Diosmanuel

Por Diego Fernández de Cevallos/Sin Rodeos/Milenio
Finalmente apareció en el firmamento el sol que todo ilumina y purifica, que todo vuelve noble y benéfico para  México. En su labor salvífica lo primordial es someter o desaparecer cuanta institución descubre su mirada. Todo lo hecho en el último medio siglo es fruto envenenado del neoliberalismo.
Por eso el sol naciente —pequeño Atila tropical— decide no dejar piedra sobre piedra de las estructuras existentes, así se trate del INE, que garantizó legalidad en el proceso que lo llevó a la Presidencia de la República. Diosmanuel se impone a todo y a todos. No le merecen respeto y gratitud nada ni nadie, porque ese pasado es íntegramente malvado y devastador.
Hace semanas, en el espacio que MILENIO Tv me permite los lunes, a Carlos Puig le pareció un exceso mío afirmar que este gobierno está decidido a arrasar con todas las instituciones nacionales para imponer su capricho y dejar a 130 millones de vidas —y las por nacer— bajo su amparo y protección.
A diario se confirma ese propósito del entonces candidato y ahora presidente. Son bien conocidas sus agresiones —con injurias y calumnias de por medio— al Poder Judicial y legisladores de oposición, a gobiernos estatales y municipales, a las Fuerzas Armadas, a la CNDH, al INE, al Banco de México, a inversionistas nacionales y extranjeros —salvo los que le son afines—, al INAI, al Ifetel, a la Comisión de Competencia Económica, a la CRE, a los demás organismos autónomos como el Inegi, a los bancos y a las calificadoras internacionales, etcétera. Recientemente descargó su ira contra la inteligencia de académicos, intelectuales, analistas y organismos de la sociedad civil. Esa inteligencia es falsa, estorbosa y nefasta, “no ha resuelto los problemas nacionales”.
Últimamente la furia del nuevo Herodes cayó contra los niños más pobres de México. No más ayuda a las estancias infantiles que servían con generosidad en las zonas más miserables del país. El apoyo —mermado— irá a las madres directamente, para que ellas decidan si los abuelos cuidarán a los niños, y que la dádiva se deba no a una institución del Estado, sino a Diosmanuel.
¿Que ya reivindicó al Ejército, entregándole la seguridad pública, el manejo de pipas de hidrocarburos, la construcción de departamentos habitacionales, la construcción y administración del aeropuerto de Sta. Lucía y más? No, el abuso de las Fuerzas Armadas terminará por degradarlas en su naturaleza, esencia, vocación y prestigio.
Diferente sería si su sacrificio se decretara de auxilio supletorio y temporal, bajo responsabilidad de instancias civiles.
Debemos contribuir al éxito del gobierno, pero ello exige que el gobernante se respete, cumpla la ley y respete a los gobernados. La culpa criminal que está arriba y la estulticia que se halla abajo hace que muchos vivan de rodillas; no todos.
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