, febrero1972- febrero 1975. Comisión Nacional Editorial del CEN del PRI. México.

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Indirecta

Asociación de Estudios Históricos y Políticos. Jesús Reyes Heroles. (1992). Vida y obra.. Cuadernos No. 1. México.

Gobierno del Estado de México (1995). Homenaje a Jesús Reyes Heroles.. Antología. México.

*La versión impresa apareció en el libro: Alberto Saladino García (compilador), Humanismo mexicano del siglo XX, Toluca, Universidad Autónoma del Estado de México, 2004, Tomo I, págs. 420-440.

 

José Garcilazo Bedolla

Instituto Superior de Ciencias de la

Educación del Estado de México

 

 

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